La señorita Julia

La señorita Julia, de August Strindberg

La señorita Julia
Hay cosas que por más que pasen los años nunca cambian. En todo caso pueden sufrir pequeñas variaciones, pero la esencia de su origen sigue siendo la misma. Pueden ser lugares, objetos, sentimientos y hasta personas. En esta ocasión sin embargo les hablo teniendo en mente aquellos rasgos que caracterizan nuestra sociedad por estar eternamente presentes en ella: la diferenciación entre clases y sexos, la lucha continua por la superación y el poder, el miedo al que dirán y a ser juzgado… Como ven son temas que podrían tratarse desde cualquier época y las conclusiones serían aún hoy igualmente válidas. Prueba de ello es La señorita Julia, escrita en el 1888 por el escritor August Strindberg.

A él no sé si lo conocerán, pero les diré por si acaso que, junto a Henrik Ibsen, es uno de los mayores referentes del teatro sueco. Y eso que esta obra, la más reconocida y representada del autor hoy día, no tuvo muy buen comienzo. Claro que en aquellos tiempos no debía ser fácil hablar de según que cosas, aunque todo el mundo las supiera, y menos aún si era para criticarlas como en este caso hace Strindberg.

La entonces polémica y brevísima obra parte de un argumento bien sencillo: Julia, una joven aristócrata, seduce durante la noche de San Juan a uno de sus criados, Juan, que aunque prometido con otra sirvienta no tarda en dejarse llevar por los encantos y el deseo sexual de la señorita. Tras un espléndido y aparentemente inocente juego quiero-no quiero, ambos terminan en el lecho de él, lo que hace trastabillar el estado normal y la cotidianeidad de la vida de los personajes.

Julia, al haberse relacionado de esa manera con el que para todos es un simple y desdichado criado, se siente sucia y rebajada a la nada; ya no cree poder continuar con su noble vida como había hecho hasta entonces. No se ve capaz de guardar el secreto, pero tampoco de ser criticada y juzgada ya no solo por el resto de criados y conocidos, sino también y sobre todo por su padre, el gran conde que claramente está por encima de todos. Si antes veíamos a una joven firme y decidida, muy segura de sus actos, ahora nos encontramos ante una niña desorientada e indefensa que parece no saber nada de la vida.

Lo más sorprendente es que la señorita recurre ni más ni menos que a los consejos de Juan, el causante de sus problemas. Ya son altas horas de la madrugada y ambos se sientan a la mesa de la cocina para intentar encontrar una alternativa a ese futuro oscuro que se les echa encima. Y todo por lo que ellos consideran un error. Un error que por otra parte realmente no es, ya que ¿por qué debemos oprimir nuestros sentimientos, nuestras querencias, nuestras voluntades? ¿Por miedo? ¿Acaso es la opinión de los demás la que debe regir nuestras acciones?

La conversación, llena de altibajos y confrontaciones, es tan creíble y tan viva que al leerla somos capaces de escucharla y hasta de verla. Aunque no les diré cómo acaba para dejarles el gusto de descubrirlo ustedes mismos, sí puedo asegurarles que esta parte del libro es realmente fascinante. Ellos, los personajes, se nos desvelan tal y como son realmente y no como lo que figuran. Su diálogo es tan sentido y tan auténtico que no caben falsas apariencias. Sin embargo, lo que en mi opinión da más riqueza a La señorita Julia son sin duda los continuos y absurdos cambios de roles e ideales que sufren los protagonistas en el transcurrir de la noche, ya que es a través de ellos que la sociedad y todas esas características de las que hablaba al principio de la reseña quedan bien reflejadas. La crítica de Strindberg es clara.

Así pues, esta breve pieza de teatro en un acto nos demuestra que el clasismo y el poder excesivo no hacen sino que cortarnos las alas, que los hombres y las mujeres no somos tan diferentes al fin y al cabo y que los sueños de los más ricos bien pueden ser los mismos que aquellos de los más pobres. Que, en definitiva, por más que queramos poner barreras entre nosotros, todos somos más semejantes de lo que creemos. Ahora y siempre.

Judit Rodríguez ( judit@librosyliteratura.es )
recordatorio

4 comentarios en «La señorita Julia»

  1. Me gustó tu reseña y la obra de teatro parece genial,sobre todo por ese diálogo en el que los personajes dejan de lado la forma en que hay que ser y dejan surgir la verdadera manera que son: interesante!

    Saludos!

    Roberto

  2. Margarita, Roberto: sí, sin duda es una buena obra de teatro, seguro que no os arrepentiréis si la leéis. Y además os dejará con las ganas de ir a ver la representación… es tan visual, tan real, que uno quiere comprobar que lo que ha “visto” es lo mismo que han visto los demás.

    Susana, ¿qué has leído tú de Ibsen? ¿Qué recomiendas?

    ¡Un saludo a los tres y gracias por comentar!

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