Las flores de Baudelaire

Las flores de Baudelaire, de Gonzalo Garrido

las flores de baudelaire

Las ciudades tienen un alma propia, como la de los seres humanos que las pueblan. Y hay historias que nos enseñan que las calles, las aceras, los comercios que se abren y se cierran día a día, esconden en su interior una vida tan frenética como oscura. Son esos momentos en los que somos conscientes del peligro de las ciudades, de las sombras que se alargan abarcando los cuerpos de las personas que corretean como ratones en una jaula. Porque las ciudades tienen vida propia, una vida que gira como una moneda, de la que no puedes adivinar con qué cara caerá. Las ciudades también pueden ser protagonistas, personajes principales en las historias que leemos, y que nos recuerdan que, por mucho que creamos conocerlas, encierran en su interior secretos que pueden desbordar incluso el caudal de los ríos más importantes.

El asesinato de una niña sacude Bilbao desde sus cimientos. Un fotógrafo convertido en detective, decidirá investigar para encontrar al asesino, sin darse cuenta que hay ciertos caminos que sólo llevan a oscuridad. Porque la solución a su misterio, puede tener un final mucho más peligroso de lo que parecía en un principio.

 

Gonzalo Garrido ha conseguido lo que pocos escritores consiguen: que con su primera novela parece que lleve escritas muchas más. No sólo la historia se desenvuelve con un ritmo pausado que anima al lector a meterse de lleno en sus páginas, sino que además, el autor sabe perfectamente lo que los espectadores, los humildes lectores que asimos su libro, queremos contemplar con nuestros ojos. “Las flores de Baudelaire” es una historia policíaca sí, pero también es una historia de la Historia, un retrato apasionado y turbio sobre los años pasados de una ciudad como Bilbao que, recupera el color gris de antaño para llevarnos al pasado y a sus gentes, a las vidas que se despertaban por los conflictos bélicos, y los romances contaminados por el deseo y la putrefacción de las calles.

Pero es que el autor no sólo ha conseguido eso. Lo que ha conseguido es que yo me reconcilie con un género que creía excesivamente explotado, con un género que acabé aborreciendo hace unos años por parecerme estirado hasta la saciedad. Y lo más importante de todo, me ha hecho querer más, sentir esa necesidad de lector de querer leer más novelas suyas, de requerirle (cuando no obligarle) a seguir escribiendo y a seguir apostando por su poder de descripción, por su poder de convencer con lo que nos cuenta, con lo que nos relata en una historia negra con tintes clásicos para aquellos que quieran algo más en una historia de detectives y criminales.

La historia que aquí se cuenta es un relato poco amable sobre el ser humano. La venganza, las intrigas políticas, el deseo de poder y la falta de felicidad inundan las calles de una ciudad que siempre fue gris aunque intente vestirse de color. Pero a pesar de ello, o quizá precisamente por ello, “Las flores de Baudelaire” recuerda a los grandes autores de novelas del mismo género. Y es que leer este relato me ha hecho comprender que la literatura aún tiene mucho que decir, que nunca podrá mantenerse parada y que siempre nos enseñará nuevas propuestas con las que conseguir que disfrutemos como yo lo he hecho con esta historia.

Son pocas veces las que lo digo, pocas veces las que sólo hay una palabra que me sale de la garganta, desde las más profundas entrañas, para comunicarme con el autor de alguna novela. Esa palabras no es más que Gracias, Gonzalo Garrido, Gracias. 


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