A los cuatro vientos

A los cuatro vientos, de Dave Boling

Guernica: lau haizetara (A los cuatros vientos), de Dave Boling.

Aquel mes de julio, de nubarrones colosales, emprendí un viaje a Galicia con un par de amigas, porque según cuentan, la gente peregrina hacia aquel lugar cuando ha perdido algo, o cuando no consigue reunir las fuerzas para encontrarlo, y por el camino, se encuentra consigo mismo y con la dirección que ha de tomar.

Yo iba a ir de todas formas, y ellas decidieron acompañarme. Dos chicas extrovertidas que le alegraban el viaje a todo el autobús, con sólo decir que eran de Sevilla. Aunque durante el largo trayecto cambiamos tantas veces de asiento que sería imposible recordarlo, al segundo o tercer día, cuando nos dirigíamos a visitar la turística Isla de La Toja, mi compañera de asiento era una ancianita de nariz prominente, con la que apenas crucé palabra. Ella viajaba con su hermano y la esposa de éste.

A los cuatro vientos, de Dave Boling

 

 

Siguiendo el orden natural de salida de un autobús, descendí por las escaleras pocos segundos después de ella, los suficientes para oír a su hermano decirle “Astarózhna”, mientras le agarraba de un brazo para ayudarla.

Me situé cerca de aquel curioso trío durante la parada de rigor en el área de servicio para tratar de captar algún fragmento de sus conversaciones, pero hablaban demasiado bajo entre ellos.

Recuperamos nuestras posiciones en el autobús, y justo antes de atravesar el puente de la La Toja, el guía cogió el micrófono, para trasmitirnos la tradición local de pedir un deseo y contener la respiración a lo largo de todo el puente, para que se vea cumplido. ¿Quién puede resistirse?

Cuando llegamos al otro extremo, todos los ocupantes del autobús se felicitaban entre sí, como chiquillos, y el hermano de Juanita Unzueta, desde el asiento de atrás, le preguntó: ¿Qué has pedido tú? Ella se volvió muy digna, y con una asombrosa estoicidad, respondió, ignorando mi presencia por completo: “Quiero volver a Leningrado… antes de morirme” añadió.

Poco a poco, como si tratase de dar de comer de la mano a pájaros asustados, conseguí incluirme en las conversaciones de aquellas tres personas que habían captado mi curiosidad desde que las oí hablar en ruso entre ellas, y en castellano con el resto del grupo. Juanita Unzueta vivía en Eibar, y a su avanzada edad, aun impartía clases de danza clásica. Junto a su hermano y a su cuñada, había vivido prácticamente toda la vida en Rusia, desde que siendo unos niños sucios y hambrientos en plena guerra civil española fueron evacuados tras los bombardeos de Guernica.

Admirada por su historia, en aquel momento no fui capaz de imaginarme el sufrimiento de aquellas vidas, sino que sólo quería saber cómo era la Rusia soviética, de la que seguían enamorados, y sonreían mientras me contaban, llenos de orgullo, detalles de aquel singular período de sus vidas.

Mucho tiempo después de que terminaran aquellas vacaciones, continué pensando en Juanita Unzueta, y cada vez que me he encontrado con alguna historia o documental de “los niños de Rusia”, me he detenido a tratar de imaginar la historia que les había tocado vivir a aquellos tres simpáticos ancianitos.

No soy aficionada a la novela histórica, pero mi compañero, que es vasco, al igual que mis dos hijos, Haizea (viento) e Inhar (chispa de la vida), trajo a casa el otro día un libro titulado “Los cuatro vientos”, de Dave Boling, sobre la vida en un caserío de Guernica antes y después de los bombardeos. Me acordé una vez más de Juanita, y empecé a leerlo. Es mi pequeño homenaje hacia una desconocida que después de una vida durísima, mantenía una sonrisa, y aun le quedaban fuerzas para pronunciar un deseo, que resume la realidad del desarraigo de los que pasan toda una vida añorando volver a su país, para sentirse unos extraños en su tierra cuando al fin regresan.

Eva MMJ
eva@librosyliteratura.es

6 comentarios en «A los cuatro vientos»

  1. Para mi este libro ha sido uno de los mejores que he leñido este año. Me absorvió su lectura y me hizo conocer otro lado de la guerra civil, otros personajes, otra forma… Me encantó.

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  2. me alegro de que este libro te hiciera disfrutar. A ratos es muy duro, como los muñones de tanto escabar (tu y yo sabemos de que hablamos, para no revelar nada a quien no lo haya leido aun), pero consigue que te imagines bastante bien como vivian aquellos habitantes de guernica.
    Gracias por compartir tu opinión con nosotros

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  3. Empecé a leer tu comentario creyendo que era el inicio del libro que nos recomendabas. Me estaba gustando, quizás deberías plantearte escribir, Y si me cuentas la historia de esa gente prometo leerla.

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  4. Por tu comentario, estos pequeños detalles de personas desconocidas son los que nos mantienen la ilusión de seguir escribiendo. Es fácil adivinar que sueno con escribir una novela, esa que siempre anda en construcción. Lo mejor de participar en este proyecto web es que tu y yo podamos conocernos. Si estas interesada en seguir en contacto, no dudes en escribirme a : evam_montoya@hotmall.com
    seguro que puedes enriquecerme con comentarios sobre esos borradores perpetuos
    saludos desde donosti

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