La más recóndita memoria de los hombres

Reseña del libro “La más recóndita memoria de los hombres”, de Mohamed Mbougar Sarr

La más recóndita memoria de los hombres

Un joven autor senegalés sigue la pista de un misterioso libro publicado en 1938 y después caído en desgracia: El laberinto de lo inhumano, de T.C. Elimane. Sabe poco de él, al principio de la narración apenas cuenta con una mención en un anuario de la época, en el que se calificaba a su autor como “el Rimbaud negro”. Descubre luego que su aparición desató una ola de admiración primero y de ira más tarde, acusado el autor de plagio. Buscar una copia y leerlo se convertirá en una obsesión, conseguirlo será la puerta que le lleve a misterios mayores, tanto sobre el autor como sobre la propia obra y sobre sí mismo, y ese viaje iniciático lo trasladará de París, donde vela sus primeras armas como autor, a Ámsterdam, Argentina y, cómo no, de vuelta a sus raíces en Senegal.
Obra de un joven de 31 años desconocidísimo por estos lares, hay destellos de grandeza en esta novela de título tan extenso como evocador. Se nota que Mohamed Mbougar Sarr escribe para trascender, a diferencia de muchos otros, que lo hacen para entretener, para exorcizar los demonios internos, para denunciar. Es la suya una literatura acerca de la propia literatura, una carta de amor de un letraherido cuyo universo comienza y termina en las letras, que hace reflexionar sobre la propia creación artística y los límites de la copia frente a la inspiración. También aprovecha para ajustar cuentas con el establishment literario franco-africano y el difícil encaje de los escritores negros de lengua francesa en el canon de la metrópoli.


Aunque lleno de citas y referencias, no es La más recóndita memoria de los hombres un texto complicado, inaccesible. Más bien al contrario. En algunos momentos se convierte en una novela detectivesca, en otros deviene en relato de aventuras y viajes, de búsqueda del manuscrito perdido. De hecho en las primeras ciento cincuenta páginas, cuando sus pesquisas acerca del libro de Elimane son intensas y obsesivas, el ritmo del libro es vertiginoso y convierte la lectura en un placer que llama al atracón. Resulta tan soberbia esa introducción, con una imbricación perfecta entre el recorrido del protagonista y las reflexiones metaliterarias, que es imposible no experimentar cierta decepción cuando cambia de sujeto a continuación, multiplica las voces y el conjunto pierde fuerza.


Como declaración de amor a la literatura, no es la única ni por supuesto la primera, así que hay en ella muchos ecos de obras anteriores. La fabulosa primera parte recuerda a Los detectives salvajes de Bolaño, luego aparecen Sabato y Gombrowicz por ejemplo, y sobrevuela siempre García Márquez y un toque de realismo mágico. Puede ser otro de sus pecados, porque en la comparación queda Mbougar Sarr como el adolescente erudito sentado a la mesa de los mayores, una anécdota graciosa en la noche, un pasatiempo.


Sin embargo, se puede afirmar que consigue en bastantes ratos lo que se propone, trascender, que lo que nos cuenta nos envíe un mensaje más allá de lo que nos está narrando, que sus palabras resuenen como el eco en las paredes de nuestro cerebro. Publicado en 2021 por dos minúsculas editoriales, una francesa y una senegalesa, creo que hay que celebrar el milagro de que La más recóndita memoria de los hombres fuera galardonado con el premio Goncourt y eso le haya abierto las puertas de la fama y las traducciones. Tendremos que permanecer atentos porque si Mohamed Mbougar Sarr persiste en su intento, aquí hay indicios suficientes que demuestran que quizá pueda conseguir la gloria que persigue. El tiempo dirá.

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