Moby Dick, de José Ramón Sánchez y Jesús Herrán Ceballos

Moby DickRecuerdo que la primera vez que leí Moby Dick fue precisamente en un cómic. Eso sí, era un cómic adaptado para niños, pero un cómic al fin y al cabo. Lo leí porque durante la carrera, una profesora nos mandó traducir al portugués una colección de cuentos y cómics que tenía ella por casa. La mayoría de mis compañeras se pidieron las historias de princesas, tipo Cenicienta y La Bella y la Bestia. Yo, que nunca he tenido mucho de princesita, elegí Moby Dick porque me pareció lo menos ñoño. Eso sí, aún hay palabras de la traducción que no he podido olvidar, como ese maldito espiráculo. Si no sabéis qué es, lo buscáis y eso que os lleváis.

Con los años me atreví a leer el Moby Dick de Melville, sin dibujitos ni nada, como una valiente. Y me gustó. Siempre ha tenido algo esta historia del capitán Ahab y el enorme cachalote que me ha atraído. También he visto adaptaciones de cine, pero he de decir que como el libro nada.

Y aquí estoy, de nuevo con un cómic sobre Moby Dick. Para que veáis las vueltas que da la vida, ¿verdad? Eso sí, esta vez no tengo la obligación de traducirlo, solo de disfrutarlo.

José Ramón Sánchez, Premio Nacional de Ilustración 2014, es el encargado de esta maravilla de libro, todo un homenaje a la novela de Melville por la que el ilustrador siente una enorme admiración. Jesús Herrán Ceballos es quien ha adaptado el texto literario a las ilustraciones del artista cántabro. Además, las emotivas palabras de Daniel Sánchez Arévalo que aparecen en el epílogo ponen un broche perfecto a esta obra. Algo que yo no sabía es que José Ramón Sánchez es el padre del director Daniel Sánchez Arévalo y cómo no, del amor de estos dos artistas nacen palabras tan bonitas como estas:

“Aunque si he de ser sincero, a veces tengo ganas de que mi padre pare. Porque cada vez que da un paso, me pone el listón más alto. Nos lo pone a todos los creadores. Qué castigo, qué inspiración. Qué fantasma inasequible al desaliento, qué ejemplo. Qué miedo, qué motivación. Qué imposible, qué real. Qué ayer, hoy y mañana. Qué siempre. Qué maravilla celebrar cada nueva creación de mi padre. No, no quiero que acabe nunca. Sé que nunca acabará. No lo permitiré. No se lo permitirá. Intenté huir de él. Intenté cazarlo. Ahora solo quiero nadar junto a él. Nado junto a él”.

No os voy a contar ahora la historia de Moby Dick, porque seguro que la mayoría de vosotros ya la conocéis. Y si no, este libro es una maravillosa forma de acercarse a la gran obra de Melville. Lo que sí puedo contaros es que si os gusta esta fascinante historia, si os encantan los buenos cómics y las ilustraciones impecables de este artista, esta versión de Moby Dick os encantará. Este es uno de esos libros que es puro arte se mire por donde se mire, donde la pasión emana en cada una de sus páginas, de sus ilustraciones. Una auténtica joya.

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