La gran ola

Reseña del libro “La gran ola”, de Albert Pijuan

La gran ola

Para realizar esta reseña partiré de una hipótesis totalmente personal, generalista y, por lo tanto, carente de valor: si hay un elemento del que adolece hoy en día la creación literaria en castellano es el del riesgo. De eso que llamaron un día… ¿? qué sé yo, de algo que sea, simplemente, distinto y que huela, básicamente, a nuevo. Eso que, bien pensando, no es más (ni menos) que escribir huyendo de los lugares comunes habituales, tan reconocibles (por suerte para unos y por desgracia para otros) en nuestra literatura más reciente. Para mí sería como escapar de las balas de fogueo o de los personajes de cartón piedra. De las telenovelas facilonas y de la ñoñería. De las ridículas (y sonrojantes, no me diga que no) imitaciones. De la condescendencia y, por supuesto, del autobombo y de las modas del marketing. De los bluffs, vamos.

Pero, en fin, vamos a dejarlo aquí pues yo creo que se entiende bien y, además, le prometí a mi psiquiatra que iba a practicar la respiración y pensar en playas desiertas y tal.

Porque, lógicamente, si uno abandona su natural pesimismo por un momento y respira hondo, conseguirá recordar enseguida el nombre y los dos apellidos de muchos escritores (españoles) de esos que sí nos gustan. Escritores que se la juegan y que se salen del camino marcado. Innovadores. Rompedores. Esa gente, ya sabe. E, inmediatamente después, uno se dará cuenta que es más sencillo de lo que parece y que, para encontrar estos libros, solo hay que buscar bien (que es lo mismo que decir que solo hay que prestar más atención a las fantásticas editoriales independientes que tenemos en este país y que, cada vez con más frecuencia, nos ponen en las manos obras de enorme calidad literaria. Esas que cuidan tanto el fondo como la forma. Esas que publican a los autores que nos rompen la cabeza, que nos lo ponen difícil como lectores o que nos acuchillan, por no decir otra palabra, por delante y por detrás sin compasión).

La gran ola, del escritor catalán Albert Pijuan, publicada originalmente en catalán con el título de Tsunami en el año 2020, Premio de la Crítica de narrativa en catalán de ese mismo año y editada en 2021 por los amigos de Sexto Piso en el resto de España (traducida del catalán por el gran Rubén Martínez Giráldez), es un claro ejemplo de ese tipo de libros que siempre buscamos. Una gran ola de estilo que, según pude leer en una entrevista, casi aplasta al propio autor cuando se puso manos a la obra. Cuando se dio cuenta de la envergadura de su arriesgada idea, de la dificultad que entrañaba una apuesta de este tipo, tan personal y llena de ambición narrativa.

Y es que la novela está escrita sin un solo punto, prácticamente sin párrafos (todo es un Gran Párrafo interminable, un tsunami de letras, de palabras y frases que se le irán viniendo encima poco a poco y le aplastarán a usted en un final apoteósico). Sin embargo, y ahí radica gran parte del aplauso que yo le doy a esta novela, la historia fluye como el agua salvaje de los tsunamis que describe, y cabalga con brío sobre una correlación continuada de frases llenas de acción; unas son cortas, otras más largas, pero todas son ágiles, intensas, separadas por comas y plagadas de humor, ironía y, por supuesto, de drama. La gran ola es, por lo tanto, una forma interesantísima de Monólogos delirantes del Club de la Tragicomedia y le proporcionará a usted una experiencia de lectura única en torno a la aventura y desventura (en tres momentos muy concretos) de los tres primos Sarrahima, herederos de la empresa de hoteles y resort turísticos que fundaron sus padres allá por finales de los noventa y los primeros años del nuevo siglo XXI.

Los Sarrahima son tres gilipollas integrales que se creían el ombligo del mundo pero que, ahora, veintitantos años después, y cuando los juegos de adolescentes mimados se han terminado, el pasado les visita sin remedio para ajustar sus terribles cuentas pendientes. Pero, además, la historia que nos narra Pijuan en La gran ola es, vista desde otra perspectiva (quizás más interesante si cabe), una estupenda (y esperpéntica) metáfora de los años de la opulencia, el despilfarro y la corrupción, y de cómo nadie, a pesar del tiempo que pueda transcurrir y de los cambios que pueda provocarte la vida, absolutamente nadie, escapa de las consecuencias de sus actos. El pasado puede aplastarnos como un tsunami y hacer desaparecer todo lo bueno o malo que tenga nuestra vida. A algunos, incluso, no deja de perseguirles nunca.

Estamos, pues, ante una paradia valleinclaniana moderna, fresca, exigente, divertida, actual y tragicómica de la sociedad especuladora y corrupta de nuestros tiempos. Un libro que podrá disfrutar desde el sillón de casa sin preocuparse de nada, al menos hasta que llegue su propio tsunami exterminador y solo quede de usted una triste foto vestido de comunión y con cara de pan colgada en la descolorida pared del salón.

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