La operadora, de Gretchen Berg

La operadoraSeguro que alguna vez habéis formado parte de un secreto, o al menos habéis sido testigos de algo que empezó siendo un secreto, pero que después pasó de boca en boca hasta que se deformó transformándose en otra cosa muy distinta a ese secreto original. 

Como en el «teléfono roto». ¿Habéis jugado alguna vez a este juego? Si no sabéis de qué va os lo explico brevemente: un grupo de niños o de adultos se coloca en círculo. Uno le dice una frase al oído a otro. Este tiene que transmitir el mensaje al siguiente, y así hasta llegar al último, que tendrá que decir en voz alta el mensaje que le ha llegado. Normalmente ese mensaje poco tiene que ver con el inicial.

¿Qué quiero decir con esto? ¡Que nos encanta retocar y añadir! Nos dejamos llevar por los adornos. Nos dejamos seducir por los secretos, los chismes y las mentiras.

Precisamente, como les ocurre a los personajes de la novela que hoy os traigo: La operadora, de Gretchen Berg. Y tal y como su título nos indica, nuestra protagonista, Vivian Dalton, es una «chica del cable» en la América de los años cincuenta. Vive en Wooster, Ohio, y disfruta escuchando las conversaciones de sus vecinos.

Pero, ¡qué aburrimiento! Nunca pasa nada importante, nada realmente escandaloso. Hasta que un día, el secreto más jugoso tiene que ver con su propio marido. ¡Toma ya, Vivian! ¿No querías chismes? Pues ya tienes uno.

Debido a esto, el pánico se apoderará de Vivian, pero sin olvidar su falsa sonrisa en una sociedad cotilla de la que no podrá escapar.

De la misma forma, yo tampoco he podido escapar de esta trama que me ha enganchado de principio a fin, pues es una lectura rápida, ágil y fresca. Y puedo decir que ha cumplido mis expectativas.

Además, el hecho de desarrollarse en los años cincuenta también me llamó la atención, pues considero que tanto la música como las películas de aquella década derrochan magia y algo especial.

Y encima la protagonista de esta novela, como ya os he dicho, es una «chica del cable», una teleoperadora. ¿Qué hay de particular en eso? Nada, pero da la casualidad de que yo trabajé en una centralita durante varios años, por lo que tenía claro que, en cierto modo, iba a entender más o menos el día a día de Vivian.

Efectivamente, así ha sido. Y aunque Vivian se nos presenta como una mujer que envidia a las ricas del pueblo, que desea más de lo que puede permitirse y que además es bastante cabeza de chorlito, sí que consigue que empaticemos con ella gracias a los capítulos de su infancia y adolescencia que nos muestran su entorno familiar, cómo era ella entonces y su vena cotilla que ya afloraba, así como los comentarios y pensamientos absurdos que nos hacen reír durante toda la novela.

A mi parecer, es obvio que la autora busca esa reacción por nuestra parte, que nos riamos de sus ocurrencias y de las tonterías que pasan por su mente, pero también que aprendamos de sus errores y evitemos caer en esa trampa de celos y mentiras, de querer vivir por encima de nuestras posibilidades, de apariencias y falsedad.

Justo como la antagonista de esta historia, Betty Miller, que es la reina del postureo. La mujer perfecta con la familia perfecta, todo lo que Vivian envidia. Un personaje bastante insufrible y odioso, reflejo de muchas personas de aquella época y de la actual, que se creen superiores al resto, que te miran por encima del hombro por no pertenecer a su círculo de ricos y poderosos.

Pero, ¿sabéis qué es lo mejor de la novela? Que la autora nos regala muchos puntos de vista, no solo el de Vivian y el de Betty, por lo que vamos saltando de un personaje a otro sin problema enterándonos de todo y comprendiendo el pasado y el presente de todos ellos.

Un pasado y un presente lleno de secretos familiares, inseguridades, miedos y deseos perdidos. Un pasado y un presente que nos hablan tanto del crac del veintinueve y de los primeros automóviles, como del racismo que flotaba en el aire.

En conclusión, Gretchen Berg lo ha hecho bastante bien para ser su primera novela, ya que en La operadora utiliza un lenguaje fluido, nos hace sentir cómodos a lo largo de toda la novela, nos saca unas risas, y combina la vida de una mujer trabajadora, madre de familia, con la intriga provocada por una serie de acontecimientos que harán que nos mordamos las uñas mientras reflexionamos sobre las consecuencias de ser demasiado cotilla y demasiado ambicioso en la vida.

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