El Talib Yàabal, de Adolfo López Reguero

El Talib YàabalCuando tenía dieciséis años, solo había una cosa que me importara en la vida: viajar. Hasta esa fecha solo había salido de España dos veces, pero necesitaba conocer mundo, fuera como fuera. Mi plan era terminar el bachillerato y conseguir una beca que me permitiera irme lejos a seguir estudiando. Pero para eso todavía faltaban dos años, tiempo que veía inconmensurable… Así que tenía que buscar una forma de poder viajar sin que me costara dinero (ya que no tenía un duro y las cosas en casa no estaban como para que yo me fuera por ahí de turismo). Y la encontré: me iría a trabajar de niñera a Inglaterra durante un verano. ¡Era el plan perfecto! Solo tenía que comprar los billetes de avión —los más baratos— y después me pasaría todo un verano en un país que recorrería de norte a sur gracias al dinero que me iban a pagar por cuidar de un niño.

Os aseguro que en mi cabeza sonaba así, precioso, fácil. Y cuando se lo contaba emocionada a mi madre (la mujer desistió en el intento de que yo cambiara de idea) esta negaba con la cabeza lentamente. Ella tenía una idea de lo que iba a pasar, pero ni siquiera ella llegó a adivinar lo que realmente pasó.

Cuando llegué a Inglaterra me recibió una mujer que parecía muy simpática. Ni veinticuatro horas pasaron antes de que apareciera la primera mentira: no iba a cuidar de un niño, sino de cuatro, ya que había decidido acoger en su casa a tres niños kazajos por unos temas fiscales.

No os voy a contar más de mis peripecias por Inglaterra, pero en resumen, aguanté un mes y salí por patas de allí. El caso es que entablé mucha amistad con esos niños. Con los kazajos intenté comunicarme como podía ya que no tenían ni idea de hablar inglés, pero al final conseguían contarme cosas sobre su país. A mí me dejaban con la boca abierta. Para entendernos cogíamos un ordenador y ellos me iban enseñando cosas tradicionales de su país: las vestimentas, la música, la comida… Fue una experiencia muy enriquecedora.

Así que encontrarme hoy con este libro, El Talib Yàabal ha hecho que me acordara irremediablemente de esos tres chiquillos a los que tanto cariño cogí. Y me ha recordado porque esta novela sucede en su inicio en Kazajistán. La protagonista, Alejandra di Prieto, acude a ese país en busca de lejanía. Necesitaba alejarse de todo y justo le llega una oferta de trabajo para irse a miles de kilómetros de su casa. Lo que ella quería. El problema es que una vez allí se entromete en un asunto que pone en peligro su vida. Solo diré dos palabras al respecto: residuos nucleares. Así que decide huir de Kazajistan. Lo mejor de todo es que en esta huida no estará sola, porque se topará con un exagente del CESID al que, adivinad, todo el mundo conoce como El Talib Yàabal. A partir de ahí la trama irá enredándose e intercalando temas como por ejemplo la trata de blancas, el narcotráfico o incluso el tráfico de armas.

Tengo que decir que he disfrutado mucho con la novela de Adolfo López Reguero. El Talib Yàabal es un libro donde la acción es la principal protagonista. Ya nos encontramos con ella desde un principio y estará ahí presente hasta el final. Si os soy sincera, no suelo leer libros de este tipo, donde la guerra es el marco general y hay acción por todas partes. Pero a pesar de ello, y de no ser ninguna entendida en servicios secretos, conspiraciones y guerras, como decía antes, lo he disfrutado muchísimo.

Me parece que este libro está escrito con mucho cuidado, ya que se nota que el autor no da puntada sin hilo. Esa forma de enredar la madeja (y con ella las tramas) para después llegar al final que le ha dado a la novela, requiere muchísimo trabajo y esfuerzo. Además tengo que decir que está muy bien escrito y que los amantes del género van a alabar el gran trabajo que ha hecho Adolfo López Reguero. Sí es cierto que yo le recomendaría al autor una revisión de la ortografía, puesto que se puede encontrar alguna falta que otra. Me encantaría que para posteriores ediciones (que estoy segura que habrá), estos pequeños errores estuvieran corregidos, ya que entonces tendrá una novela redonda.

Sin darle mucha importancia a lo que acabo de decir, tengo que apuntar que el desarrollo de los personajes me ha gustado mucho. Sobre todo la caracterización del malo malísimo, Petrov. Me he fijado especialmente en él porque es un personaje que por su pertenencia a la KGB tiene que tener un carácter muy marcado y desarrollado. Es una persona cruel, sin compasión, tremendamente fría… Y el autor se dedica con mucho esmero a descubrir esa personalidad poco a poco, cuidándola y mimándola para hacer con ella un personaje perfectamente formado.

Por supuesto, no podía dejar de lado la ambientación. Si al principio de la reseña decía que con dieciséis años me encantaba viajar (y ahora, por supuesto), también disfruto muchísimo leyendo novelas que me transporten a lugares lejanos sin necesidad de moverme del sofá. Con este libro lo he conseguido muy fácilmente y, lo mejor de todo, he visitados lugares a los que no acostumbro ir cuando leo. Me ha parecido genial la ambientación y me he deleitado muchísimo con ella. Sin duda, es una de las cosas que más me han gustado de esta obra.

Aunque tengo que decir una cosa al respecto: en nada se parece el Kazajistán que estos días he estado leyendo al Kazajistán que años atrás me describieron aquellos niños a los que cuidaba en Inglaterra. Dos versiones completamente dispares de un mismo sitio. Lo siento mucho por Adolfo, de verdad, pero si tengo que quedarme con una visión, me quedaré siempre con la que un niño me dé. Así seguramente tendré más posibilidades de ser más feliz.

1 comentario en «El Talib Yàabal, de Adolfo López Reguero»

  1. Muchas gracias por tu reseña Ana. Deseo que sigas siendo siempre muy feliz, aunque algunos, a través de la escritura intentemos pintar el mundo menos rosa, aunque cueste creerlo, el más real. Lo dicho, gracias por tus palabras ( en este caso tus letras) y un abrazo cordial.
    Adolfo López

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