Bajo una estrella cruel

Bajo una estrella cruel, de Heda Margolius Kovály

Nunca se podrá contar demasiadas veces la misma historia. Heda Margolius es prisionera en Auschwitz, donde ha visto a su madre caminar hacia la muerte. El final de la guerra está cerca, y los prisioneros de los campos pueden oír los cañonazos del ejército ruso cada vez más cerca. Los nazis se niegan a dejar testigos de sus crímenes y, en su retirada, evacúan los campos. Los que son incapaces de caminar, son asesinados en el acto. Entre la confusión, Heda consigue escapar con unas amigas y milagrosamente llega a Praga, donde encuentra una ciudad que el miedo de los habitantes ha convertido en ratonera. Como judía, Margolius es una prófuga, y nadie quiere ser visto hablando con ella. Por ello, Heda es capaz de comprender que nadie quiera jugarse la vida ni arriesgar las de sus familias, entiende que las solemnes promesas que antiguas amistades le hicieron antes de la deportación queden en nada, que el amigo noble y sincero sea hoy un patético cobarde. Lo que no podrá comprender es la repetición de la pesadilla, y ver cómo sus liberadores se convierten en sus verdugos.

De manera significativa, en Bajo una estrella cruel el horror de Auschwitz sólo ocupa las primeras páginas. Margolius no se recrea en las atrocidades que presenció, sino que deja sobrio testimonio de ellas. Sabemos que después vendrá el horror tranquilo, la ejecución silenciosa. Nos lo ha advertido en las primeras líneas, al decirnos que su vida ha sido modelada por tres fuerzas: la más insignificante, un pajarito escondido entre sus costillas, que de vez en cuando aleteaba débilmente. Las otras dos fueron Hitler y Stalin.

Heda es una persona clandestina, una apestada. El nazismo no sólo ha exterminado a millones, sino que también a deshumanizado a los que quedan. En esas circunstancias, el Partido Comunista, fortalecido tras el final de la guerra, representa la única esperanza de un país destrozado y humillado ante la impasibilidad de Occidente, que, recordemos, ya antes de la guerra, había asistido impasible a la anexión del país por parte del Tercer Reich. Checoslovaquia no le importaba a nadie. Stalin se frotaba las manos. En 1948 llegó el Golpe de Praga, y los comunistas se hicieron con el poder.

Empieza entonces un repugnante proceso, con el maquillaje de los cobardes, el cambio de chaqueta de los traidores y la reinvención de la historia. Aquéllos que simpatizaron, e incluso colaboraron con los alemanes, se visten de víctimas, mientras las verdaderas víctimas, los judíos, se convierten en indeseables oportunistas por atreverse a reclamar el retorno de sus propiedades.

Lo peor, no obstante, todavía estaba por llegar. En el siniestro tablero donde las potencias movían sus fichas tras la II Guerra, hubo un rebelde que se negó a alinearse con negras o blancas. Josip Tito, el Primer Ministro yugoslavo, tomó una serie de decisiones que no gustaron nada a Stalin. Cisma en el Cominform, Yugoslavia expulsada, y acceso agudo de paranoia para el Padrecito de los Pueblos, que empezó a ver una rebelión debajo debajo de cada piedra. Las consecuencias llegaron a Checoslovaquia, donde el Secretario General del Partido, Rudolf Slánsky, que, por si fuera poco, era judío, fue arrestado y acusado, cómo no, de alta traición. Con él cayeron sus colaboradores más cercanos, entre los que se encontraba el marido de Heda, comunista hasta la médula y trabajador infatigable por la causa. Rudolf Margolius fue condenado a muerte y ahorcado pocos días más tarde.

 Si este es un libro absolutamente memorable, no lo es por la historia que cuenta, sino por la voz de la narradora. La historia que nos cuenta Heda Margolius Kovály aparentemente se enmarca en el ámbito de los dos totalitarismos más monstruosos del s. XX. Sin embargo, lejos de centrarse en los avatares políticos del país, Margolius nos muestra el aspecto más siniestro de esos totalitarismos: el humano, el individual.

 Así, dejemos claro que éste no es un libro de historia, y mucho menos de política. En numerosas ocasiones, la autora nos habla de esas reuniones hasta el amanecer, donde los hombres hablaban de política, marxismo-leninismo, revolución, y ella, junto con las otras mujeres, se aburría soberanamente. Bajo una estrella cruel es, ante todo, un impresionante testimonio tanto de la abyección cotidiana en un sistema totalitario, como de la fuerza de la vida cuando ya no queda nada más.

 La autora se pasó muchos años negándose a aceptar que el destino la iba a alcanzar, que si había escapado a los oficiales nazis, los señores de negro del comunismo eran implacables en su demorada eficiencia. No lo aceptó, y siguió luchando por vivir un día más en una ciudad donde se sentía perseguida como una rata. Lo consiguió. Ni el nazismo ni el comunismo lograron acabar con Heda, que fue capaz de rehacer su vida, darle un futuro a su hijo, hoy presitigioso arquitecto en Londres, ganarse la vida como traductora literaria, y morir a los 91 años en su ciudad natal. Un libro absolutamente extraordinario.

4 comentarios en «Bajo una estrella cruel»

  1. Lo tengo en ” lista de espera “,pero pronto me pondré con él,sobre todo después de haber leído esta reseña tan estupenda .Ahora estoy leyendo Ali y Nino de Kurban Said ,muy tierna y romántica. Me está gustando. Disfruté leyendo tu reseña sobre” El Orientalista “de Tom Reiss libro que ya había leído hace 7 años pero que releí ahora animada por tu comentario.Un abrazo .

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    • Muchas gracias por tu comentario, María Félix. ¡Qué ganas tengo de leer Ali y Nino! A ver si la consigo de una vez.
      La de Kovály no es precisamente tierna, pero estoy seguro de que te gustará.
      Un abrazo.

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