En algún lugar del camino

En algún lugar del camino, de Fernando Jiménez Ocaña

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Opinión: En algún lugar del camino, es un libro cargado de sinceridad, escrito con un rico vocabulario que me ha llevado a lugares desconocidos, donde el trabajo era muy duro y mal pagado y los trabajadores hombres duros y aparentemente, sólo aparentemente, rudos. Ahora que estamos atravesando este largo valle de lágrimas económico y vemos un retroceso en los derechos de los trabajadores que tanto costaron conseguir, he querido retroceder en el tiempo a otra época no demasiado lejana, en la que también, esta querida España, sufrió un fuerte cambio social y una brutal crisis económica.  Hablo de los años setenta, desde unos meses antes de la muerte de Franco hasta unos cuantos años después.

Hay mucha gente que se vio obligada a recorrer los caminos de España de obra en obra, de mina en mina, siguiendo el trayecto de los trenes que hasta ellas les llevaban, o de las autopistas que ellos mismo iban dejando hechas a su paso. Eran gentes que salieron de sus casas por necesidad, unos política y otros muchos económica.

Este, por si alguien lo ha olvidado, fue un país en el que se perseguía y se encarcelaba a la gente por motivos ideológicos, un país en el que se pasaba hambre y frío, unos años donde muchos debieron tomar decisiones difíciles.

En algún lugar del camino”, Fernando Jiménez Ocaña, nos muestra el recorrido de Julio Salazar, un joven obrero idealista, que sucumbe al encanto anarcosindicalista del compromiso, la solidaridad y la lucha social, y por todo ello deberá abandonar su casa, su familia y amigos e iniciar un largo viaje del que regresará más sabio, más fuerte y más curtido por el sol y el polvo del camino.

Tras muchos años de sequía sindical en este país, algunos sindicalistas inician su regreso del exilio, otros, tras pasar muchos años prisión, salen de nuevo a las calles,  parece que sólo ellos habían mantenido vivo el viejo deseo de la justicia social. Pero claro, es más fácil mantener la ilusión mientras estás encerrado, ya que eso te da aliento para seguir resistiendo.  Fuera las cosas habían cambiado y el miedo había hecho mella en la población trabajadora, no se les puede reprochar que fueran recelosos de todo lo que oliese a político o sindical; además, los obreros, faltos de estudios y preparación,  bastante tenían con sus largas jornadas de duro trabajo por mínimos salarios.

El joven Salazar se ve obligado a salir de Zaragoza, su ciudad, al sentirse perseguido por la policía, pero no por eso dejará al margen su intención última que es hacer que los trabajadores se unan para mejorar sus condiciones de vida y trabajo.

Y son varias las cosas que me han interesado de este camino que le hace recorrer el autor.

ojos-negrosEn primer lugar y junto a su amigo Samuel,  un boxeador rudo y con escasa formación, marcharán a las minas turolenses, quizá a esas hoy tan conocidas con el hermoso nombre de “ojos negros”.

Las minas, ese mundo oscuro vetado a las mujeres. Me gusta como ha descrito ese día a día, esos silencios durante los traslados a esa boca “que se abre como una noche que no acaba nunca”, la descripción del frío mezclada con ese miedo latente mal disimulado, y que alguno intenta alejar con chistes socarrones, haciendo que algún compañero sea objeto de burla, y que en el fondo no es más que la exteriorización de los miedos propios.

No fue este un lugar en el que el sindicalismo arraigara como en aquellas minas asturianas hacía ya… demasiados años.

Así pues, se trasladarán a otra penosa actividad, la construcción de la autopista Vasco-Aragonesa, donde volverán a encontrarse con el mismo tipo de obreros, individualistas y egoístas, algo comprensible en quién está a mil kilómetros de su casa tan solo para evitar el hambre entre los suyos.

Por último, otro hallazgo y un gran descubrimiento para mí ha sido el mundo de los  “carris” o “carrileros”, unas personas que tienen hasta un lenguaje propio, que pasan su vida de ciudad en ciudad, que duermen en albergues o en la calle, que comen lo que pueden y cuando pueden, algunos sufren algún tipo de dependencia, y en lo que todos coinciden es en tener una terrible historia personal a sus espaldas.

