Hambarath, de Alfonso Piñol

HambarathSiempre he tenido debilidad por las novelas fantásticas. Hay algo en los mundos inventados que me atrae irremediablemente. Esas novelas en las que el autor hace que te sumerjas en otro tiempo, espacio, universo o realidad, son las que consiguen que me evada cuando llega la hora de la lectura. No me malinterpretéis, me gusta leer de todo, pero al final, las que logran que mi mente se quede en blanco y me olvide del día a día son aquellas novelas que me ofrecen una vía de escape a un mundo que no es el mío. Y es que el mío, como el tuyo, a veces puede llegar a dar mucho miedo.

Cuando leí la sinopsis de Hambarath supe que este libro iba a ser uno de esos de los que os estoy hablando. En el resumen se nos habla de Rob, un humano que, por primera vez, viaja a uno de los múltiples mundos que forman la Alianza. En concreto, viajará a Hambarath, un lugar habitado por extraños seres al que tendrá que aprender a adaptarse. Aunque a priori los habitantes parecen humanos, poco a poco descubrirá que hay muchísimas diferencias entre su raza y la que habita en este mundo madre, empezando por el tono de piel, ya que cada habitante de ese planeta la tiene de un color diferente. Rob tendrá que adaptarse a las costumbres de sus nuevos vecinos. Tendrá que estudiar a fondo sus creencias, su historia, sus manías, para poder adaptarse lo antes posible y poder ser de utilidad. ¿Y por qué habría de ser de utilidad? Pues muy simple: porque en ese nuevo conjunto de mundos llamado Alianza, hay varios detractores que quieren acabar con la paz conseguida después de mucho tiempo. Por una parte, está Aethernum, consciente de que Rob puede destruir lo que lleva planeando desde tiempo atrás. Y, por otra parte, está Pteramynon, otro malo malísimo que, aunque vio cómo sus poderes se debilitaban después de la Gran Guerra, poco a poco va afianzándose, teniendo como objetivo derrocar a la Alianza.

Interesante, ¿verdad? Pues eso no es todo. A todo esto le tenemos que sumar un poder especial que posee Rob, del que no os voy a hablar para no fastidiaros el libro, que es lo que tanto miedo da a todos los enemigos de la Alianza. Saben que con Rob dentro de Iyrvrham, les va a ser muy difícil alcanzar sus objetivos. Aunque la realidad es que este no tenía ni idea de que poseía ningún tipo de don. Así que el esfuerzo por adaptarse será el doble, teniendo que empezar por conocerse a sí mismo, cosa que puede llegar a ser tremendamente complicada. Y no podemos obviar los sentimientos, ya que en un intento de encajar más dentro de su nueva comunidad, descubrirá que se puede llegar a sentir algo muy intenso por seres que no son como él.

Me han gustado mucho los personajes de esta novela. A medida que vamos leyendo, podemos ver cuán distintos son entre ellos y lo bien desarrollados que están. Realmente merece la pena adentrarse en esta historia por las descripciones físicas de cada uno de los personajes, que son muy peculiares, pero también por el trasfondo psicológico de todos ellos. A medida que pasan las hojas, entendemos la forma de ser de cada uno. Y Rob… Rob es un tío que podríamos ser tú o yo. Es alguien normal y corriente que verá cómo su mundo cambia radicalmente al encontrarse en un planeta que no es el suyo y ser consciente de que posee un don cuya existencia desconocía totalmente. Esa identificación con Rob hace que nos podamos adentrar más profundamente en la lectura, pensando sus pasos como nuestros y entendiendo todos sus pensamientos. Aunque ficción, es muy humano.

Alfonso Piñol nos trae una novela bien cargadita de emociones. La acción, en un primer momento, es pausada. Se va cociendo lentamente. El autor nos va presentando a todos los personajes, poniéndonos en situación, dándonos a conocer todos los sentimientos de cada uno de ellos y haciéndonos comprender todos los puntos de vista. Al final, una guerra se trata de eso, de puntos de vista enfrentados y, para saber a qué bando defender, lo correcto es saber cómo piensa cada uno. Poco a poco, las relaciones entre los personajes se van labrando. Como si el autor barcelonés fuera en realidad un cocinero que va preparando todos los ingredientes uno a uno para al final servir el guiso en el plato. Un guiso lleno de historias, de aventuras y de batallas por librar.

En sus más de setecientas páginas, encontramos historias para todos los gustos. Creo que podría gustar a un abanico muy amplio de lectores. Gustará a los aficionados a la ciencia ficción, ya que la descripción de esos mundos lejanos y alienígenas es tan detallada que podemos imaginárnoslos sin ningún problema, como si los conociéramos de toda la vida. También a los apasionados de los misterios y el suspense, puesto que las tácticas de cada personaje se van reservando hasta el final. Por supuesto, a los que el romanticismo les toca un poquito el corazón también se verán satisfechos ya que Rob se verá inmerso en una especie de triángulo amoroso que le traerá más de un rompedero de cabeza. También a los que busquen guerras y batallas, eso está claro, ya que las palabras Alianza y detractores son las indicadas para que el conflicto esté servido. Como veis, todo un acierto se mire por donde se mire.

Hambarath ha cumplido con todas las expectativas que me había prometido en un principio. Pensé que iba a tardar más en leerlo ya que, no nos vamos a engañar, es un buen tomo, pero en una semana ha quedado finiquitado. Las páginas han volado ante mis ojos y, lo más importante de todo, han hecho que dejara de pensar en mi día a día y que llegara a formar parte de esta Alianza que tantos mundos extraños esconde.

Hay una cosa que a mí me ha hecho mucha gracia y que no puedo evitar compartir con vosotros. Si seguís mis reseñas, sabréis que recientemente terminé de estudiar Derecho. Y como todo alumno de Derecho, odié el Romano con todas mis fuerzas. Recuerdo que hacíamos casos prácticos constantemente, donde los nombres de los protagonistas venían, cómo no, de antiguos juristas clásicos. Uno de ellos era Sempronio. Como en los típicos problemas matemáticos en los que Manuel y Ana tienen cinco manzanas. Los casos prácticos de Romano siempre estaban protagonizados por Sempronio, Cayo y Ticio. Así que no he podido partirme de risa cuando he visto que uno de los personajes se llamaba como mi odiado amigo Sempronio. Tanto, que he acabado haciéndole fotos y mandándoselas a mis compañeros de la facultad, para recordar los viejos tiempos. En fin, cosas frikis de los estudiantes de Derecho. Si al final, con muy poquito, somos felices. Hasta aquí mi anécdota de abuela cebolletas del día.

Ya para terminar, diré que en la parte de detrás del libro, también pude leer que Alfonso Piñol es informático de profesión y teleco de vocación. Estoy segura de que ahora mismo, eso es erróneo. Eso hay que cambiarlo. Y, en su lugar, habría que decir “es informático y escritor de profesión”. Así, afirmándolo con rotundidad. Como se deben afirmar las cosas que son ciertas.

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