Salvá de Tejada, El homenaje

Reseña del libro Salvá de Tejada, El homenaje, de Amador Rodríguez Navalón

«Mi nombre es Ángel y soy el tercer marido de Leonor (…). Creo que jamás me ha llegado a querer como yo la quiero a ella. O igual estoy equivocado y es solo el sufrimiento que en la vida le ha tocado padecer lo que le ha hecho más fría y distante».

Cuando era pequeña tenía una obsesión que no conté a nadie: cada vez que me montaba en un coche tenía la necesidad de mirar los bajos para comprobar que fuera seguro. Veía la tele y preguntaba. Preguntaba y me respondían. Me respondían y a mí me entraba un miedo terrible al pensar que podría ser la siguiente. No era la primera de mi familia, me lo habían dicho, y no vivir en el País Vasco no significaba nada. Mi tío abuelo ni siquiera era militar, era el conductor de un autobús de militares. Y murió en aquel atentado. ¿Por qué no podía pasarme a mí?

Crecer en los noventa fue un poco así, confuso. Los niños tuvimos que dejar de ser niños muy pronto para comprender qué estaba pasando en la tele, y nuestros padres trataban de explicárnoslo de la mejor manera posible, aunque no existiera ninguna. 

Perdona, querido lector, que haya empezado esta reseña divagando de esta manera por mis recuerdos, pero ha sido inevitable. Y eso es bueno, ya que la literatura también consiste en eso, en remover recuerdos dormidos y revolverte las entrañas y los sentimientos. Hoy estoy aquí con los sentimientos revueltos; y las entrañas, también. Porque tengo ante mí un libro que me ha hecho revivir toda esa angustia que yo sentía cada vez que se encendía la tele y en el telediario decían que ETA lo había vuelto a hacer.

Pero vayamos por partes. El libro en cuestión es Salvá de Tejada, El homenaje, escrito por Amador Rodríguez Navalón. Esta novela, editada por Editorial MaLuma, cuenta la historia de Kauldi Unzalu, condenado a prisión por el asesinato de dos guardias civiles, y de su homenaje al cumplirse cinco años desde su muerte. Es este homenaje —en el que se le considera como un liberador de Euskal Herria— el punto central de la novela, pero esta historia va mucho más allá. 

Tenemos que pensar en este homenaje como en una suerte de plaza de pueblo donde van a converger varias calles que nos llevan a diferentes lugares. Estas calles nos llevan no solo a conocer los entresijos de ETA en sus años más boyantes, sino que también nos acercarán a la época del franquismo, a conocer cómo se vivió este tema en el resto de España o cómo una familia tendrá que lidiar contra un destino que parecía escrito. 

Es en este último punto en el que me apetece centrarme más. He empezado la reseña con una cita del libro en la que entendemos que es Ángel el que va a contar la historia que tenemos delante. Precisamente Ángel, abuelo de Rubén, el que va a escuchar la narración de primera mano, se casa con Leonor, la madre de Kauldi. Ángel no es más que un caballito blanco en esta trama, alguien ajeno al sufrimiento vasco y que tendrá que comprender una lucha de la que no forma parte. Este recurso me ha parecido interesantísimo porque hace que el lector se sienta más cómodo: el narrador es alguien neutro que tendrá que comprender qué supone el conflicto vasco. Y no solo eso, tendrá que hacerlo porque su mujer, el amor de su vida, es la madre de un condenado por asesinato. 

Al leer esta premisa yo tuve claro que este libro me iba a dar muchísimo más de lo que podría esperar en un principio. Y así fue. No solamente he aprendido mucho sobre el conflicto vasco (y la etapa del franquismo, de la cual, he de reconocer, no tenía mucha idea), sino que me he metido en los entresijos de una familia destrozada por esta lucha que a día de hoy sigue dejado heridas imposibles de cerrar.

Me ha gustado mucho la forma en la que Ángel cuenta la historia tratando de ser neutral pero demostrando que es una persona humana. Cómo conocemos a Leonor, una Leonor dolorida y que, en el fondo, creo que piensa que no merece ser feliz. Cómo nos adentramos en todos estos datos históricos que el autor nos va regalando a medida que leemos para que entendamos la historia en su conjunto, sin que resulte pesado en ningún momento. Y digo esto porque a veces me da miedo adentrarme en la novela histórica porque temo encontrarme ante un compendio de datos y datos que ralentiza la trama y que al final hace que tenga la sensación de estar ante un libro académico más que ante una novela. Sin embargo, no ha sido así. El autor da los datos en el momento oportuno y lo hace de una manera magistral para que el lector comprenda y aprenda pero no se aburra.

No puedo dejar de admirar el trabajo realizado por Amador Rodríguez Navalón. Me parece fascinante la labor de documentación que ha hecho para escribir esta novela. Además, no puedo pasar por alto un dato que aparece en su biografía y que ha hecho que sonriera un poco al leerla. En ella nos cuenta que por cuestiones de la vida jamás pudo perseguir su sueño de ser escritor, pero que después de ser atropellado y tener que coger una baja bastante larga, vio en ello el momento perfecto para adentrarse en la aventura de convertirse en novelista.

Qué te voy a decir, querido lector, si te lo he dicho ya un montón de veces. No hay nada como perseguir un sueño, y gracias a esa persecución incesante hoy yo estoy aquí reseñando Salvá de Tejada, El homenaje, y sintiendo ese cosquilleo que explica por qué me encanta leer, aunque a veces estas lecturas remuevan recuerdos medio dormidos y saquen confesiones que, pensaba, jamás iban a salir. 

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