Reseña del libro “La vida rima”, de María Leach
Hace unos años ya que descubrí y reseñé el primer poemario de la periodista y escritora María Leach, No te acabes nunca. Todavía recuerdo las sensaciones que me produjo leer a María entonces. Fue un encuentro brutal, desgarrador y, al mismo tiempo, muy liberador. La autora consiguió transmitirme su dolor, su duelo y el vacío que la acompañaba entonces. Y es que aquel primer poemario, tan genuino y especial, nacía del mismo centro del dolor: María acababa de perder a su marido. Cuando no tocaba, cuando nadie podía imaginarlo, él dejó de brillar. Pero, al mismo tiempo que su luz se extinguía, nacía la de su primer hijo. Así, María se encontró a solas con el dolor, a solas con un hijo al que criar, a solas con los versos que llenaron las páginas de No te acabes nunca.
Cuatro años después María Leach regresa con La vida rima, un nuevo poemario que no quería perderme. Empaticé tanto con ella, con su dolor y su pérdida que básicamente necesitaba volver a encontrarla a través de sus versos. Y es que es muy fácil, en ese sentido, acceder a María Leach: su poesía es genuina, es pura, es directa y desde la cotidianidad nos envuelve en su mundo.
Nos lo dice Nuria Gago en el prólogo: “A todos los que devorasteis no te acabes nunca aquí va una advertencia: aunque pueda parecer mentira, este libro es tan o más íntimo que el anterior”. Y no le falta razón, si María Leach ya se desnudó ante nosotros, ahora vuelve a hacerlo en esta versión 2.0 que supone su vida tras la muerte de su marido.
No me gusta nada aquella expresión de resurgir de las cenizas. Qué horror. Mucho mejor, en mi opinión, decir que lo que María Leach hace en La vida rima es reconciliarse con la vida, confrontarse a ella y, por ende, vivirla.
Y aunque los dolores pasados son como fantasmas que no se van:
“A veces miro en mi interior
y solo veo los restos de una fiesta”.
María sigue adelante con su maternidad, con su esencia, con su vida. Su hijo es su mayor refugio y a él van dedicados muchos de los versos de este poemario. Versos sinceros, directos, tremendamente bonitos y emotivos.
Y es que, como ella dice:
“Había una vez
una viuda
a la que se le cayó la “u”
y de pronto volvió a la vida”.
Sí, María Leach vuelve a la vida “para quedarme. Y no irme, y no huir, nunca más de mí”.
Y yo celebro este encuentro con la vida, con ella misma. Y celebro la poesía sincera de María, sin grandes artificios ni grandes metáforas. Una poesía directa que transmite y conmueve. Qué bonito reencontrarme con los versos de María Leach, saber que la vida sigue, que no se detiene y que, por supuesto, también La vida rima.