La discoteca de Gógol

Reseña del libro “La discoteca de Gógol”, de Paavo Matsin

la discoteca de gogol

He aquí una reseña complicada, porque La discoteca de Gógol, del escritor estonio Paavo Matsin, editada por Ático de los Libros en su colección «Voces de Europa» y ganadora del Premio de Literatura de la Unión Europea, no es una novela al uso.

Es difícil contar de qué va La discoteca de Gógol. Más bien diría que se trata de una novela de personajes. Y tampoco me resulta sencillo describir a esos personajes —Konstantin Opiátovich, un carterista; Leonhard Primavera, el dependiente de una librería anticuaria; Vasja Koljúgin, un beatlómano, o Grigori Gemélovich Gemelo, un guitarrista, entre muchos otros— porque son un grupo tan estrambótico que no se pueden limitar con etiquetas ni sus personalidades ni sus actos. Cada capítulo se centra en uno de ellos, y las escenas surrealistas y las conversaciones trascendentales se van sucediendo.

¿Y qué pinta en todo esto el célebre escritor ruso de origen ucraniano Nikolái Gógol, que da título a la novela? Pues que un día aparece resucitado cual nuevo mesías en Novela, el local que los protagonistas frecuentan, y este hecho da un vuelco a sus vidas. Para algunos, en el aspecto espiritual; para otros, en el lucrativo. Aviso de que vayan con cuidado aquellos lectores que se sientan atraídos por el cameo de Gógol, porque no hace acto de presencia hasta bien pasada la mitad del libro, que consta tan solo de ciento sesenta y siete páginas. En mi opinión, es un elemento más de la obra, no su pilar fundamental ni mucho menos.

En las frases promocionales de la contracubierta, se dice que La discoteca de Gógol es una combinación de sentido del humor, absurdo y erudición, y estoy completamente de acuerdo. Sin embargo, que lo del sentido del humor no confunda a nadie: lo tiene, mucho, en cada línea prácticamente, y aun así es una lectura compleja. Tanto que la tuve que alternar con otra mucho más ligera porque exige un nivel de concentración para el que mi cerebro no estaba capacitado todos los días. Porque, como decía la contracubierta, hay tanto sentido de humor como erudición. De la boca de sus personajes estrambóticos salen continuas referencias a la literatura y a la música, reflexiones filosóficas sobre el amor, la muerte y la religión, así como críticas sociales, políticas e históricas a Estonia, que Paavo Matsin envuelve en un ambiente distópico. Y todo ello aderezado de surrealismo. Como bien sabrá cualquier lector que se haya aventurado en obras de ese género, es habitual que pases decenas de páginas intentando entender qué está pasando.

Como también se señala en la contracubierta, «La discoteca de Gógol es como un postre que debe saborearse con suavidad y atención». No es una lectura rápida ni intrascendente por mucho que sea de humor (me parece erróneo asociar humor con intrascendente, en cualquier caso). Quien tenga claro esto y esté dispuesto a tomarse su tiempo, hallará en cada una de sus frases mucho que destilar, porque hasta cuando parece que Paavo Matsin no habla de nada está hablando de todo. En definitiva, La discoteca de Gógol nos vuela la cabeza tanto por su surrealismo como por su erudición.

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