En algún lugar del camino, me ha parecido un libro cargado de sinceridad, escrito con un rico vocabulario, que me ha llevado a lugares desconocidos: minas y carreteras, donde el trabajo era muy duro y mal pagado, lugares en los que los trabajadores carecían de derechos. Eran hombres duros y aparentemente, sólo aparentemente, rudos.

Susana Hernández

10 comentarios en «En algún lugar del camino»

  1. Lo leeré. Lo que he leído de Fernando me ha gustado mucho y este no lo conozco pero con la reseña de Susana siempre me apetece leerlos. En la feria del libro compré “El vendedor a la intemperie” a base de relatos sobre un vendedor de libros usados cuando el rastro estaba por la zona del mercado central.
    Hay otro que también me gusta especialmente y que (Ya me fastidia) no me acuerdo del título. La dama…¡que no me acuerdo! veo perfectamente la portada, que es azul oscuro, con la foto de una mujer antigua. Bueno, el caso es que en este, nos acerca a la vida en un cortijo andaluz. Hay que recordar que Fernando es de Córdoba. A mi me gusta mucho su lenguaje sencillo y a la vez muy rico. Pero por lo poco que yo lo conozco me parece que él es así como persona. A mi, cuando me dedicó el libro en la feria, lo hizo de parte de un albañil, escritor y algo poeta. En fín, alguien que no renuncia de sus orígenes sino que los aprovecha para narrar estas preciosas historias.

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  2. Anabel, que alegría que ya hayas leído algo de Fernando!

    Imagino que el libro al que te refieres es “La dama de medianoche”, que yo lo tengo pendiente, pero seguro que ahora ya no esperará mucho.

    Yo lo conocí en la Feria del Libro de Ejea y me pareció un hombre genial pero sobre todo muy honesto; ahora tenemos pendiente una reunión con el club de lectura para profundizar sobre este libro, aunque como es normal, estando presente el autor, siempre se habla algo, en general, del resto de su obra.

    Después de leer tu comentario, y descubrir que habías leído a Fernando, he pensado que… aun tenemos muchas cosas que contarnos.

    Un besote muy fuerte!

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  3. Que importante es saber de donde venimos para poder decidir hacia donde queremos ir!

    El libro estoy segura de que te gustará, es tan rico en su vocabulario que te hace ver y sentir la vida en el interior de la mina, que es una parte del libro que me ha gustado mucho.

    Un abrazo Ana!

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  4. tarde pero llegó, la conexión que uso es muy lenta y no siempre se puede acceder a los sitios. No conocía al autor, asi que ya te digo desde ya que voy a buscar algo de él. Pero para más adelante tal y como me esta pegando el otro ensayo, se que no es el momento para leerlo sin embargo nada pierdo por tenerlo localizado o en prevision de compra. En algo tienes mucha razón hay que saber de donde venimos para poder saber a donde vamos.Ojala se lo aplicarán los politicos que dirigen nuestra economía.

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  5. Acabo de conocer a Fernando Jiménez Ocaña en la Feria del libro de Jaca y me ha encantado hablar con él. No conocía de nada al escritor ni a la editorial ya que solo se conoce lo que pagan dinero para estar en primera línea de las librerias. He comprado dos libros En Algún lugar del camino y Entre Umbría y Borgoña, me voy a poner a leerlos de inmediato y después de leer el este artículo mucho más. Ya comentaré que me ha parecido los libros.

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  6. Hola Elena!

    Me alegra mucho que hayas conocido al autor y ya estoy impaciente por que nos comentes el resultado de la lectura de sus libros. Yo espero tener el gusto de saludarlo en la próxima feria de Ejea (finales de Septiembre)a la que seguro que también vendrá.

    Un abrazo! y muchas gracias por tu comentario

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  7. JAJAJAJAJAJA Ale, pero mira que eres graciosa, no veas como siento perjudicar tanto tu situación económica pero con libros como este te aseguro que merece la pena.

    Ahora que he terminado “casi” mis vacaciones, espero pasarme con tiempo por tu blog para ponerme al día poco a poco.

    Besos!

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