Nadie muere en Wellington, de Carmen Sereno

Nadie muere en WellingtonNueva Zelanda es uno de los países que quiero visitar antes de morir. Siempre me ha parecido un lugar mágico y, desde que se rodó allí El Señor de los Anillos, más aún. Pero fue gracias a Sarah Lark y a su novela En el país de la nube blanca cuando terminó de conquistarme. 

Por eso, cuando apareció ante mis ojos la cuidada, elegante y colorida cubierta de Nadie muere en Wellington, de Carmen Sereno, no me pude resistir y me hice con un ejemplar. ¿Por qué ese título? ¿Por qué nadie muere en Wellington? Necesitaba averiguarlo y adentrarme en su historia.

Una historia que ocurre en 1999. ¿Recordáis los últimos meses de 1999? ¿Recordáis el cambio de milenio? ¿Todo lo que se dijo al respecto? ¿Todas las supersticiones y habladurías? Pues Emma, nuestra protagonista, vive ese noviembre de forma monótona y aburrida. Harta de todo lo que hay a su alrededor, de todo y de todos. Le importa un bledo el cambio de milenio. Porque, ¿qué te va a importar si tu vida es un bucle al que no le encuentras sentido? Está cansada y desmotivada. Es auxiliar de forense en Londres y ha aprendido a convivir con la muerte, a mirar cara a cara a esos cuerpos sin vida y no experimentar dolor ni sufrimiento por ellos, por quiénes fueron. Emma perdió a sus padres en un accidente, por lo que la muerte siempre ha formado parte de su vida y ella así lo ha aceptado.

Sin embargo, una muerte inesperada golpea a Emma y una revista de National Geographic la empuja a tomar la gran decisión. Una decisión que la lleva a Wellington, la ciudad más feliz del planeta. Lugar donde conocerá a David, un hombre distante y reservado, con un pasado que lo ahoga, pero que se resiste a salir a la superficie.

En mi opinión, cuando nunca has sido feliz y vives en un mundo apagado y gris, empezar de cero en la ciudad más feliz del planeta es la mejor decisión que puedes tomar. No obstante, a pesar de que sea la mejor decisión, creo que Emma es una mujer muy valiente. Porque tienes que serlo para dejar atrás lo conocido y marcharte a la otra punta del mundo. Aunque eso es lo bonito, lo importante: seguir a nuestro corazón, dejarnos llevar por nuestra intuición y lanzarnos al vacío para ser nuestra mejor versión en una vida que pasa sin darnos cuenta delante de nuestros ojos. Porque si no cambiamos el rumbo, la vida llegará a su fin y no habremos disfrutado de cada instante. Ya nunca podremos volver atrás para buscar la felicidad.

La verdad es que no conocía a Carmen Sereno, no había leído nada de ella, y me ha sorprendido lo bien que escribe, lo bonita y entrañable que es su prosa y lo fácil que hace que nos identifiquemos con Emma. Además, su pluma nos hace reír en momentos difíciles de la novela para dejarnos claro que ante las adversidades debemos mostrar nuestra mejor sonrisa.

Por otro lado, todos y cada uno de los detalles que nos proporciona sobre Londres y Wellington, así como el vocabulario relacionado con el mundo forense y la mitología, cultura y costumbres maoríes, nos hacen ver el trabajo de documentación que hay detrás. Carmen nos demuestra que tiene mucho talento para crear historias bien elaboradas que brillan por esas pequeñas cosas que ella hace grandes. A mí me ha transportado completamente a esos lugares que describe y ha hecho que me acerque a todo lo que Emma y David experimentan.

Además, Emma y David están exquisitamente confeccionados. Son personas reales, como tú y yo, con sus virtudes y sus defectos, con sus heridas del pasado esperando a que alguien las cure. Sobre todo las de David, que se esconden para que ni el lector ni Emma las saquen a la luz. Y eso nos provoca inquietud y curiosidad deseando llegar al final y descubrir qué se oculta detrás de ese misterioso hombre.

Aunque no solo de personajes atormentados vive esta historia, no, porque en ella también conoceremos a personas tan agradables y generosas como Kauri, el señor O’Sullivan o Alice.

En resumen, Carmen Sereno ha escrito una novela repleta de momentos tristes y felices. Una novela cargada de segundas oportunidades. Así es Nadie muere en Wellington, una novela que nos invita a vivir una nueva vida que llama a nuestra ventana para que dejemos entrar al optimismo, a la alegría, al amor, a la pasión, a la confianza y, sobre todo, a la esperanza. Para que tú, lector, cierres los ojos por un instante y te preguntes, «¿soy verdaderamente feliz?». Y si no lo eres, ¿qué mejor lugar para serlo que la capital de Nueva Zelanda?

 

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