Apocalipsis suave, de Will McIntosh

Apocalipsis suaveLas novelas que han caído hasta ahora en mis manos con temática apocalíptica tenían todas -más o menos- un guion compartido; civilizaciones arrasadas, sociedades colapsadas, mundos devueltos a la casilla de salida. Esas historias llegaban al lector una vez todo había terminado y el mundo tal y como lo conocemos era solo un recuerdo. El pasado.

Infecciones, virus, bombas, inundaciones, colapsos financieros, clima, flora y fauna desatados, hay cientos de posibilidades para deshacer una sociedad, para revertirla, para acabar con ella. Y casi…no, todas son culpa nuestra. La premisa de Apocalipsis suave no es muy diferente de las demás premisas de novelas apocalípticas, pero si hay una sutil diferencia que hace que se diferencie en mucho del resto de historias que todos más o menos tenemos en mente. Apocalipsis suave narra, como su propio nombre indica, la caída de la sociedad desde un futuro muy cercano, prácticamente el que conocemos. De manera que asistimos a las primeras revueltas, los primeros conflictos, las primeras pandemias, la crisis en estado embrionario, el estallido a cámara lenta, a una dolorosa cámara lenta, de algo que empieza a arrasar ciudades, más tarde estados y después, países.

Parte del desasosiego de esta novela es por la proximidad con nuestra sociedad actual, con esas escenas en que quien solo meses antes era considerado de clase media, es ahora un sin techo, un nómada que se arrastra de una ciudad a otra mientras los que aún conservan sus casas los apedrean y los insultan. O con aquellas en que trabajar en un supermercado es un privilegio por tener apenas unos dólares de sueldo pero con el riesgo constante de un saqueo o un asalto, cosa que pasa habitualmente. O con aquellas otras que unen en una misma escena la violencia que mana del miedo a lo desconocido, el pillaje, la fuerza bruta masculina, las violaciones y el asesinato.

Cuando la sociedad se parte y se rompe y se desmenuza y solo vale el individualismo, porque quizás tu vecino te tosa encima o estornude y mueras, o puede que a tu madre o a tu hermana les hayan pinchado sin darse cuenta en la cola del supermercado con el ultimo virus de diseño. Solo los grupos reducidos sobreviven. Los más fuertes, los más listos, los más osados. Las tribus que viven a las afueras de las ciudades, llenas de universitarios, de médicos, de abogados, de ingenieros, de exmilitares.

Un día eres una estrella de rock, un médico que investiga como detener las muertes, un gerente de un supermercado, y al día siguiente tu ciudad está ardiendo sin control, los disturbios se generalizan, los comercios estallan, la gente huye sin control entre disparos y tú te arrastras por las vías del tren hacia un destino desconocido.

Eso es Apocalipsis suave, una sociedad desmoronándose día a día, minuto a minuto; Wallmarts arrasados y reconstruidos al día siguiente, policía que se desentiende de los delitos, patrullas ciudadanas, palizas, bandas, eco-terroristas, ejercito. Ciudades con una estabilidad tan precaria que el más mínimo disturbio desencadena el caos. Un espejismo. Una mentira piadosa para seguir viviendo, para engañarse e intentar seguir adelante. Acostumbrados a las historias donde todo ya ha acabado, Apocalipsis suave nos enfrenta con el miedo intrínseco a perderlo todo, a perder cada día una parte de lo que conforma nuestras vidas. Un día el agua, la semana siguiente el suministro de luz, al cabo de un mes el puesto de trabajo, puede que en cuatro meses nuestra casa. No hay nada más doloroso y brutal, que perderlo todo a cámara lenta, a plazos, sin que puedas hacer prácticamente nada.

Will McIntosh narra no solo la caída de unas cuantas ciudades, de los estados o de una sociedad, nos cuenta la pérdida paulatina de valores –cuando pasamos de personas a simplemente salvajes- narra el colapso de la sociedad del bienestar, desmenuza las jerarquías, las clases, la política, la convivencia y lo vuelve todo a un estado primitivo, arcaico, fundacional, regido por la supervivencia, la fuerza y la violencia.

Apocalipsis suave es entretenida y oscura, con un mensaje subyacente sobre a donde nos podríamos encaminar si no empezamos a prestar un poco más de atención a cuanto nos rodea y a cuantos nos rodean…

Por cierto, si en vuestras ciudades veis que el bambú prolifera de manera excepcional o que crece sin control y que la gente sonríe mucho, está muy feliz y tiene la mirada un poco perdida… ¡Corred, por el amor de Dios, corred y no paréis!

1 comentario en «Apocalipsis suave, de Will McIntosh»

  1. la he leído y me ha gustado aunque la encuentro un poco irregular, con varios altibajos pero entretenida. Otra que me ha gustado y de la misma temática es Las llagas de la tierra, de Greg K Martin, muy rara y muy buena.

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