¡Leed, malditos!

Reseña del libro “¡Leed, malditos!”, de Luis Miguel Muñoz

¡Leed, malditos!

En 1969, el director de cine Sydney Pollack dirigió una película que en castellano tradujeron como Danzad, danzad, maldito. Una película muy dura, pero bastante entretenida que os recomiendo. Unos años antes, en 1959, Luis Miguel Muñoz, el autor del libro que hoy os traigo, nacía en Sevilla. Viajero empedernido, Luis ha residido en ciudades como Granada, Segovia, Madrid, Barcelona, Olite y Cáceres. La experiencia de sus viajes por medio mundo y su amor por París, así como por sus autores predilectos, están presentes en sus escritos. Es autor de varios libros de relatos y cuentos: Con tinta de calamar, Cuentos dementes, Cuentos en la mansión de los buenos humos y de las novelas El año de las lluvias y Del Guadalquivir al Misisipi.

Quizás porque comparto con él el haber residido en Granada y Cáceres, el amor por la maravillosa ciudad de París y la adoración al enormísimo cronopio Julio Cortázar, me ha resultado muy fácil conectar con el autor. Aunque seguramente, si yo no supiera toda esta información, esa conexión de la que os hablo se habría generado igualmente. Y es que hay algo en los relatos de ¡Leed, malditos! que ha conseguido mantenerme pegada a las páginas del libro estos días.

Siempre que estoy ante un libro de relatos me surge la misma duda. ¿Os hablo del todo o es mejor hablar de cada relato que compone el libro? En este caso la respuesta ha sido clara. Cada relato que aparece en ¡Leed, malditos! tiene tanta fuerza y personalidad que es fácil hablar de cada uno de ellos.

Marina y la tienda de jabones nos sumerge en la leyenda de la ciudad de espuma. Un relato muy femenino y feminista, que ahonda de manera magistral en la figura de Marina, una mujer que, cargada de maletas y bolsas de ropas, zapatos, jabones y pinturas llega a un pueblo isleño en el que la monotonía es un habitante más. Marina, con sus tatuajes multicolores, su pelo negro enmarañado y su hablar raro es, por supuesto, la comidilla de todos los isleños. Poco le importa, ella ha venido al pueblo a escribir. Porque Marina es la hija de del “viejo escritor”, un hombre respetado y querido por todos que falleció hace unos años. A sus treinta y cinco años y con un futuro prometedor, Marina decide dejarlo todo para perseguir su sueño: una tienda de jabones.

Cuando Marina conoce a Madame Marie, una viuda francesa antigua amiga de su padre, su vida en la isla comienza a ser más divertida. El viejo escritor, además, le había dejado una tarea tras su muerte: encontrar los manuscritos que había estado escribiendo y publicarlos. Pero no es tan sencillo como parece, lectores, y esta historia esconde muchos más secretos que tendréis que descubrir vosotros mismos. ¿Cómo? ¡Leyendo, malditos! Solo diré que es imposible no enamorarse de Marina y Marie, desear estar en esa isla con el resto de personajes y conocer, de primera mano, la historia de la leyenda de la ciudad de la espuma.

Dije unas líneas más arriba que cada relato tiene la suficiente fuerza como para funcionar bien per se. Siempre me ocurre con los libros de relatos que quiero saber más de los personajes, de sus historias. Pero no sé cómo lo hace Luis Miguel Muñoz que, como lectora curiosa, me deja satisfecha. Y es esa habilidad suya de transportarte de lleno al universo de la historia, de hacerte sentir un personaje más. Tiene mérito, ¿no os parece?

Evidentemente, si os hablara de cada relato esta reseña sería larguísima. Y si bien lo merecen, me toca elegir. Así que dejadme hablaros de Abrazo de hermanos y de esta historia, con un genial protagonista llamado Ignacio Pardo Arbeloa, redactor del diario Heraldo del pueblo español, con un pseudónimo tan peculiar como él: Tiberio Jilguero. Un personaje que esconde una macabra historia tras de sí que lo llevará a la más absoluta locura. Una historia de diez que he disfrutado muchísimo.

Y es que Luis Miguel Muñoz tiene una forma de narrar exquisita, una fórmula propia que consigue atrapar al lector en sus historias. Y, sin apenas darte cuenta, has devorado este ¡Leed, malditos! y tú, lector, quieres más. La buena noticia es que este libro esconde ocho historias, así que os faltan seis por descubrir. Seis historias más que no tienen desperdicio. La otra buena noticia es que la única forma de descubrirlas es leyéndolas. ¿Hay algo mejor? Así que, lectores malditos, ya sabéis: danzad y leed como si el mundo se fuera acabar.

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