Popsía, de Francisco Félix Caballero

PopsíaEl poeta malagueño vuelve tras su poemario La resurrección de los muertos con esta nueva propuesta poética titulada Popsía. Un nombre que, sin lugar a dudas, no deja indiferente y que me parece muy sugerente y acertado.

Me interesan mucho estos rara avis como Francisco Félix Caballero, si el autor me permite llamarle así. ¿Por qué? Porque el poeta del que hoy hablo no proviene del mundo de las letras, como cabe esperar. Francisco es Licenciado en Matemáticas y Doctor en estadística y actualmente ejerce como docente e investigador. Como veis, no es lo normal. Por eso me gusta esta gente todoterreno, capaz de resolverte una ecuación y de escribirte un poema. La verdad es que admiro mucho a la gente de ciencias, es esa espinita que siempre tendré clavada.

Leemos sobre Popsía en la contraportada que “comienza con una “declaración de intenciones” y termina con una “despedida y cierre” y entre medias, encontramos poemas de corte intimista, postales de diversos lugares e instantes temporales (…)”. Y no le falta razón, pero yo, como poeta y reseñista, quisiera desgranar más este poemario. Sacarle su esencia. Vamos a ver si Francisco Félix Caballero se desnuda y nos muestra sus entrañas.

Dice el poeta que “lo peor de mentir es que sabes cuál es la verdad” y estoy de acuerdo con él. Desde luego, como comienzo, sí que es toda una declaración de intenciones. Pero me quedo con estos versos del mismo poema que, de algún modo, me han hecho reflexionar aún más que las mentiras:

“Lo peor de los años es el día que los cumples,

comprobar que no has hecho lo que una vez prometiste”.

Glup, ¿verdad, amigos? Es una flecha directa a nuestro orgullo. Al menos así lo he sentido yo.

Francisco Félix Caballero juega mucho con los contrarios. Lo que en un poema es ficción de repente se vuelve realidad, lo que es amor se convierte en desamor, el engaño y la mentira son a veces las verdades más puras.

“He olvidado las razones

para no volver a tu dormitorio,

para decirte tal vez que aún te quiero

o para recordar por qué te odio”.

Otra vez ese juego de espejos que reflejan lo que se muestra delante, pero también todo lo que está oculto.

Hay poemas muy sensuales, a esa mujer amada (o mujeres amadas). Poemas elegantes y sutiles:

“(…)

Quítate si quieres el vestido,

guarda que no nos vimos nunca,

que jamás nos conocimos,

que este tiempo no existió.

 

Acércate un poco más,

enciérrame en tu libertad;

quema mis labios con los tuyos,

hazme trizas la razón,

agítame con tu ansiedad

deja que te palpe el corazón”.

Pero también hay poemas más directos. Porque ya se sabe que en esto del amor a veces hay que quitarse la máscara y mostrarse tal y como es uno, haciendo declaraciones desnudas, sin vendas. Palabras que van directas a donde tienen que ir:

“Abandonar nuestra ropa en una esquina,

llamar al timbre de cualquier portal

y recorrer desnudos la ciudad,

amanecer sin otra causa que querernos.

 

Empezar por la planta de tus pies,

ir subiendo y besando cada rincón

de tu cuerpo tumbado en mi habitación,

colgar tu ropa interior de mi ventana.

 

Hacer un ruido extremo y no dejar dormir

a los vecinos, a los cronistas de la villa,

a los borrachos que gritan ahí fuera,

a los intelectuales que predican en un muro”.

 

¿Entendéis lo que os quería decir? Es maravilloso cuando el poeta se quita la máscara y deja salir a flote todos estos sentimientos. Es maravilloso porque entonces suceden poemas como éste, llenos de magia, de lirismo, de una sensualidad que embriaga.

Popsía es el segundo poemario de este poeta y ya va por la segunda edición. Como no hay dos sin tres, estoy convencida de que el poeta tiene mucho que ofrecernos aún, así que hay que estar atentos a sus pasos. A ver qué maravilla es capaz de regalarnos entre tanta investigación y tanto número.

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