Se suele vincular a los escritores desencantados con una forma de narrar fragmentaria, agenérica, con estilos innovadores y rompedores por la propia voluntad vital de apartarse de lo que está estipulado o normalizado y con lo que ellos no están de acuerdo. Luis Goytisolo es sin duda uno de los mayores ejemplos de ello que tenemos en nuestro país. Con una escritura muy pegada a la calle y un estilo que va directo a la yugular del lector, el escritor barcelonés empapa sus páginas de una bilis que a primera vista no sabe mal, es graciosa e incluso parece banal. Pero ya os puedo decir que no lo es.
En Coincidencias, Goytisolo construye una narración discontinua formada por retazos textuales a cual más sarcástico e irónico. Decía Vargas Llosa al hablar de él que «el autor se divierte y nos divierte y, sin embargo, al final de la carcajada, en los pliegues de la sonrisa, descubrimos de pronto un desagradable sabor». Ese sabor es lo oculto que lleva todo lo escrito por Goytisolo, una mezcla de humor inteligente con una pésima visión de la vida.
Goytisolo nos ve como meros instrumentos sociales hacia un fin que no se sabe cuál es pero del que se tiene la certeza de que será desolador. Y esto se demuestra solo con abrir el libro y ver que todo es un seguido de parches literarios que en vez de reparar hurgan en la herida, con un cierre que no deja lugar a ninguna esperanza. Como si fuéramos ese saltamontes con el que acaba el libro que, desde el parabrisas de un coche, ve que su hábitat ha desaparecido para volverse de color gris y decide dispararse en la sien; como él somos nosotros lectores leyendo este libro. Por eso este no es un libro para aquellos que buscan en la lectura la huida al problema que es la vida, este no es un libro para los que creen en él como jardín portátil, como tabla de salvación. No, este es un libro para los que siguen confiando en la otra perspectiva de la realidad que ofrecen las lecturas, para la ayuda, el empujón, el soporte con el que esclarecer la niebla que tenemos siempre enfrente cuando intentamos mirar la vida.
Coincidencias, como todo lo que escribe un hombre que tuvo que aguantar el peso de ser visto como el otro en la sociedad española durante mucho tiempo – al igual que le pasó a su hermano Juan Goytisolo -, es el punto de fijeza, el reflejo inmóvil, quieto y eterno de la mirada perdida de alguien que nunca se ha podido perder, porque no le han dejado. Los vicios, las taras, las castizas y añejas costumbres, lo malvado y reprimido que todos tenemos dentro y ocultamos mostrando los dientes en una sonrisa o diciendo unas mentiras repletas de maquillaje, el transcurso del río humano de las ciudades, la individualidad más colectiva que se ha visto nunca y la capacidad de meterse en la piel del otro son los rasgos de un Luis Goytisolo que se erige como un dios: alguien que lo ve todo sin actuar. Te animo a que leas este libro si alguna vez te has sentido como se siente uno al ver su portada: un simple ojo apartado pero nítido ante una multitud automática.