The fade out, de Ed Brubaker y Sean Phillips con Elizabeth Breitweiser

The fade outLos Ángeles, 1948. Sobre la colina del Monte Lee luce esplendoroso el letrero de Hollywood. Son tiempos en los que brillaban en igual intensidad las estrellas del cielo y las estrellas que salían en las películas. Las carteleras del cine era una constelación en sí misma; James Stewart, Ingrid Bergman, Lauren Bacall, Humphrey Bogart o Judy Garland iluminaban las calles de una ciudad rebosante de glamour y exquisitez. Por aquel entonces, películas como La soga, de Hitchcock, Cayo Largo, La ciudad desnuda o Juana de Arco se proyectaban en los cines de la ciudad creadora de sueños. Hollywood, la «Meca del cine». La ilusionista, la elegante, la embaucadora, la más guapa del baile, la hipócrita, la gran hija de puta de Hollywood. La madre de todas las mentiras.

The Fade Out, 2018. Glamour, joyas, sonrisa perfecta, mirada arrebatadora, galán encantador, mujer preciosa, amor perfecto; BRILLAN. Hollywood dorado en una portada. Portada y solo eso, lo que cubre, lo que se muestra de puertas para afuera. Dentro, sí, hay Hollywood, mucho Hollywood, pero uno muy diferente: uno oscuro, que no brilla, uno que no se muestra en el cine. Una portada de película clásica que define perfectamente lo que esconde este gran cómic del (y esto lo he dicho ya y lo repetiré en más ocasiones) equipazo formado por Ed Brubaker y Sean Phillips con Elizabeth Breitweiser entintando. Cine negro en cómic. Una delicia.

Desde que me recomendaron las historias de Brubaker, me he ido acercando a ellas, no con cuentagotas, sino de lleno. Porque me gustan las historias bien narradas, con un contexto social que resulte interesante y del que se puedan extraer distintas lecturas interpretativas que eleven la calidad del argumento. Ya disfruté con Kill or be killed (Panini, 2018) y con Escena del crimen (Norma, 2000), y ahora mismo estoy con Fatale (Panini, 2018). Es un autor que se ha consagrado en el género policíaco y negro canónicos. Su interés reside en contar historias que te envuelven en su atmósfera, ya sea por las actuales y sucias calles urbanas de los cómics citados o tras las bambalinas de los estudios de Hollywood, como ocurre con The fade out.

La historia está contextualizada en la etapa de las listas negras del FBI en la que buscaban a autores, guionistas o intérpretes pertenecientes o relacionados con los comunistas. Una caza de brujas en la que muchos se vieron obligados a esconderse; otros, bajo presión, traicionaron a amigos y compañeros por salvar su pellejo. Es Hollywood, o comes o te comen. Charlie Parrish, guionista, traicionó a su mejor amigo y compañero escritor, Gil Mason. Está en deuda con él por lo que le hizo, y como sabe que él odia a la industria hollywoodiense, será el único que puede ayudarle a descubrir al asesino de la actriz principal junto a la que ha despertado tras una noche de fiesta.

Obviamente, el camino no será nada fácil. A través de recuerdos distorsionados de rostros que vio en aquella fiesta, intentará trazar una historia, su propio guion, que le conduzca hasta el asesino. Lo que irá descubriendo es la putrefacción de los estudios de Hollywood. Todas aquellas personas, productores y sicarios a sueldo que trabajan tras lo que brilla ante las cámaras, se interpondrán en su camino para llenarle de dudas sobre la identidad del culpable, además de poner su vida y la de su amigo en riesgo.

La trama, canónica como ya he comentado, no ofrece nada nuevo bajo el sol. Tiene un arranque potente. Ya sabes, si tratas el género negro, que la sangre vaya al principio. Mención destacable merece el funeral de la actriz donde en voz del guionista queda manifiesto el sentir del mundo del espectáculo, en el que dudas de si hasta las lágrimas por la muerte son reales o no. Es cierto que en un cierto punto la historia, por su tono, me estaba resultando algo lineal, creando cierta desconexión de la trama. Vuelve a recuperar fuerza, en parte, gracias a una mayor aparición y protagonismo de Gil Mason, más interesante en cuanto a personaje, y que descubrirá, con sus propios métodos, los oscuros secretos de la industria.

En un cómic que refleje el Hollywood de la era dorada no pueden faltar apariciones estelares como las de Clark Gable o Dashiell Hammett, así como una fascinante representación de calles, coches y locales de fiestas, como el Clifton’s o el Ciro’s, donde se interpretaban tocatas de jazz durante toda la noche. Labor magnífica que corresponde a su ilustrador, Sean Phillips, uno de los alicientes más sólidos para acercarte al arte de este cómic. También aprovecho para añadir como lectura complementaria la obra Matamoscas (Libros del zorro rojo, 2018), del propio Hammett y con el arte cinematográfico noir de Hans Hillmann, que en una línea similar, pondrá las calles de San Francisco como un decorado más del Hollywood clásico a ritmo de jazz.

Es significativo el momento en el que The fade out ve la luz. Lo es por los tiempos que corren en los bajos fondos hollywoodienses con casos tan deleznables como los del productor de cine Harvey Weinstein. Cuánto hay de esa historia, por desgracia real, en el cómic, abruma y aterroriza. Que no es oro todo lo que brilla ya lo suponíamos. Que cada vez se sepa de más casos de extorsión o violación dentro de la industria del cine, asquea bastante. Sin entrar en polémicas, saco a colación este tema porque un punto donde se hace bastante énfasis en los cómics de Ed Brubaker suele ser el del trato o posición que cede a sus personajes femeninos. En el caso de The fade out, llega a un punto tan excesivo en cuanto a cosificación de la mujer que queda fuera toda malinterpretación posible hacia su creador: es una caricatura grotesca, una deformación del mundo vil y superficial que representa Hollywood. Al menos, así lo interpreto yo.

Y por último, como ocurre en la entrega de premios de los Oscar, premio a la edición. Evolution Comics (Panini) ofrece el lujo que merece este cómic. Perfecta corrección de textos, diseño, maquetación y encuadernación. Como añadidos, todas las portadas, obras de arte a página completa, proceso de creación del arte de Sean Phillips con consejos interesantes para dibujantes e historias complementarias que te introducen aún más si cabe en la atmósfera del cine de los años 40 de Hollywood.

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