Llamando a las puertas del cielo, de Ricardo Romero Laullón (Nega)

Llamando a las puertas del cieloLo primero que me preguntó un buen amigo cuando le dije que estaba leyendo el nuevo libro de Nega no fue que de qué iba o si era entretenido, como hubiese sido lo habitual; su duda era si decía muchas barbaridades. Y lo que en otro caso hubiese sido una pregunta fuera de lugar, en este tenía todo el sentido del mundo, ya que cualquiera que haya seguido la carrera de Ricardo, tanto en solitario como junto a Toni el Sucio en Los Chikos del Maíz, sabe que si por algo se ha caracterizado, además de por un marcado mensaje político y cultural, es por soltar frases ácidas y bestias, de las que tienen que hacer el limbo bajo el palo de la libertad de expresión.

Sin embargo, la faceta que nos muestra en Llamando a las puertas del cielo es bastante diferente a la que hemos podido escuchar en sus canciones, sobre todo en las de los primeros años. Y es que, sin dejar de lado la crítica social ni su habitual chulería, Nega se ha distanciado unos pasos del estilo hardcore que durante años le ha caracterizado, un gran acierto en mi opinión para que, por encima de los beefs —que los hay— se preste atención a las historias.

A lo largo del libro el cantante nos desgrana los orígenes pobres (que no humildes) de su familia, su paso por los andamios y por las casas de gente pudiente para instalarles la calefacción, sus inicios precarios en la música y su llegada a una estabilidad más que inusual para un artista tan politizado. No obstante, esto no son unas memorias al uso (ni buscan serlo); más bien es un «La vida según Nega», una reflexión sincera y rabiosa, a la par que mordaz y divertida, acerca del mundo en el que le ha tocado vivir.

Así, con un estilo más coloquial que informal, llamadas continuas al lector y un tono que pasa de lo vacilón a lo intelectual de buenas a primeras, Nega ha hecho en este libro lo que lleva años haciendo en el terreno musical: lo que le ha dado la gana. Y el resultado estoy seguro de que es mucho más satisfactorio que el que se hubiese dado si hubiese fingido ser quien no es o si, peor aún, le hubiesen dictado/censurado/contratado un negro para hacer el trabajo. Porque podrás estar más o menos de acuerdo con muchas de sus opiniones, como que los porteros de fincas son unos clasistas o que Venezuela es una suerte de Disneylandia, pero, independientemente de ello, da gusto leer algo real en la década de las imposturas.

Justo la víspera de escribir esta reseña Los Chikos del Maíz sacaron un nuevo tema, el primero desde que lanzaron el disco Trap mirror (2016). Lleva por título Valerie Solanas, el nombre de la artista que se hizo célebre por disparar a Andy Warhol, y sus letras parecen corroborar lo que he percibido en Llamando a las puertas del cielo: una forma menos agresiva pero un mensaje más definido y maduro. Un cambio de enfoque, al fin y al cabo, en el que se reduce el interés en el político o empresario concreto para reforzar la crítica al sistema que se aprovecha de ellos para perpetuarse.

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