Gnomos, naranjitos y mosqueperros, de Juan José Zanoletty

gnomos naranjitos y mosqueperrosEs posible que si te digo que voy a hablar de Claudio Biern Boyd, no tengas ni idea de quién es. Tal vez, si añado que le han llamado el Walt Disney español, tampoco. Es más, apuesto a que te ríes y piensas que estoy exagerando. ¿Walt Disney español? ¿Tenemos de eso? ¿¡Nosotros?! ¡Venga ya!

Así que probaré con esta canción, a ver si te es familiar:

«Eran uno, dos y tres
los famosos mosqueperros.
El pequeño D’ Artacán
siempre va con ellos…».

O esta:

«Son
Ochenta días son.
Ochenta nada más
para dar la vuelta al mundo…».

¿Y qué me dices de esta?:

«Soy siete veces más fuerte que tú,
muy veloz.
Y siempre estoy de buen humor».

¿A que ya empiezas a recobrar la memoria? Reconócelo: no has podido leer esas estrofas sin cantarlas. ¡Y han pasado más de veinte años desde que te sentabas con la merienda delante del televisor! Qué bonitos recuerdos, ¿verdad? Pues dale las gracias a Claudio Biern Boyd, el hombre ese del que te hablaba al principio. Su equipo de BRB Internacional y él son los creadores de muchas de las series de dibujos animados que marcaron nuestra infancia. Y Juan José Zanoletty nos habla de ellos en Gnomos, naranjitos y mosqueperros.

Es normal que oír «el Walt Disney español» nos suene a guasa. Y es que nunca ha habido en España una industria de la animación consolidada que pudiera hacer frente a las producciones norteamericanas y japonesas. Pero durante muchos años existió BRB Internacional, que logró abrirse hueco y ser reconocida a nivel mundial. Desde 1980 hasta 2016 crearon cuarenta y cuatro series para televisión y distribuyeron otras tantas —Banner y Flappy, El bosque de Tallac (Jackie y Nuca, para la mayoría) o Tom Sawyer—, que se ganaron el corazón de varias generaciones de niños. En Gnomos, naranjitos y mosqueperros, Juan José Zanoletty se centra en las series producidas de 1980 a 1994, el periodo más exitoso de BRB Internacional.

En su particular «vuelta al mundo en dibujos animados», el viaje comienza con Ruy, el pequeño Cid, la primera serie producida por el equipo de Biern Boyd, en la que se contaba la vida de Rodrigo Díaz de Vivar. A esta le siguieron las famosas D’Artacán y los tres mosqueperros, La vuelta al mundo en ochenta días de Willy Fog, David el gnomo, Sandokan, Mortadelo y Filemón y Zipi y Zape, donde usaron la literatura como principal fuente de inspiración.

No se quedaron ahí. Supieron aprovechar el tirón de grandes eventos como el Mundial 82, con la serie Fútbol en acción, protagonizada por Naranjito, y las Olimpiadas del 92, con La troupe de Cobi (capítulos en los que el autor nos cuenta, además, cómo se seleccionaron la famosas —y criticadas— mascotas), así como la Exposición Universal de 1992 y el V Centenario del descubrimiento de América con la serie Las mil y una… Américas. Pero no solo eso, ya que en BRB Internacional también hicieron sus pinitos como divulgadores de ciencia con el concurso Los sabios, presentado por Andrés Caparrós e Isabel Gemio.

Además de recordarnos de qué iban todas estas series y muchas más, encontramos curiosidades sobre ellas (¿a qué se debía ese empeño en transformar en animales a los protagonistas de los clásicos de la literatura de Dumas, Verne o Salgari ?), la censura o cambios que se llevaban a cabo según el país en el que se emitían, el proceso de creación (¿por qué se delegaba la animación a otros países?) y los dimes y diretes de la industria del entretenimiento. Todo eso hace que Gnomos, naranjitos y mosqueperros no solo sea un viaje nostálgico a nuestra infancia a través de sus series de dibujos animados, sino un reconocimiento a Claudio Biern Boyd y su equipo. Demostraron que en España también se podían crear series comerciales, llenas de aventuras y humor, sin dejar de lado los valores y los buenos guiones.

Que cada cual valore si el apelativo del Walt Disney español le queda grande o no a Claudio Biern Boyd. Lo que este libro y su trayectoria demuestran es que, sin duda, es uno de los padres de la animación moderna europea, que no es poca cosa tampoco. Así que hagámosle hueco en nuestra memoria, junto a esos personajes y esas canciones inolvidables que nacieron gracias a él.

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