El idiota, de Fiódor M. Dostoievski

El idiotaUna vez oí a un profesor universitario decir que a don Quijote le llamaban loco porque anteponía siempre el bienestar de los demás al suyo. Ha sido inevitable que recordara esa frase porque algo parecido le pasa al príncipe Myshkin, al que todos toman por idiota. Y no es baladí la comparación entre ambos personajes, ya que en El idiota de Fiódor M. Dostoievski se hace más de una alusión al célebre Caballero de la Triste Figura. Ni don Quijote ni el príncipe Myshkin son simples protagonistas abocados por su propia locura o idiotez a una sucesión de acontecimientos de los que no salen bien parados, sino que sus historias son el reflejo de una época, una sociedad, unos ideales y, a fin de cuentas, una explicación universal de la condición humana. De ahí que tanto la obra de Cervantes como la de Dostoievski se hayan erigido como clásicos de la Literatura.

El idiota es como un pequeño teatro. Unos pocos escenarios y numerosos personajes yendo y viniendo, enredándose en interminables diálogos o soltando largos monólogos. También hay una trama, principalmente amorosa, pero lo importante en esta historia son los pensamientos y actitudes de sus extravagantes personajes. Aunque de distinta condición y procedencia, la mayoría tienen en común la falta de objetivos vitales más allá del enriquecimiento material, viven sumidos en intrigas, dando y pidiendo explicaciones en todo momento y reivindicando derechos y libertades, a pesar de no aportar nada a los demás. Gente vacía, mediocre, incapaz de enfrentarse a su pasado ni a sus conflictos interiores, corrupta y hasta perversa; una muestra de la decadencia política, social y espiritual que Dostoievski percibía en la Rusia de 1860, a raíz de los cambios provocados por la industrialización.

La llegada del príncipe Myshkin a sus vidas, un hombre empobrecido, solitario y ensimismado en sus reflexiones, es la nota discordante en esa sociedad en declive. Sufre una dolencia nerviosa similar a la epilepsia, es ingenuo como un niño, habla sin filtros de cualquier tema y expone sus sentimientos sin reparo, provocando la burla o la vergüenza ajena en el resto de personajes de la novela. Un ser puro que, a pesar de los insultos que recibe, permanece en ese círculo tóxico, con la esperanza de ayudar a esos hombres y mujeres, que de tanto confiar en la razón y el dinero para alcanzar la felicidad, se han olvidado del bien.

Una y otra vez aguanta que lo llamen idiota: por ser siempre sincero, por dar lo que tiene sin pedir explicación, por disculpar las humillaciones, por seguir confiando en ellos aun sabiendo que le engañan. Lo llaman idiota incluso cuando es él el único que percibe sus verdaderos sentimientos, esos que tan desesperadamente tratan de ocultar ante los demás y ante sí mismos, o cuando habla de la vida y de la muerte con tal perspicacia que los deja desarmados. Lo llaman idiota porque es un hombre diferente y son ellos quienes no lo entienden.

El idiota puede leerse como el infructuoso regreso a Rusia del príncipe Myshkin, tras años de estancia en Suiza tratándose su enfermedad, y la sucesión de intrigas amorosas en las que se ve envuelto, o puede verse como una reflexión filosófica sobre el destino incierto de Rusia y sobre el ser humano, cada vez más alejado de la moral. Se opte por una lectura u otra, o por ambas a la vez, no resultará tarea sencilla, pues la literatura rusa no suele serlo. No obstante, quien se aventure a leer, con tiempo y ganas, estas casi 900 páginas, sufrirá un fuerte revés en su conciencia. «¿Sería yo uno de los idiotas que llamaría idiota al idiota?», se preguntará de repente. Y, quizá, no le guste la respuesta. Pero nada está perdido si sigue leyendo, dispuesto a aprender algo de ese entrañable idiota.

Y es que, en la literatura y en la vida, faltan más Myshkins y Quijotes y sobran, sobre todo, demasiados idiotas que se niegan a escucharlos.

 

9 comentarios en «El idiota, de Fiódor M. Dostoievski»

      • Excelente nota. Dostoievski, junto a Kafka (uno de sus tantos admiradores) es mi escritor preferido.
        Respecto a esta maravilla de libro, diría yo que es mi preferido del genial autor ruso (Y me he leído su obra completa).
        Sobre el final de mi reseña de goodreads (https://www.goodreads.com/review/show/1224720817?book_show_action=false&from_review_page=1) expreso:
        “Dicen que Dostoievski quiso hacer confluir en el príncipe Mishkin características de Jesucristo y Don Quijote. Yo particularmente me quedo con el segundo. Realmente hay momentos en que Mishkin va interactuando con los demás personajes de una manera tristemente quijotesca, sobre todo al exponer sus ideales (su discurso sobre el Catolicismo, el Ateísmo y el Nihilismo es muy importante e interesante de leer con detenimiento).
        Y por último creo que Don Quijote cuadra más porque, sin hacer spoiler, todo eclosiona en el final.
        “La belleza salvará al mundo”, proclama el príncipe Mishkin.
        Es probable que la ingenuidad de esta frase encierre la naturaleza de su fracaso.

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  1. Me encantó el libro, me encantó tu crítica. El idiota son esos libros que deben leerse, si es posible, más de una vez, quizá de distintos traductores, para captar la esencia de Dostoievsky. Lo he disfrutado tanto cuando lo leí, me ha gustado tanto su final. Esas conversaciones kilométricas, profundas, donde uno se da cuenta quien habla sin fijarse el nombre del hablante. Más allá del crítica a la sociedad rusa, el autor sabía pintarnos de cuerpo entero a las almas humanas y describir emociones y sentimientos que aún hoy seguimos investigando. Libro genial de un autor supremo.

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  2. Excelente nota. Dostoievski, junto a Kafka (uno de sus tantos admiradores) es mi escritor preferido.
    Respecto a esta maravilla de libro, diría yo que es mi preferido del genial autor ruso (Y me he leído su obra completa).
    Sobre el final de mi reseña de goodreads (https://www.goodreads.com/review/show/1224720817?book_show_action=false&from_review_page=1) expreso:
    “Dicen que Dostoievski quiso hacer confluir en el príncipe Mishkin características de Jesucristo y Don Quijote. Yo particularmente me quedo con el segundo. Realmente hay momentos en que Mishkin va interactuando con los demás personajes de una manera tristemente quijotesca, sobre todo al exponer sus ideales (su discurso sobre el Catolicismo, el Ateísmo y el Nihilismo es muy importante e interesante de leer con detenimiento).
    Y por último creo que Don Quijote cuadra más porque, sin hacer spoiler, todo eclosiona en el final.
    “La belleza salvará al mundo”, proclama el príncipe Mishkin.
    Es probable que la ingenuidad de esta frase encierre la naturaleza de su fracaso.

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  3. Hace par de semanas que terminé de leer la obra y, casualmente ayer, intenté explicarle el argumento a un amigo, lo cuál me fue imposible. Le dije que no tenía una trama muy importante en general, mas, que las historias y las ideas que expone son las que te cautivan en la novela.
    No pude explicarle más que eso.
    Sin embargo, al encontrar tu reseña se me han aclarado muchas cosas, y de alguna manera, me he sentido dichoso de formar -aunque sea- una ínfima parte del pensamiento universal. Por lo cual, discreta y desinteresadamente -como quiero imaginar que llegaron tus palabras a este artículo-, te agradezco.

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