Indiana, de George Sand

IndianaTodos aquellos que me conocen bien saben que me apasiona cada novela victoriana que cae en mis manos (y cada año, tengo la suerte de conocer nuevas lecturas que me hacen amarla aún más). En especial, aquella en la que observamos una importante crítica social: diferencia de clases, injusticias de género (que, como todos sabemos, siempre solían perjudicar a la mujer en todos los planos de su vida), el matrimonio por conveniencia… Y todo esto no solo lo podemos encontrar en la obra de mi querida y conocida Jane Austen.

Si hay algo que me gusta de la editorial dÉpoca es que, a menudo, publica clásicos de autores desconocidos, ya sea porque nunca han sido publicados en España o porque hayan sido descatalogados. Y en este caso, me alegro de haber conocido a una autora de la que no había oído hablar: Aurore Lucile Dupin, baronesa de Dudevant, que se dio a conocer bajo el seudónimo de George Sand (ya sabemos los problemas que, en esa época, tenían que vivir las escritoras). Y he de decir que uno de los aspectos con los que más he disfrutado de este libro ha sido el resumen de su vida y obra. Antes de comenzar con la historia, podemos descubrir muchos secretos de su vida:  una mujer valiente y muy adelantada, alejada de la moralidad de la época, que incluso se divorció y tuvo varios romances a lo largo de su vida (entre ellos, me sorprendió el que mantuvo con el famoso compositor Chopin) y que dedicó la mayor parte de su existencia a la escritura. Una mujer feminista, gran defensora de la libertad de su género, que no concebía una vida alejada de su familia y de su mayor pasión: la literatura. Ya solo con esta premisa, estaba segura de que su novela me parecería, cuanto menos, interesante.

Y así fue. Indiana no es sólo un libro sobre una mujer que se ve obligada a casarse con un hombre al que no ama y que esconde un carácter violento, difícil y posesivo. Una mujer que encuentra consuelo en los brazos de otro hombre del que se termina enamorando hasta rozar la obsesión y la idealización. Se trata de una historia en cuyo fondo observamos una profunda crítica a la sociedad en la que Aurore vivía: unas leyes escritas y no escritas que favorecían únicamente al hombre, a pesar de las injusticias que se cometieran con una mujer. Es un canto al feminismo, al amor, a la libertad y a la igualdad.

Y, todo ello, lo percibimos los lectores a través de la narración de la escritora, que refleja constantemente la tragedia que acecha en cada rincón, que detalla a través de sus brillantes descripciones y diálogos, y la infelicidad que sufren sus protagonistas. Personajes que, de un modo u otro, personifican (eso sí, de forma estereotipada) los arquetipos del siglo. Por un lado, tenemos al señor Delmare. Un hombre celoso, déspota, cruel y egoísta que solo concibe un mundo en el que su esposa solo se dedique a servirlo. Por otro, tenemos a Raymond, el enamorado de Indiana. Una especie de “Don Juan” que parece no tomarse ningún sentimiento en serio y cuya única ilusión en la vida es la conquista. Y por último, tenemos a nuestra protagonista: Indiana. Una joven de apariencia frágil e inocente que nos sorprenderá por su fortaleza y valentía a lo largo de la historia.

A mí, desde luego, me ha resultado imposible no volcarme en cada una de las vivencias de estos peculiares personajes. Y a pesar de que me ha parecido un auténtico dramón, he disfrutado mucho con la lectura porque me ha transportado al siglo XIX y a la mente de cada uno de sus protagonistas, atormentados por sus circunstancias y la sociedad en la que han nacido. Y este ha sido un tema sobre el que me ha parecido interesante reflexionar.

Indiana, a pesar de que ha sido una lectura muy dramática (a veces, demasiado), me ha sorprendido por su forma de retratar una sociedad decadente e injusta y a sus “víctimas” más desfavorecidas. Su personaje principal, que da nombre a la novela, vive y sufre el amor y el desamor, la alegría y la tristeza, la felicidad y la infelicidad (y nosotros, lo experimentamos con ella), de una forma tan intensa que logra emocionarte e implicarte junto a ella hasta el final. Sin duda, como lectora, no me ha parecido difícil notar que la autora ha vivido una situación similar. Sobre todo, por su sensibilidad y empatía a lo largo de la narración. Un gran descubrimiento de una autora ejemplar (por lo que podido saber acerca de su vida), de la que espero poder leer algo más muy pronto. Esta vez, por favor ¡con menos drama!

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