Supongo que hay un momento en la vida para empezar a tocar un instrumento si uno desea en serio dedicarse a ello. Imagino que cualquier virtuoso del piano o del violín dirá que comenzó en la música a los cinco, seis u ocho años, y que nadie que valga mínimamente la pena en lo suyo, salvo si lo suyo es contemplar obras o tener achaques, podrá confesar que comenzó con ello a los treinta y siete. Pero también es cierto que el impulso de aprender es infinito, o debería serlo, y nunca es tarde para poder decir algunas palabras en japonés, manejarse con el punto de cruz o, como es el caso, aprender a tocar algunos acordes de uno de los instrumentos de moda, el ukelele.
Este hermano pequeño de la guitarra era hace diez o quince años un bicho raro de las fiestas. Sin embargo, la era de lo kawaii lo ha convertido en un instrumento encantador, cool, que ha dejado por fin de ser el juguete que fue en la posguerra para entrar de lleno en el “top ten” de la música popular.
Ukelele para principiantes, de Will Grove-White, es un manual introductorio que destila buen rollo, animoso y poco exigente. Se nota que está escrito por un apasionado del tema que trata de evangelizar a cualquiera que se le ponga por delante y vuelca en él todas las anécdotas acumuladas durante años de amor al ukelele. Así, más de la mitad del texto, la primera parte, está centrada en la parte divulgativa: historia del instrumento, evolución, tipos, biografías de ukelelistas famosos y anécdotas de famosos ukelelistas (ojo, que no es lo mismo). Interesante y ameno, aunque quizá demasiado extenso, este material nos dará juego para sacar a relucir nuestro conocimiento del tema solo con desenfundar el ukelele, sin tan siquiera tener que demostrar que sabemos cómo se agarra.
Cuando ya entra en materia y nos ponemos manos a las cuerdas, tengo que decir que la edición resulta bastante cómoda para la parte didáctica. El libro se abre y se mantiene abierto sin mucha dificultad, las ilustraciones son bastante claras y la estructura, simple y fácil de seguir. Y la curva de aprendizaje del ukelele es bondadosa, sospecho que con o sin el libro. Con la afinación propuesta por el autor, sin necesidad de tener un afinador a mano, se pueden conseguir algunas notas rápidamente y rasguear canciones sin tener casi ni idea del asunto (es mi caso). Y pronto se comienza a poder unir algunos acordes con otros o a tocar canciones sencillas que suenan, sorprendentemente, como las originales. Ahora bien, las que propone el libro son en su gran mayoría anglosajonas (no hay ni una sola referencia latina, si no me equivoco), y algunas de ellos, por desconocidas o por simples, no despiertan el más mínimo interés. Después de progresar con canciones cada vez un poco más complejas, hacia el final se pone verdaderamente técnico, sin perder el buen humor, pero en general queda la sensación de que es necesario rebuscar un poco más en videos tutoriales e insistir en la repetición de las lecciones para dominar el instrumento más allá de una mera repetición de canciones aprendidas.
Eso sí, incluso si no se retiene nada de lo aprendido por falta de insistencia, cualquiera que termine la lectura de Ukelele para principiantes al menos podrá seguramente lucirse en las fiestas y guateques conversando durante horas sobre este pequeño gran desconocido.
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