El pequeño tamborilero

El pequeño tamborilero, de Loren Long

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Hay veces que sin tener la intención, sin buscarlo, encuentras algo que te sorprende y te gusta. Serendipia (o serendipity), dirían algunos. ¿A quién no le ha pasado? Así es como hallé este cuento que os presento: por casualidad. Entre estanterías abarrotadas, vi la cubierta invernal y a la vez cálida y no pude sino coger el libro y comprarlo con la excusa de regalarlo a mi hermana pequeña por Navidad… ¡Qué genialidad!

¿Conocéis la historia del soldadito de plomo, ideada por el famoso Hans Christian Andersen? Seguro que sí. La esencia, la idea de la pérdida y la recuperación del juguete, se repite en “El pequeño tamborilero”, aunque en este caso el relato es mucho más breve, haciéndolo así apto para niños más pequeños.

 

La historia comienza en una fría mañana navideña, cuando un niño se lleve una sorpresa al encontrar en el umbral de su puerta un paquete para él. Dentro habrá un precioso tamborilero que le alegrará con su música y del que ya no se separará. Y aún así, por un mero descuido, el muñeco caerá en la papelera y de ahí, a la basura de la calle.

A partir de entonces y sin quererlo, nuestro pequeño tamborilero se cruzará en el camino de animales de toda índole que le harán recorrer gran parte del pueblo. Para paliar sus temores y los de aquellos con quién se encuentra, no dejará de tocar: “rom, rom, po-po- pom”. Melodía reconfortante cargada de esperanza. Al final, casi a punto de ser olvidado por todos y enterrado por la nieve, el dueño del muñequito, aquél que tanto lo quiso, lo encontrará y lo hará retornar junto a él y el calor del hogar. Su felicidad se verá interpretada de nuevo por el sonido del tambor: “rom, rom, po-po- pom”.

La moraleja es clara: luchar por aquello que uno desea y no desesperar por el camino merece la pena pues, cuando menos cabe esperar, los esfuerzos se revelan y ven recompensados.

Los dibujos con los que cuenta el libro, a toda página y a todo color, pese a no ser perfectos, entrañan una calidez que envuelve el lector, sea cual sea su edad. Al abrir el cuento, sólo por sus acogedoras ilustraciones, uno ya se siente inmerso en el mundo que en él se recrea.

En fin, muy adecuado para la biblioteca ideal que todos quisiéramos para nuestros hijos.

Judit Rodríguez ( judit@librosyliteratura.es )

5 comentarios en «El pequeño tamborilero»

  1. Judit, yo también disfruto mucho viendo las ilustraciones de los libros infantiles, siento que mi hija haya crecido (solo en ese sentido), ya que ahora no tengo escusa para comprarlos. En muchos de ellos, después de leer el cuento creábamos otros cuentos sólo con las ilustraciones, era divertido y despertaba mucho su imaginación (y la mía). Creo que está bien traer estos cuentos a este espacio de libros.

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  2. Awwww!!!
    Eso fue lo primero que me salió cuando leí tu reseña. Espero no quedar mal si digo que uno de mis vicios cuando entro a una librería, es ir a la sección infantiles y ver que novedades hay para los menores. Supongo que, como aficionada a la lectura ni bien aprendí a leer, todavía me siguen gustando las ilustraciones que acompañan las letras grandes. Aún conservo con mucho cariño el recuerdo de los libros que leía de chica, que nunca me cansaban (mi mamá los mantiene bien guardados).

    Creo que este libro sería uno que compraría para mis hijos. Y acá viene una segunda verdad acerca de mí. Uno de mis miedos en esa madre que llevo dentro, es que a mis hijos no les guste leer. Pero quizás si El Pequeño tamborilero permanece en las librerías cuando me toque ser madre, me ayude a inculcarles el gustito por los libros. Con las imágenes y esa historia tan tierna, ¿Cómo no podrían gustarle?
    Es lindo que también aparezcan libros para chicos así también los mpas grandes sabemos que regalar.
    Bien hecho Judit!

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  3. Susana, es cierto que si no tienes la excusa (y la tuya era muy buena) a veces cuesta un poco más de lo que debiera comprar literatura infantil, más que nada porque se paga mucho para el corto rato de placer que te otorga… ¡se leen tan rápido! De todas formas, creo que deberíamos dejar este tipo de pensamientos aparcados y, si esos libros nos gustan, comprarlos y punto.

    Rose, por supuesto que no quedas mal diciéndonos tu costumbre de pasarte por la sección infantil. De hecho, creo que muchos lo hacemos…

    Qué suerte la tuya tener tus libros de niña guardaditos. Yo me pasaba las tardes en la biblioteca, pero libros míos tenía más bien pocos (¡al contrario que ahora!) y diría que sólo quedan un par por casa. Una lástima. Por otra parte, no creo que debas tener miedo a que a tus niños no les guste leer. Yo soy de las que piensa que el gusto por la lectura va en la educación y en el ejemplo. Si tus hijos te ven leer, tu les cuentas cuentos y le compras libros para que los disfruten desde bien pequeños, ellos seguro también leerán.

    ¡Gracias por vuestros comentarios!

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  4. Susana, es cierto que si no tienes la excusa (y la tuya era muy buena) a veces cuesta un poco más de lo que debiera comprar literatura infantil, más que nada porque se paga mucho para el corto rato de placer que te otorga… ¡se leen tan rápido! De todas formas, creo que deberíamos dejar este tipo de pensamientos aparcados y, si esos libros nos gustan, comprarlos y punto.

    Rose, por supuesto que no quedas mal diciéndonos tu costumbre de pasarte por la sección infantil. De hecho, creo que muchos lo hacemos…

    Qué suerte la tuya tener tus libros de niña guardaditos. Yo me pasaba las tardes en la biblioteca, pero libros míos tenía más bien pocos (¡al contrario que ahora!) y diría que sólo quedan un par por casa. Una lástima. Por otra parte, no creo que debas tener miedo a que a tus niños no les guste leer. Yo soy de las que piensa que el gusto por la lectura va en la educación y en el ejemplo. Si tus hijos te ven leer, tu les cuentas cuentos y le compras libros para que los disfruten desde bien pequeños, ellos seguro también leerán.

    ¡Gracias por vuestros comentarios!

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