Yo, Simon, homo sapiens, de Becky Albertalli

Yo, Simon, homo sapiensMi relación con la literatura Young Adult es tensa y complicada. Es un género en sí mismo que no para de producir títulos a una velocidad que asusta. Y he de decir que cada vez más se está convirtiendo en algo a tener en cuenta. Algo digno de mención y estudio. La temática de esta nueva oleada de novelas juveniles pasa por todos los campos posibles. Y de esta capacidad camaleónica quizá surge su punto más fuerte y su mayor flaqueza. A ver, me explico. Un género capaz de adaptarse a cualquier tipo de lector es un logro que nadie puede rebatir. Y más si tenemos en cuenta que nuestros gustos y particularidades están cada vez más definidos. Pero, por otro lado, esa misma intención de abarcarlo todo hace que en muchas ocasiones se quede en la superficie de los temas que importan. Meras acotaciones al margen de que lo realmente debería decirse a favor de una sucesión de escenas románticas o de acción ya vistas. No es el caso de Yo, Simon, homo sapiens. Aquí lo que importa prevalece desde la primera página y no pierde el norte en ningún momento. Becky Albertalli se ha marcado una historia digna de ensalzar y hablar de ella con cada bicho viviente con el que te cruces. Y es que lo que hace único a este libro, dentro de lo mucho que se publica hoy día, es que la historia de Simon no sólo es francamente buena, divertida o auténtica. Sino necesaria. No sabéis cuánto necesitamos más historias como ésta.

Todo comienza cuando Simon encuentra a su alma gemela a través de internet. Blue es un chico que acude a su mismo instituto y con el que puede ser finalmente él mismo. Su mayor preocupación es saber quién se esconde bajo dicho seudónimo. Corrijo. Su mayor preocupación hasta que alguien descubre el intercambio de mails en un ordenador de la biblioteca y empieza a hacerle chantaje. Porque Martin, el oportunista inclasificable, decide que para ocultar la orientación sexual de nuestro protagonista, éste ha de allanarle el camino hacia una de sus mejores amigas. Pero Simon no está solo. Un elenco de secundarios hará que el aire se llene de hormonas y que los pasillos del instituto cobren vida, poniendo a nuestro protagonista al frente de una serie de desencuentros con el fin de proteger a una persona que aún no conoce pero de la que no puede negar estar enamorado. Identidades secretas, amigos traicionados, padres controladores y el alcohol necesario para hacerse el valiente. Un cóctel explosivo cuyos efectos harán que ser uno mismo sea la única decisión inteligente. Porque sólo bajo las circunstancias irrepetibles del instituto decir ‘soy yo’ o decir ‘te quiero’ se convierte en una auténtica prueba de fuego.

Sumergirse en este tipo de historias siempre me recuerda a un capítulo de Orphan Black. Todos los personajes son clones entre sí. Cambia el peinado, un par de coletillas en su forma de expresarse y poco más. Estas suelen ser novelas de hechos, pero no de personajes. Cuando empecé a conocer a Simon, en las primeras páginas, en sus primeros mails, no tuve esa sensación. Una vez tuve la oportunidad de conocerlo mucho mejor, me di cuenta de la capacidad del personaje para ser único. Albertalli ha hecho un trabajo asombroso con su protagonista. Se sale de la página y te agarra sin soltarte. Es divertido y tiene un montón de defectos. Cree que tiene el control pero carece por completo de él. Y crece. En el transcurso de la novela vemos a Simon convertirse en un personaje capaz de ver en perspectiva todo lo que le sucede y cómo sus acciones afectan a terceras personas. Nada queda forzado. Nadie está usando aquí marionetas que fingen ser adolescentes. Todo está milimetrado para que la trama acompañe al personaje, no para que juegue en su contra. Y la prueba más fehaciente de esto es que una vez acabada la novela, sientes esa extraña tristeza al saber que, finalmente, sólo estabas leyendo un libro y que sus personajes no son reales.

Al principio de esta reseña decía que Yo, Simon, homo sapiens es una novela necesaria. Es posible que nadie acabe analizándola en clase de literatura. Es posible que no aparezca en ningún canon. Puede que Harold Bloom no piense recomendarla. Y lo veo lógico. Esta no es una historia para críticos literarios o estudiosos en la materia. Las desventuras de Simon para hacer frente a quién es y a quién ha decidido querer es necesaria para construir otro tipo de reflejo, otro tipo de realidad. Albertalli ha narrado la historia de una posibilidad. La hipótesis de que seas quien seas, elijas lo que elijas en esta vida, puedes llegar a ser feliz. Esta es la historia intrascendente más trascendente que he tenido el placer de leer este año. Porque es entrañable y es auténtica. Porque nadie está fingiendo que ser uno mismo es fácil en un mundo donde salir una noche a bailar tu música favorita puede costarte la vida. Porque Simon me ha hecho recordar que yo quería leer historias como esta con catorce, quince años. Historias que tuve que inventarme para reconfigurar mi lugar en el mundo. Leed esta novela. Regaladla. Hablad de ella. Es la única forma de hacer que el chantaje del silencio pierda todo su valor.

Sergio Saborido (@Sergsab)

 

2 comentarios en «Yo, Simon, homo sapiens, de Becky Albertalli»

    • Hola Paula. Me alegro de que le des una oportunidad a esta novela. A mí me encantó y eso que parece “fácil” lo que hace aquí Albertalli.

      Todos los personajes respiran como si fuesen reales. Espero que te guste tanto a como a mí. Ya me dirás!

      Un saludo.

      Responder

Deja un comentario