Cada monstruo con su tema, de Javier Chavanel

cada monstruo con su temaMe alegro mucho de haber apostado por esta lectura. Una lectura de un autor desconocido, que se gana la vida como ayudante de realización de El secreto de Puente Viejo, pero que, además, ha escrito y dirigido varios cortos seleccionados y premiados en festivales nacionales e internacionales (cosa que no sabía cuando el libro llegó a mis manos y que tiene muchísimo mérito).

Siempre hay miedo a fallar la apuesta, pero también hay siempre algo que te hace arriesgarte e inclinar la balanza, y en esta ocasión ese algo fue que Cada monstruo con su tema era un libro de relatos de terror. Si fueran relatos cómicos la balanza hubiera caído a plomo del otro lado. Es mucho más difícil hacer reír que meter miedo (y ojo, que esto último tampoco es que sea fácil…)

Las primeras páginas del primer relato, Afán de superación, ya anticipaban que estaba ante un muy buen escritor. Esos diálogos frescos, vivos, rápidos y graciosos entre una mosca que se ha enamorado de una humana y el padre de la mosca son dignos de Faemino y Cansado por lo menos. Hilarantes y con un desparpajo brutal. No puedes ni quieres dejar de leer la historia, muy cronenberguiana, y por eso mismo, más asquerosita que terrorífica, pero muy bien contada, como si estuvieras viendo una peli en lugar de leyendo un relato.

El siguiente relato no pierde ni chispa ni frescura en su narración. Una empresa convierte la vida de la gente normal en un cómic. El terror no lo sientes, ni crees que vaya a aparecer. No imaginas cómo puede algo así aterrar. Pero lo hace. Al final lo hace. Genial y original como el primero. Y van dos de dos.

El tercer relato me recordó mucho a Con la muerte en los talones debido a la confusión de identidad que sufre el personaje de Cary Grant con un tal George Kaplan (el nombre se me quedó de tanto ver esa gran peli). Más bien me recordó a una mezcla de la peli de Hitchcock con Reservoir Dogs. Y poco se puede esperar del desenlace con un inicio como el que tiene. Me quito el sombrero. Es como, volviendo a Hitchcock, cuando en Psicosis la prota muere al inicio en la ducha, dejando asombrado al público. El giro viene al principio… Poco más diré, salvo que el nivel sigue sin decrecer.

No voy a pararme a analizar los once relatos que conforman el libro, pero si quiero destacar, además de los ya mencionados, Los bromistas y Papá; ambos son terror puro, del que acojona de verdad. Uno por ser terror muy factible y cotidiano y el otro por ese final tan terrorífico y abierto a la vez.

Todos, absolutamente todos los relatos están muy inspirados tanto argumental como narrativamente. Se leen de un tirón, con angustia y en algunos casos con una sonrisa. Sí, copón, no os quedéis así, es muy posible que eso suceda porque a mí me ha pasado. Doy fe. Javier Chavanel escribe muy suelto y ágil, sabe cómo hacerlo y no le da miedo demostrarlo con un lenguaje normal, sin emperifollamientos innecesarios que ralenticen y entorpezcan la lectura.

Para ser un primer libro la sensación que deja es muy positiva. Nos da terrores que no tienen nada que ver con zombis, vampiros o criaturas lovecraftianas sino con el propio interior del ser humano porque, como dice la contraportada, “Los monstruos o los villanos, por muy malos u horribles que sean, nunca saben que lo son. En sus historias son, sencillamente, los buenos…” Y es la pura verdad.

Cada monstruo con su tema es un divertimento muy recomendable y, si bien es cierto que al igual que la comedia esto del terror es muy subjetivo, también es cierto que se pasa mal. Y eso es lo que pretendía al leer este libro.

Misión cumplida.

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