Un hijo cualquiera

Reseña del libro “Un hijo cualquiera”, de Eduardo Halfon

Un hijo cualquiera

Otra vez Halfon. Pasé por aquí hace tres años para hablar de El boxeador polaco, y el año pasado leí Canción. Sí, me faltan todavía unos cuantos, pero ¿os imagináis el vértigo de pensar que ya no te queda ningún libro por leer de uno de tus escritores favoritos? He dicho favoritos, joder, ahora ya queda claro que esta no será una reseña objetiva. Tranquilos, nunca lo han sido.

Eduardo Halfon vuelve de la mano de Libros del Asteroide para darnos una nueva dosis de lo que mejor sabe hacer: meterse él mismo en un libro y contarte retazos de su vida. Como ya comenté en aquella reseña, digo «su vida» pero podría no serlo. Y lo mejor de todo es que nos da igual. O por lo menos a mí.

Como digo, no hay sorpresas, y que no las haya, porque el classic Halfon ya es genial. Pequeños escritos o relatos que forman una obra entera. Con un punto en común que es la vida del autor barra personaje, del personaje barra autor. Autoficción en toda regla. Stop con las etiquetas.

En Un hijo cualquiera empezaremos leyendo sobre el hijo de Halfon, debatiendo junto a él si circuncidar al bebé o no, siendo conscientes con él de ese genial «el pene de mi hijo, a partir de ese momento, ya no era suyo». Y del nacimiento de su hijo pasamos a un recorrido en retrospectiva por su vida y la de su familia: Halfon teniendo que irse muy joven de Guatemala a Estados Unidos, donde estudiará Ingeniería; Halfon volviendo a Guatemala con el sentimiento de extranjero, sentimiento que durará ya para siempre; su familia presionada por los militares, relatos de amigos y conocidos donde nos y le cuentan torturas, anécdotas con las guerrillas, historias y palabras guatemaltecas (zompopo, el kaqchikel y sus términos, ocotes…), el tema del suicidio…

Un repaso por la historia de Guatemala que Halfon ha recorrido en vida, ya sea dentro o fuera, ya sea en la facultad estadounidense o en casa de su abuelo viendo militares entrar a su despacho mientras uno de sus tíos intenta leer el futuro en el poso del café. Saltos sin orden aparente (aunque algo dentro te dice que solo podrían estar colocados así) que acaban configurando, como pasa con sus anteriores libros, un todo. Un todo incompleto, eso sí, porque no queremos que Halfon pare. Que siempre sea su penúltimo libro.

Es acabar de leer un libro suyo y que me sea inevitable pensar siempre en esa cita del Süddeutsche Zeitung que acompaña sus últimas fajas, solapas o contracubiertas, en la que se dice que «Eduardo Halfon está escribiendo, sin que importe que sus libros se publiquen por etapas, la gran novela de su vida». Y es que no puede ser más acertada. Qué gran novela está siendo, de verdad, la gran novela de su vida. Y ahí estaremos para leerla. Entera.

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