El verano de los náufragos, de Sergi Carballo Losada

El verano de los náufragosTengo muchos recuerdos de mi infancia. Quizás demasiados. Recuerdo detalles, conversaciones, incluso olores de algún momento que me marcó. Pero lo que más retengo en mi memoria son las sensaciones. Una de las más bonitas era llegar a mi pueblo, en Cantabria, cada uno de agosto. Después de haber pasado todo el año en Madrid y un mes en Castellón con mi abuela paterna, llegaba mi mes favorito del año.

Recuerdo perfectamente la sensación de ir en el coche, un Kadett gris que perteneció a mi abuelo, atravesando la sofocante M-30. Mi madre y yo con el coche hasta arriba de maletas y unas ganas terribles de olvidarnos de la gran ciudad por unos días. Mi sensación favorita llegaba cuando pasábamos Burgos. La temperatura bajaba drásticamente y sacar el brazo por la ventanilla era una autentica gozada. Llegábamos al pueblo agotadas y muertas de frío, pues en las altas montañas de Cantabria es raro superar los 16 grados en agosto. Así que mi abuela nos esperaba con grandes chaquetas que ya habían adquirido el calificativo de “ropa del pueblo”, lo que significaba que la podías manchar o romper y no pasaba absolutamente nada.

Pasaba todo el verano con mis amigos. Compartíamos las noches, las verbenas, las confidencias, los primeros besos, las primeras borracheras inocentes. Por el día montábamos en bici hasta quedar exhaustos. Nos bañábamos en las frías aguas del río, en las que solo durábamos un par de minutos, para después tumbarnos al sol y jugar a las cartas durante toda la tarde.

Pero llegaba septiembre. Y, como solía decir mi abuelo, al que echo de menos cada día, cada mochuelo se iba a su olivo. El momento de separarnos había llegado. Unos se quedaban en Cantabria, otros se iban a Bilbao, a Salamanca, a Madrid. Volvíamos al hogar y a la realidad de empezar las clases de nuevo. Más morenos y con más anécdotas en los bolsillos y sabiendo sin querer darnos cuenta que esa amistad algún día llegaría a su fin.

Cuando empecé a leer El verano de los náufragos todos estos recuerdos vinieron a mi cabeza de golpe. No pude evitar sentirme triste, porque ahora, después de tantos años, solo mantengo el contacto con un par de aquellas personas por las que habría dado incluso mi vida cuando tenía quince años.

Javi, el protagonista de este libro escrito por Sergi Carballo Losada, también se dio cuenta de esto. Quizás más tarde de lo que debería. Pero no le culpo. Su vida, aunque podía pasar por la de un adolescente más, estuvo llena de drama. Primero vino la muerte de Edurne, una de las chicas que formaban parte de la cuadrilla. La grava en una curva y una motocicleta serían las culpables de que su vida se truncara para siempre. Aceptar la muerte de una persona tan joven es algo muy difícil de asumir y, para Javi, fue el desencadenante que hizo que su vida no fuera todo lo fácil que debería ser la vida de un chico de quince años. Vivió demasiado en muy poco tiempo, teniendo que lidiar con gente que no le convenía y que podrían haber hecho de él un desperdicio de persona. Y luego estaban sus propios problemas, que no eran pocos. Enamoradizo como el que más, no podía evitar encapricharse de las chicas que él creía perfectas. Chicas que estaban lejos de su alcance y que preferían salir con los gallos del gallinero, en vez de con el chico que adora la filosofía y se pasa horas leyendo encerrado en su habitación.

