El banquete de los placeres, de Cristal King

El banquete de los placeresEsta novela, que se subtitula “una novela de la antigua Roma”, se publicita como una obra sobre Apicio y sobre la gastronomía del imperio romano. Lo cierto es que eso era precisamente lo que me llevó a leerla, la vertiente gastronómica de la trama, y debo decir que en ese sentido se queda muy lejos de las expectativas. La figura de Apicio, autor de la obra sobre gastronomía más antigua conocida y personaje excesivo de biografía de un gran potencial literario (lo que se sabe de él), sin duda da para mucho y El banquete de los placeres se centra más en él y en las intrigas de Roma, sin olvidar la vida sentimental de los protagonistas, que en los platos, que sí aparecen pero uno tiene la sensación de que no son más que decorado, y sobre todo en la cocina. Está muy lejos de ser una novela sobre la cocina de Apicio.
Eso no significa que no sea una obra sumamente entretenida y con un buen ritmo, es de hecho una novela histórica comercial al uso que hará las delicias de los partidarios del género, la autora no tiene la culpa de las expectativas que el lector se haga a priori, por eso me creo en la obligación de avisarles. Si se acercan a este libro guiados por su afición a ese género tan en boga o incluso si se sienten atraídos por las costumbres de la antigua Roma, posiblemente disfruten del banquete. Si lo hacen por curiosidad gastronómica o amor a la cocina, posiblemente no.
Y sin embargo hay platos, cada parte se introduce con una receta y no son pocos los que se describen. En este sentido incluso se llega a una conclusión: la cocina del imperio romano en gran medida sería de difícil aceptación hoy día. Comían de todo, lo que incluye cosas que hoy nos resultan incomprensibles como lenguas de flamenco, lirones fritos o vulva hervida de cerda, aunque también hay otras que ciertamente apetece probar. Gran parte de la culpa de lo primero la tienen no solo los ingredientes inauditos para nosotros, sino la omnipresencia del garo, un condimento a base de vísceras de pescado fermentadas, que no suena muy apetecible. Entre lo segundo me ha llamado la atención la veneración por el silfio, una especia procedente de una planta hoy extinta.
La autora se acerca a la figura de Apicio no en primera persona, sino a través de la experiencia de Tracio, un esclavo cocinero que, en la novela, le sirve fielmente durante casi toda su vida, sin embargo la figura del patricio se adueña del Banquete de los placeres gracias a su personalidad compleja, cambiante y extraordinariamente dada a los excesos. En los placeres, en los gastos y también en los defectos. Los personajes son diversos: esclavos, familia, enemigos, y todos ellos logran que la historia se desarrolle de forma coral, con un ritmo y una fluidez notables. Apicio es sin duda el personaje más complejo, los demás son importantes pero poco pródigos en matices.
Hay que decir que resulta muy interesante el escenario, la vida y costumbres en la antigua Roma. La autora ha llevado a cabo un importante esfuerzo de documentación, que expone en parte al final del Banquete de los placeres y el retrato resulta verosímil, aunque en ocasiones ese mérito se ve ensombrecido por la utilización de términos aparentemente anacrónicos para un lector no experto en el tema, como yo mismo. Dudo que los romanos utilizasen el término “gourmand”, por poner un ejemplo, o que se refiriesen a un juego que efectivamente existía con el moderno término “Backgammon”. Sin embargo, insisto, la construcción del escenario es, salvo en contadas excepciones, convincente.
Otra virtud es la comparecencia de bastantes personajes reales, que la autora consigue integrar en su historia con naturalidad, algo que nunca es fácil.
Apicio no sólo fue un gran aficionado a los placeres, también fue inmensamente rico y un terrible derrochador. Su ambición y su crueldad ocasional (según el retrato de Crystal King) le convierten en un personaje literariamente atractivo. El banquete de los placeres es un libro que hará las delicias del público consumidor habitual de este tipo de novelas, tiene muchos aspectos meritorios y aquellos que no lo son tanto tienen más que ver con las expectativas del lector que con deméritos del libro, que no pretende ser otra cosa que lo que es y que en esas coordenadas funciona bien.

Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es

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