La cólera de Banshee

La cólera de Banshee, de Jean François Chabas

Ilustrado por David Sala

En un momento, en un instante, todo puede saltar por los aires. El humor, cambiante como las olas del mar, inestable como el alma de un artista creando su mayor obra, o dubitativo como un susurro de amor en los labios, juega con nuestras reacciones y nos mueve con furia, con ira, con la suficiente fuerza para que todo lo que conocemos quedé desmoronado en un segundo. A veces las razones son pequeñas, otras son enormes. Pero en todas ellas, las consecuencias pueden ser devastadoras. Y ahí, cuando nosotros cambiamos de una primavera templada a un abrasador verano en nuestro interior, debemos entender que nuestra cólera puede verse aplacada, domada, domesticada por una simple palabra de cariño que nos devuelve, de nuevo, al lugar donde nos encontrábamos.

Banshee siente en su interior una ira inmensa, tanto que es posible que produzca olas que se lleve a los marineros, que mueva sin ningún esfuerzo piedras que sólo los gigantes son capaces de transportar, pero, ¿qué le sucede a Banshee? ¿Qué es lo que hará que aplaque su cólera?

¿Sabéis cuando te encuentras ante una obra que pudiera estar expuesta en cualquier museo de arte y no desentonaría? Pues así es “La cólera de Banshee”. En una conversación con una amiga ilustradora, me comentaba que, para ella, este libro era uno de los mejores trabajos que Klimt podría haber creado. Y eso, es mucho decir. Pero una vez observado, una vez sentido, una vez navegado por sus páginas, me di cuenta no sólo de que ella tenía razón, sino que, además, se había quedado corta a la hora de describirme la belleza que encierran las tapas de este álbum para niños. Un cuento de fantasía en el, a través de las imágenes, podremos observar cómo una niña pequeña se siente desgraciada, enfadada, encolerizada, por algo que sólo descubriremos al final, cuando nuestros ojos se hayan acomodado a la luz que desprenden sus imágenes. Pero a la vez, junto a ese sentimiento de ira, nos encontramos una historia de amor materno, de cuidar lo que más quieres por encima de todo, y en el que sabemos que, pase lo que pase, nuestra madre siempre estará allí para calmar nuestra rabia con un sólo abrazo, con una palabra pequeñita, tan suave como una brisa que se cuela entre el pelo y te alborota todo lo que habías pensado hasta entonces. Y así, Jean François Chabas y David Sala nos dibujan una infancia enmarcada en unos ojos dorados, en unos reflejos de fuego que dejar a nuestro paso, y en un abrazo a un amigo que creíamos haber perdido, pero que reaparece en el momento oportuno, arreglando todo el desastre y dándonos la mano para que vayamos con él a cualquier parte.

Nos dicen los autores que, en Irlanda, la banshee es el hada más poderosa, y que ni siquiera los druidas podían combatir su poder. Y es que, en “La cólera de Banshee” nos acercamos a un espectáculo sin igual en el que nuestros ojos brillan junto con el vestido de esta pequeña niña que no encuentra consuelo, que se siente llena de una furia extrema, y que sería capaz de destruirlo todo, si no recupera lo que es suyo, si no consigue entender que lo que creía perdido, en realidad estaba sólo escondido.

Tres son las palabras que se reúnen en mi mente a la hora de hablar de este libro. Tres palabras que encierran en su interior una gran verdad, al menos para mí. Y es que es, una – absoluta – maravilla.