El verano de los náufragos es una historia sincera, que retrata a Javi de la manera más humana posible. Después de leer unas cuantas hojas, invade al lector la sensación de que Javi te está contando la historia únicamente a ti, como si fueras un viejo amigo al que tiene que poner al día. Sientes pena por él; también alegría en algunos momentos, por supuesto. Tienes la necesidad de decirle: “Javi, así no, te estás equivocando”, como bien le decía su sabia abuela cuando veía que se estaba saliendo del camino. Es imposible no leer la historia sin sumergirte en ella y sin formar parte de esa cuadrilla que se formaba en Galicia cada verano, cuando el pueblo se llenaba de gente de fuera para pasar allí los meses de vacaciones. Y es imposible no identificarse con la desolación que sentía Javi cada vez que tenía que volver a Barcelona (su Madrid particular) para darse cuenta de que los veranos al final son como un sueño, en el que pasan muchísimas cosas y que parecen no pertenecer a este mundo.

Sergi Carballo Losada nos trae una novela que hay que leer despacio, disfrutándola. Hay momentos en los que no puedes parar de leer porque necesitas saber qué habrá pasado con un personaje determinado. Y hay otros momentos en los que la historia es más pausada, donde el autor se explaya contándote alguna historia de los muchos personajes que aparecen en el libro y que no esperabas encontrarte. Porque aunque Javi es el protagonista, conoceremos muy a fondo a todos los personajes que de una manera u otra convirtieron al joven barcelonés en el hombre que es hoy en día. Conoceremos a Edurne, a su hermano Josetxu, a Antonio, Claudia, Diana, Laura… muchos chicos y chicas que formaron parte de la vida de Javi y que de un modo u otro consiguieron cambiarla.

Me ha gustado especialmente que durante todo el libro el autor fuera dejando miguitas de pan, de manera que nos iba adelantando cosas de las historias de los personajes, pero sin revelar nada. Así, a medida que van pasando las páginas, el autor retoma alguna de esas historias que vivimos unas páginas atrás para desvelar lo que no hizo en su momento. Me ha gustado mucho y me ha parecido increíblemente difícil, porque seguir esta tónica a la hora de narrar una historia podría haber supuesto que el autor se despistase y dejara sin contar alguna de las crónicas o que lo que contara en un momento posterior no encajara con lo que dijo en un principio. Y ya os aseguro que Sergi Carballo Losada, aun siendo esta la primera novela que publica, no ha caído en ese error.

La verdad, me hubiera encantado leer este libro en verano. Hace años que dejé el ruido de Madrid para venir a vivir al pueblo, ese que tantas alegrías me dio cuando era más pequeña. Ahora puedo disfrutar todo el año de los interminables paseos por el monte, sintiéndome libre, como no me sentía en la capital. Leer este libro debajo del cerezo que planté hace unos años hubiera sido una experiencia mágica. Una experiencia de esas que jamás se olvidan, como no he olvidado lo que era bañarse en el pilón o comer pipas en el portal de la Iglesia durante una tarde entera.

Yo nunca pido demasiado a los libros. Solo pido una cosa: que me trasmitan algo. Que cuando termine un libro, cuando lo cierre, sienta que no he perdido el tiempo. Que haya sido capaz de hacerme entrar en la historia y sentir algo, lo que sea. No pido que el sentimiento sea bonito, sino que sea de verdad. Y tengo que decirlo, El verano de los náufragos lo ha conseguido.

Ver en mylibreto: El Verano de los Náufragos

5 comentarios en «El verano de los náufragos, de Sergi Carballo Losada»

  1. Confieso que me costó entrar en la lectura de éste libro, por fin lo hice, coincidiendo con éste verano atípico, meteorológicamente hablando, y no me arrepiento en absoluto.
    Conozco al autor, que además tuvo la cortesía de regalarnos, a mi hermana y a mí un ejemplar, y dedicarnos unas letras.
    Navegando por sus paginas, sorprenden las similitudes,- guardando las distancias en ciertos aspectos-, que una historia ajena a ti, puede tener respecto a la experiencia vital de los protagonistas. ¿Quién no ha naufragado alguna vez en el verano de su existencia?, ¿quién no ha pretendido ser Dios, en algún momento de su inocencia?. Bravo Sergi, ¡a por el próximo!…

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