El tiempo recobrado 1/2

Reseña del cómic “El tiempo recobrado 1/2”, de Kei Fujii

el tiempo recobrado


No soy yo dado a leer cosas del palo romántico. Me aburren soberanamente y, a pesar de que sé que hay grandes obras, clásicas y modernas, que tratan de manera exclusiva los asuntos del cuore, me llaman menos que cero la atención.

Así que, si he querido leer este cómic no se ha debido a que el tema fuera el meramente sentimental, o no solo a esa exclusiva parcela sentimental del amor parejil. Lo que me ha llamado ha sido el saber que los protagonistas son dos ancianos, viudos, cargados con pesados recuerdos a sus espaldas –que incluso inconscientemente consideran que emparejarse de nuevo es una suerte de traición al cónyuge fallecido– que, sin embargo, sin proponérselo van a ver cómo el amor, a sus años, a una edad en la que ya no esperaban volver a enamorarse, irrumpe de nuevo en sus vidas. Unas vidas que transcurrían hasta entonces tranquilas, no especialmente infelices, pero tampoco en el top de la dicha y, eso sí, solitarias aunque convivan con su propia gente.

Ippei es un jubilado que aloja en su casa a su hijo, a la mujer de este, y a sus nietos. Tiene setenta años y hace cinco que perdió a su esposa. Todavía habla con ella y le cuenta sus cuitas. Lamenta que su hijo de 42 años aún dependa de él, y le ofrece en un pequeño altar dedicado a su recuerdo gajos de mandarina sin el albedo. Por las mañanas va a un centro de día para jubilados, en dónde se encuentra con sus amigos y echa la mañana. Así pasan los días, hasta que aparece Kotoko y su corazón volverá a latir con la fuerza de una pasión adormilada por el desuso.

Por parte, de Kotoko casi se puede decir lo mismo. Vive con su hijo y su mujer y también habla con la foto de su esposo fallecido.

“Al día de hoy, a veces me olvido de que ya no estás”

Un encuentro fortuito en el parque dará inicio a una entrañable relación en la que poco a poco ambos irán conociéndose mutuamente. Saldrán a pescar, irán a conciertos de música clásica, cafeterías,… saldrán juntos  hasta que llegan a tomarse cariño y finalmente pasen a necesitarse como complementarios que son.

Por supuesto tanto amigos como familia van a notar que se producen cambios en Ippei y en Kotoko (están menos en casa, Ippei va a la peluquería con más frecuencia,…

Pero no todo va a ser un camino de rosas. Sería demasiado fácil y complaciente. Las rígidas convenciones sociales (ignoro si es algo realmente tan arraigado en la cultura japonesa) y el miedo al qué dirán por parte de los hijos de ambos darán al traste con los sueños de la incipiente pareja de vejetes. Si es que, cría cuervos…

El tiempo recobrado es una lectura que ha de seguirse con calma, con tranquilidad. Hay que dejar que Ippei y Kotoko nos dejen conocerlos de la misma forma que ellos dos hacen lo propio. Hay viñetas de puro silencio que, no obstante, hablan por sí solas y expresan emociones y sentimientos comprensibles.

No es difícil entender a ninguno de los dos protagonistas, pues el autor conoce el oficio y nos ofrece la información necesaria sin aburrir ni un momento, y por eso mismo, he querido leer un poco cada día, dosificármelo para no devorarlo, porque no quería acabarlo de golpe sino dejar que se asentara, que fuera creciendo y madurando poco a poco, como la relación de estos dos tortolitos.

El dibujo y el color son apropiados y combinan con acierto el tono para este primer tomo de los dos que compondrán el conjunto de esta historia la cual, bien mirado, podría ser un Romeo y Julieta a la inversa, y cuyo desenlace espero que no tarde en llegar.

“–Qué triste, ¿verdad? Envejecer sin tener a nadie con quien pasear”

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