Mr. Milagro, de Tom King y Mitch Gerads

mr milagro¿Alguna vez has sentido que el pecho te iba a reventar? El corazón intentando atravesar la caja torácica. ¿Has notado que te quedabas sin aliento? Te falta el aire y respiras con dificultad. ¿Y el sonido? La música se vuelve ruido y el ruido una cacofonía infernal. La realidad ha cambiado y percibes que todo va mal. Afrontar un nuevo día es atravesar un desierto con escasez de agua. Y las noches se pasan en vela pensando en ese nuevo día de sed. Buscas la forma de escapar. ¿Alguna vez has sentido todo eso y más? Entonces ya sabes por lo que está pasando Scott Free, más conocido como Mr. Milagro.

Ocho páginas sirven como prólogo para poner al lector en antecedentes de la mitología de El Cuarto Mundo. Con un dibujo simpático, bonito, estilo cartoon realizado por Mike Norton y con radiantes colores de Jordie Bellaire viajamos hasta ese universo que creó Jack Kirby cuando aterrizó en DC. La eterna lucha entre el bien y el mal. La eterna lucha entre Nueva Génesis y Apokolips. La eterna lucha entre Highfather y Darkseid. “Darkseid es”. Un panteón de nuevos dioses siempre batallando. El armisticio se logra con un trato, un intercambio que cambiará para siempre la vida de Scott Free. El pasado, inamovible, produce nostalgia, tristeza, frustración. El futuro, impredecible, produce incertidumbre y miedo. Por eso Scott Free, el superhéroe mundialmente conocido como Mr. Milagro, escapista nato, intenta huir de un pasado que lo persigue y de un futuro, un destino final, ineludible. ¿Y cómo se escapa de la vida, ya sea real o ficticia?

“Chaval… los cómics te partirán el corazón.”

Se dice que Tom King está de moda, que es un guionista que crea tendencia. En un mundo de youtubers en busca de la fama exprés mediante la prostitución de su privacidad, de instagramers viviendo una falsa vida de perfección y de escritores más célebres por sus polémicos tuits que por libros interesantes, estar en boga por tu trabajo más que por tu vida privada es algo encomiable. Así que, sí, Tom King está de moda. Y es que, últimamente, las tareas como guionista de Tom King van mucho más allá de un trabajo sobresaliente. Con Mr. Milagro vuelve a demostrar que es capaz de coger un personaje de segunda (al igual que hizo con La Visión) dotarlo de una personalidad profunda y enfrentarlo a un mundo complejo. Al lector solo le resta, mirar, observar, poner esfuerzo de su parte, y, como si de un espejo algo distorsionado se tratara, descubrir que la vida de ese personaje no difiere tanto de la suya.

La autorreferencia es bastante clara. Parte de lo que le ocurre a Scott Free le ha ocurrido, de una forma u otra, al guionista. Recordemos que durante una temporada Tom King formó parte de la CIA. Y la guerra en este cómic es una parte esencial en la narración, aunque no es la premisa principal como lo era en Omega Men. Guerra, espionaje, montañas de muertos. El superhéroe, el mejor escapista desde Harry Houdini no es capaz de escapar de sus obligaciones. Máxime cuando estas implican acabar con Darkseid y esa Ecuación de la Antivida. Pero el tema importante aquí es cómo nos enfrentamos a nuestras mierdas: llámese guerra, llámese la muerte de un ser querido, llámese formar una familia, llámese, en definitiva, vivir. Porque entre las páginas de este cómic encontramos cosas tan mundanas como la conciliación familiar (o el intento), la planificación de obras en el piso (en un capítulo memorable en el que Big Barda y Mr. Milagro discuten sobre ello a la vez que reparten tortas y patadas para intentar infiltrarse en una base secreta) o las desavenencias familiares. Algunas de estas escenas con el ritmo típico de un cómic de superhéroes, la mayoría más cercanas a un cómic de lo cotidiano, el slice of life de los dioses. En ocasiones incluso podemos hallar como lo épico es llevado a un comedor de un apartamento. Un juicio de repercusiones significativas (y que encauza la historia), de una tensión narrativa angustiante con un encuadre de sitcom. Tom King nos muestra que en ocasiones lo peor y lo mejor ocurre dentro del hogar.

Si junto al nombre de Tom King se encuentra el de Mitch Gerads es imposible no pensar en El sheriff de Babilonia y el magnífico trabajo que el dibujante realizó en aquella obra de corte realista. Gerads vuelve a la carga. En el primer capítulo de Mr. Milagro el dibujante se muestra como un tornado que asfixia al lector con un sinfín de técnicas y texturas. Un primer capítulo (e incluso segundo y tercero) que puede parecer falto de sentido y atragantarse, por su extravagancia narrativa. Pero seguid adelante. Leed. Esforzaos. Disfrutad de esas ilustraciones que en una mezcla de estilos se atreve con los cómics de los 70 y el realismo. Lo humano, plasmado. A esto hay que añadirle la suciedad controlada: manchurrones, desgarros e incluso trozos de celo que parecen aguantar las viñetas, viñetas que en ocasiones asemejan polaroids pasadas por un filtro. Un dibujo descarnado que se torna angustioso cuando Gerads añade efectos de cinta VHS sucia o de televisión digital que pierde la señal. Lo que por separado parece una locura, en conjunto es pura genialidad. Descubrid todo esto en ese capítulo en el que la maravillosa pareja formada por Mr. Milagro y Big Barda hacen repaso de su relación. Un capítulo tremendamente emotivo, bello, brutalmente humano. Un capítulo en el que las luces del atardecer, la negrura de la noche, la filosofía y la esperanza se hallan confinados en un entramado de 3×3 del que es imposible escapar.

Mr. Milagro, publicado por ECC, es un cómic con superhéroes extremadamente humanos que tratan de encontrarle un sentido a la vida. Con una narración que bascula entre la tensión emocional y la acción contenida, con unos personajes de humanidad sobrecogedora que se enfrentan al día a día de sus vidas con la ayuda del amor, más un dibujo sublime, complejo e inolvidable, se construyen las obras de arte.

“Y entonces ya no estaba asustado. Y no he tenido que huir.”

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