Cuaderno de vacaciones, de Grassa Toro e Isidro Ferrer

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Recuerdo los cuadernos de vacaciones de cuando yo era pequeña, como no era mala estudiante solían ser de los “entretenidos”, porque había algunos otros que parecían que los hacían para tener esclavizados a los chavales todo el verano. Los míos no, había crucigramas, lecturas, pasatiempos, no los recuerdo con desagrado. Pero aun siendo mis recuerdos muy agradables, desde luego nada tenían que ver con esto que ahora tengo entre las manos y que ya he podido, no solo ojear, sino que he ido un poco más allá.

Me he convertido en una niña de unos 6 años y me he dejado llevar por “Este que no es un cuaderno para hacer durante las vacaciones, es un cuaderno para que sea vacaciones cuando quieras que sea vacaciones”. Así que una vez que Isidro Misombrero y Carlos Tubarrio me han dado las primeras instrucciones, me he metido de lleno en este cuaderno dispuesta a dejarme llevar.

Acepto el reto creativo de Grassa y soplo hasta que deja de llover, y dibujo, para sorpresa de mis profes que decían que nada tenía que hacer si era haciendo abstracta mi visión del tiempo y la armonía. Pues bien, encontré la técnica del dibujo personal, la que me dicta el corazón, caritas alegres saliendo de ventanas siempre abiertas.

Y me he marchado directamente a un mundo diferente donde he tenido que desengrasar todo el mecanismo de mi cerebro que pertenecía a aquella parte que desarrolla la imaginación creativa y divertida, porque si algo hay bueno en este  es que puede ser tan divertido como tú quieras que sea, o tan serio y trascendente como puedas imaginar viendo a tus amigos con sombrero de copa y saltando a la pata coja…

Grassa Toro e Isidro Ferrer se pierden y fusionan en el cuaderno para convertirlo en un mar de creatividad, un empujón de locura racional para dejar que el lector visualice y deje que haya una asociación del pensamiento de forma diversa y dispersa.

La locura se ha instalado en estas vacaciones de las que vengo, y me ha gustado saber que puedo crear con la imaginación cosas que no tengo que explicar a nadie. Ser yo, perdida en imágenes que al principio no comprendo, ser yo mirando extrañas caras de madera, la cara del pirata sin ojos rojos sin pata de palo, con ojos, muchos ojos, y un parche en el que definitivamente me encuentro. He encontrado los pensamientos perdidos de cada una de las cabezas y he recortado y pegado todo un mundo…

Es cierto que yo no tengo seis años y no sé si mi experiencia podrá ser transportable, pero me voy a guardar este cuaderno porque el año es muy largo y no dudo que me harán falta más vacaciones… Dicen que hay quienes se cansan de las vacaciones y necesitan volver a la cotidianidad, a la realidad más absoluta.

NO es mi caso.

Nunca.

Jamás.

Adiós!

2 comentarios en «Cuaderno de vacaciones, de Grassa Toro e Isidro Ferrer»

  1. Lo has presentado tan bonito que igual me apunto a retroceder contigo hasta los seis años y poder así probar este libro que dices estimular tanto la creatividad. Mientras tanto, lo que haré es buscar a mi alrededor a potenciales criaturitas de seis años que sin necesidad de otra magia para hacer avanzar o retroceder el reloj, puedan desde ya disfrutar algo así.
    ¡Feliz verano otra vez!

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  2. Jajajaj Pues mirar alrededor ya es un punto a tu favor a la hora de pensar en este cuaderno, pero mirar con otros, con los ojos de las vacaciones ¿Qué te llevarías a una isla desierta? NO!!! La pregunta es ¿A donde te llevarías esa isla desierta… Ya ves, así es como se hace pensar, imaginar y razonar con las palabras y el pensamiento

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