El Reloj del Juicio Final

Reseña del cómic “El Reloj del Juicio Final”, de Geoff Johns y Gary Frank

el reloj del juicio final

Watchmen es una obra de culto que encumbró por méritos propios a Alan Moore y Dave Gibbons. Durante mucho tiempo ha sido una vaca sagrada intocable. Siempre he sido de la opinión de que nada debe ser sagrado del todo. Llegado el momento, y si hay una buena historia que contar, es más que necesario profanar las grandes obras sin dejar de venerarlas. Los eventos Los Nuevos 52 y Renacimiento (iniciativas que se coordinaron para reiniciar y actualizar las historias publicadas en DC Comics) brindaron la oportunidad perfecta para ponerse manos a la obra. En El Reloj del Juicio Final (publicado por ECC) Geoff Johns y Gary Frank vuelven a poner las manecillas cerca de la medianoche. Las probabilidades de una catástrofe global vuelven a ser una certeza.

“Los asuntos humanos no pueden ser de mi incumbencia. Abandonaré esta galaxia por otra menos complicada.” Después de ser manipulado y verse obligado a asesinar a Rorschach para encubrir el gran montaje de Ozymandias, estas fueron las últimas palabras pronunciadas por el Doctor Manhattan antes de desaparecer. Y Ozymandias, el tipo que hizo creer a todo el mundo que la Tierra estaba siendo atacada por alienígenas para detener una Guerra Fría que tenía visos de acabar en guerra nuclear, trajo la paz durante un tiempo. Y Ozymandias se convirtió en el salvador del mundo y eso le gustaba. Pero la mentira tarde o temprano fue descubierta. Inquietud política, tensiones entre países, naciones que se vienen abajo y otras que amenazan con invadir territorios. Todo vuelve a estar como entonces, incluso peor. La guerra nuclear es inminente. El fin del mundo está a la vuelta de la esquina. Pero Ozymandias se niega a dejar que esto ocurra, así que recluta a un grupo de ¿héroes, villanos, psicópatas? para ir en busca del Doctor Manhattan, el único que puede detener esta locura. Un plan arriesgado y delirante que hará que dos universos entren en colisión.

En las primeras páginas de El Reloj del Juicio Final la voz profunda y rasgada de Rorschach vuelve a sonar en las cabezas de los lectores. ¿Quién eres? Aunque con un matiz diferente. ¿Quién coño eres?, se pregunta el lector mientras observa que el universo Watchmen se viene abajo, mientras observa como el universo Watchmen renace de la mente de Geoff Johns y Gary Frank. La iconografía es inconfundible: título en la portada en vertical, el logo de Superman manchado de sangre como antaño lo estuvo la chapa del Comediante y, en el interior, la estructura de nueve viñetas. En un principio, la continuidad con la obra de Moore y Gibbons parece haber sufrido alguna alteración cuando nos encontramos con Rorschach. Pero no es más que una de las suculentas sorpresas que nos iremos encontrando a lo largo de esta miniserie de doce capítulos. El primer capítulo, por ejemplo, resulta un homenaje a la obra precedente, en cada viñeta, en cada diálogo, pero a falta de unas pocas páginas para su fin descubrimos ese giro que marca que el cómic gozará de su propio espíritu. Y entonces de nuevo otra señal icónica del cómic en el que nacieron los Minutemen: recortes de un periódico para ampliar lo sugerido. Eso en el caso del primer capítulo. En otros podremos leer noticias de páginas web mediante una tablet (los tiempos cambian), revistas de cotilleos, informes sobre experimentos secretos y hasta un guion de cine. A esto hay que añadirle El Aplazamiento, una historia en forma de película antigua de género noir que se entrelaza con la trama principal y que recuerda a Relatos del Navío Negro (el cómic sobre piratas que leía uno de los personajes de Watchmen). De esta forma, El Reloj del Juicio Final mantiene un equilibrio perfecto y constante entre el homenaje a lo antiguo y la fascinación por lo nuevo e inédito.

La Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia y las geopolíticas a nivel global marcaban el tono y resultaban ser la subtrama que se convertiría poco a poco en el hilo conductor de la narración en Watchmen. En El Reloj del Juicio Final Geoff Johns pergeña otro tipo de carrera armamentística que llevará a las naciones a la confrontación y que nada tiene que ver con ojivas nucleares. En esta ocasión son los metahumanos, los seres con superpoderes creados en laboratorios, los que marcaran las tensiones, no solo entre países sino también entre la propia población. Los ciudadanos de Gotham odian a Batman. Gran parte de los EE.UU. está en contra de los superhéroes. Rusia aboga por controlar a cualquiera que presente capacidades especiales. China se cierra en banda. Y medio mundo se pregunta por qué la mayoría de superhéroes habitan en Estados Unidos. Y en medio de todo este jaleo es donde aparecerá Ozymandias, junto con Rorschach, Mimo y la Marioneta para echar más gasolina al fuego.

Pero donde El Reloj del Juicio Final brilla como una supernova con luz propia es en el elaborado desarrollo de sus personajes, así como el choque de personalidades tan dispares y a la vez tan iguales que se van sucediendo. Rorschach y Batman, Ozymandias y Lex Luthor o Doctor Manhattan y Superman. Caminar sobre las aguas y Reír de verdad, dos capítulos y un mismo ejemplo de cómo desarrollar unos personajes, su background, su psique y hacer que todo encaje en el engranaje de la trama de una forma soberbia. Rorschach protagoniza el primero. Geoff Johns y Gary Frank (con Brad Anderson añadiendo un color inmejorable a un dibujo excelente) conjugan todo su talento y nos muestran como el lenguaje escrito y visual pueden alcanzar la simetría perfecta. En el capítulo protagonizado por el Mimo y la Marioneta (personajes similares al Joker y Harley Queen pero con una relación menos tóxica) cogen el corazoncito del lector y lo machacan en una especie de cuento de hadas donde abundan la sangre y el drama pero también el amor más puro. Y luego está el capítulo (probablemente de lo mejor que se ha escrito en mucho tiempo) en el que el Doctor Manhattan toma conciencia de quién es realmente Superman. “Sigo el rastro de la influencia de Superman. ¿Cómo puede un solo hombre afectar a tanto?” Un capítulo en el que Geoff Johns, haciendo un poquito de Grant Morrison, y Gary Frank, dibujando con maestría, dejan para la posteridad una de las más bellas odas a la figura de Superman en particular y al universo DC en general.

“Quizá salvar tu mundo requiera todo lo que tienes.”

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