Clásicos infantiles 6

Clásicos infantiles 6

clasicos_infantilesUna tradición que llevamos repitiendo desde generaciones es la lectura. Desde pequeños, nos encontramos entre las manos con libros que nos enseñan, con libros que nos divierten. Cuando somos más mayores, aparecen las primeras lecturas, aquellos libros que nos despiertan a un mundo completamente nuevo. Y cuando aprendemos a bucear en el mundo de la literatura, damos de bruces con relatos inolvidables, personajes que se quedan pegados en nuestra memoria y que nos hacen recorrer países, mientras investigan, mientras van viviendo aventuras. Uno de esos personajes es Tintín, reportero famoso e investigador de las más disparatadas y sorprendentes historias. Y junto con él, otros que se convirtieron no sólo en parte del cómic, si no en parte de nuestra vida por derecho propio. Hoy, en nuestra sección de Clásicos Infantiles os presentamos aquello que nos hizo sentir a toda una generación de lectores que buscaban, siempre que podían, una nueva historia de este protagonista que llevarse a los ojos.

 

tintin en el país de los sovietsEs curioso como pasa el tiempo en el mundo de la literatura. Un año como hoy, resulta que nuestro querido reportero Tintín, cumple 84 años. ¿Quién me iba a decir a mí que, allá por mi juventud, iba a comprobar como un personaje como él me seguiría allá adonde iba? ¿Quién iba a poder predecir que las aventuras de esta colección de cómics que pasaban por mis manos, se convertirían en parte de mi historia personal, parte de lo que al final he sido hoy en día? Pero esa es la magia de las historias que se trasladan al futuro, que juegan con nuestro presente, y que al final las recuerdas en el pasado. Porque recuerdo perfectamente mi sillón, un sillón de orejas en el que me sentaba, en el que abría historias como “Las siete bolas de cristal” y yo iba desgranando, con mi mente de joven que no ha conocido mucho en esta vida, cómo se desarrollarían los acontecimientos. Recuerdo unas uñas que temblaban en mi boca, unas uñas que siempre eran mordidas y que, como niño impaciente que era, necesitaban que se acabara la historia, que supiera de una vez por todas qué es lo que había sucedido con el capitán Haddock, o con el torpe profesor Tornasol. Y por encima de todo, yo quería ser él, quería ser ese hombre que siempre se encontraba con aventuras, que siempre viajaba de país en país, resolviendo algunos de los casos más difíciles de la Historia.

Pero como toda imagen que se precie, acaba desgastándose con el tiempo. Y como si de una foto vieja se tratara, aparecen ciertas manchas, ciertas sombras que empañan la visión que tenías de tus personajes favoritos. Para mí, darme cuenta de la censura que sufrió por las ideologías políticas, supuso un duro golpe para el corazón de niño, porque, ¿qué podía hacer tanto daño en una historia como para que se prohibiera? Ya mayor, cuando “Tintín en el país de los soviets” cayó en mis manos casi como una llamada desde el otro lado de la puerta, entendí algunas cuestiones, pero no la mayor de todas: seguía sin entender por qué la prohibición había hecho mella en una obra literaria. ¿Acaso no se trata de que la literatura llegue a todas las partes posibles?

Pero he decidido quedarme en la infancia, en cuando el sillón de orejas rechinabatintin y las siete bolas de cristal cuando me sentaba en él, cuando el olor de las páginas nuevas salía despedido a mi cara y yo seguía con verdadera devoción lo que sucedía en sus viñetas. Y es que en mi vida como lector precoz, existieron algunos de los personajes que aún hoy llevo conmigo allá donde pueda. Él, el investigador acompañado eternamente de su perro, un Milú con el que te reías, con el que acompañabas las intrigas, las aventuras, las historias, como si fueras tú el que seguía paso a paso los casos que se tejían como una tela de araña que al final era cortada para enseñarte la solución. Esa era su fuerza, su gran acierto, porque cuando los personajes creados por Hergé hicieron acto de presencia, algo en el mundo del cómic ya no fue igual, y no lo sería nunca más. Porque ese héroe había nacido para hacernos saborear la imaginación a niños y no tan niños que estaban deseosos de vivir casos de los que formar parte.

Así que aquí sigo, devorando sus historias una y otra vez, sin importarme la edad, sin importarme las miradas de reojo cuando un adulto lee un libro con dibujos, porque lo que en realidad estoy leyendo no es una historia para niños, lo que en realidad estoy leyendo es una parte de mi vida, una parte de esa juventud que ya dejé atrás y con la que aprendí, descubrí, maldiciones aztecas, tesoros hundidos, robos, viajes a la Luna, y sobre todo, una razón más para amar la literatura por encima de todo lo imaginable. Una razón, en definitiva, que debería considerarse como única.

tintin

1 comentario en «Clásicos infantiles 6»

  1. Buena recopilación de clásicos de nuestros hijos, pero no debería faltar “El Ave Fenix” o “Hansel y Gretel”. Pasan los años y siguen siendo lecturas adecuadas para los más peques, es curioso, con lo que cambian las épocas.

    Saludos

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