El Asco, de Grant Morrison y Chris Weston

el ascoBienvenidos a El Asco, yo seré su guía.

Ahora se deben estar preguntando qué es El Asco. Déjenme que les ilustre: somos una agencia secreta con jurisdicción para operar en todo el mundo. Piensen en cualquier agencia gubernamental, cuerpo de seguridad u organismo oficial. Ellos son una panda de simples pelagatos. Nosotros somos la autoridad. Nosotros dictamos y ellos obedecen.

Pero, ¿a qué se dedica El Asco? Buena pregunta. Veo que están ansiosos por saber. El Asco es la última línea de defensa entre el orden establecido y la anarquía más irreverente o el libre albedrío más inmundo. Nosotros mantenemos el Estatus:Q. Nosotros nos ocupamos de que se mantenga el precario equilibrio sobre el que se sustenta la sociedad. Somos el sistema inmune de un cuerpo que es constantemente atacado por una miríada de bacterias y virus que podrían hacernos enfermar. Debemos mantener el control. Someter, oprimir, dominar…. Y para ello tenemos a nuestra disposición a los mejores agentes. Todos se deben a La Mano. “La Mano da y recibe. La Mano golpea. La Mano señala. La Mano acaricia. La Mano invoca.” La Mano es la encargada de limpiar la suciedad de este infecto culo que es el mundo. Luego podrán darnos las gracias, ahora déjenme continuar. Por cierto, recuérdenme que les hable de Dmitri 9, nuestro chimpancé comunista que asesinó a JFK.

Lo que les estoy entregando es un manual. El Asco de Grant Morrison y Chris Weston. Léanlo bien, con detenimiento. Una, dos, tres… las veces necesarias para asimilar el mensaje. A Grant Morrison, guionista y mago del caos natural de Glasgow, lo conocerán por obras tan brillantes como All Star Superman, We3, Los Invisibles o El Multiverso. Si ya han tenido el placer de embarcarse en alguno de sus psicodélicos viajes ya saben a lo que se atienen, si no, relájense, disfruten y dejen a mano un paracetamol. La Mano da y recibe. Él será el encargado de relatarnos la historia de nuestra agencia. Algo que logrará a través de las vivencias de nuestros agentes; en particular desde el punto de vista de Ned Slade, anteriormente conocido por su parapersonalidad de ocio Greg Feely. Un tipo mediocre, con su gato Tony como único amigo y los constantes gemidos de las películas pornográficas que emiten por televisión como único calor humano. “Unnh, fóllame con tu trofeo de ajedrez, Liam.” La Mano acaricia. Hallarán entre sus páginas, sí, veamos… vayan a la página 33 por favor, que Ned sufre un grave caso de amnesia. Así que mientras él intenta recordar quién es realmente, aferrándose a los jirones de su cordura para no caer en la demencia, ustedes serán testigos de sus aventuras. Divertido, ¿verdad? Para ustedes, no para el pobre bastardo de Greg Feely.

Déjenme advertirles que las aventuras de nuestro agente Slade son como una hedionda y retorcida versión de Los viajes de Gulliver. Viajarán, como así lo hizo el cirujano y capitán de barco creado por Jonathan Swift, a mundos extraños que no serán más que una excusa para satirizar la forma de pensar, sentir y actuar de los seres humanos. ¿Está el humano endiosándose a través de la tecnología? ¿El progreso de una sociedad está irremediablemente ligado a la caída y resurgimiento de esta? ¿De qué medios se valen los poderes fácticos para manipular nuestras vidas? ¿Nuestra capacidad de raciocinio sale indemne tras visionar una televisión podrida de juicios de valores? ¿Qué es la locura? ¿Estamos todos un poco locos? No, no me miren a mí. Lean El Asco. Busquen sus propias preguntas. Hallen luego sus propias respuestas.

Mientras tanto, continuemos con esos viajes, con esos personajes, mundos y seres abominables. Observen como la representación gráfica creada por el ilustrador Chris Weston nos recuerda a los cómics de mediados de los noventa: trazo duro, sombras remarcadas, con un detallismo sublime en lo desagradable y lo grotesco. Rostros repletos de arrugas, torsos masculinos de pelos retorcidos, secreciones humanas, gore sin mesura y desagradables escenas de sexo. Una perfecta conjunción entre lo feo y lo colorido, con las tonalidades más estridentes para mostraros a un puñado de agentes que, pertrechados como The Beatles en Sgt. Pepper’s, acaban siempre enfrentándose a casos dignos de una novela de espías. Si no fuera por esas montañas de basura pornográfica. Revistas con títulos tan sugerentes como: Sexo lésbico, Jovencitas cachondas, Chochos, Le dan por detrás. O por la posibilidad de atravesar la cuarta pared al visitar el Papelverso, donde los superhéroes no son más que un puñado de tinta bien ordenada sobre papel satinado. ¿Y qué me dicen de El desierto de piel muerta, en donde los ácaros son del tamaño de un camión volquete? Y hablando de camiones, observen en las últimas páginas de El Asco, déjenme ver… sí, a partir de la página 319, los bocetos de nuestro ilustrador para crear todos esos vehículos que son mitad metal mitad material orgánico y que parecen surgidos directamente de una de las películas del director David Cronenberg.

Para finalizar este itinerario déjenme que les haga unas recomendaciones: Mastúrbense. Dejen que el semen seco acartone sus calzoncillos. Introduzcan sus dedos en su húmeda vagina. Gocen. Que el fluido inunde sus bragas. Disfruten. Visionen a diario Telecinco. Sigan con su deprimente vida. Sean sumisos. Cuiden a sus piojosas mascotas. Tengan un hijo o dos. Hipotéquense. Lean La Razón. “Nos aseguramos de que duermen mientras actuamos…” No lean algo inteligente como El Asco, podrían acabar pensando. No pidan a ECC que continúe publicando cómics tan magníficos en un formato de tanta calidad, podrían seguir haciéndolo. Olvídense de Morrison. Olvídense de Weston.

“Prepárate para la inoculación. Ten a mano la bolsa para el mareo. Esto es El Asco.”

Espero que hayan disfrutado de la visita. Hasta la próxima.

Olvídense de mí.

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