Leer para ti

Leer para ti, de Siri Hustvedt

leer para tiHay lugares que no son comunes, que no se encuentran aunque los busquemos o que, simplemente, desaparecen del mapa cuando los ojos se posan demasiado tiempo. Las horas, el pasar de un tic tac, las agujas que invierten su ritmo, o la cara pétrea de las estatuas que observando lo que sucede a su alrededor no hacen nada por evitarlo. Buscamos lugares, imágenes que se conviertan en ese recordar sinuoso que como las serpientes reptan por el cuerpo y se alojan en la cabeza, en un cerebro que al igual que el corazón late nervioso ante las evidencias, ante las verdades que se escriben y que son los pequeños puñales que te alcanzan hasta la médula. Leer para ti, con ese título que evoca la relación entre lector y libro, con esa imagen de dos personas compartiendo un lugar común, que se encuentra, que se bifurca formando atajos inesperados, comprende los poemas que tras tantos años de búsqueda infructuosa han dado su simiente, han logrado ser el hijo pródigo que yo esperaba encontrar en unos versos, en una cadencia llena de sorpresa y desazón, en el tú a tú al que nos enfrentamos a veces cuando una frase llega hondo o cuando un simple juego de palabras, inocente en apariencia, pero culpable en su fondo, resuena en los pliegues de la piel y la convierten en un disfraz, en pura planta sin más vida que observar el horizonte, que reflexionar sobre lo escrito, que vivir porque sí, aunque en esa falta de razones se esconda una ausencia perturbadora. Hay lugares que no se encuentran en los mapas, pero sin embargo sabemos que están ahí, esperándonos, disfrutando de nuestra búsqueda, sonriendo cuando nos vamos acercando a sus límites.

Cuando Siri Hustvedt llegó a mi vida lo hizo de forma fortuita. Yo buscaba otro libro, pero vi su lomo blanco, observé su portada azul y después leí el título, Leer para ti y supe que ya no había otro camino, que ese era el libro que debía llevarme para poder degustarlo con la tranquilidad que dan los años y con las canas que ya empiezan a peinar esta cabeza tiñéndola de blanco roto. Pero al igual que ese momento fortuito, no fue hasta ahora, que yo me decido a escribir unas líneas sobre él, cuando he podido enfrentarme – no se me ocurre otra palabra – a los versos de una autora que te zambulle en el agua estancada para que seas tú mismo el que salga por sus propios medios. Ser lector a veces te lleva por caminos que resultan minas, que explotan a tu paso y que convierten lo que te rodea en una especie de barrizal que las guerras – las internas – pueden hacer que acabes lleno de esa suciedad que en el alma se apodera y que consiente las mayores atrocidades. Ser lector, por tanto, es una profesión de riesgo, algo no pagado, pero que al menos tiene la satisfacción de cambiarte la vida para siempre.

Fue allí, en el sueño donde mi abuela me hablaba y soñé que me despertaba,
y desperté para recordar que estaba muerta

Puede que yo sea sensible, más de la cuenta me refiero, y que haya ciertas palabras, ciertos encadenamientos de palabras que ericen mi piel, el vello que la recubre, y conviertan en algo sublime una lectura que en principio puede no parecer tan extraordinaria. Pero nos movemos por emociones, las vivimos y nos mueven. Leer para ti se convierte en esa pasión que necesito, en una especie de armario donde guardar las imágenes, los recuerdos, colocados por su forma y su color, en unas estanterías que tiemblan, que no se sostienen como debieran, que parecen mantequilla a punto de ser derretida por Siri Hustvedt. No pretendo ser más que nadie. De hecho, ser yo ya me basta y me sobra, porque entre las decepciones, entre las alegrías y las tristezas, entre el mundo de la vida y la muerte, los libros forman esa compañía que a veces levanta pero otras hace caer, golpeando nuestros huesos contra un suelo imaginario. Y después, una vez terminado todo este arrebato en forma de poema, quedará el silencio, sí, quedará para la posteridad cuando cerremos las páginas y observemos, como yo lo hice, su lomo blanco, sus letras negras y ese título que nos llamará en leves susurros cuando queramos saber de lo que trata la vida, de lo que tratan las imágenes. Un libro que, como reza en la contraportada, parece haber sido escrito para ti sin saber que existías.

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