El túnel

El túnel, de Ernesto Sábato

El túnel

No sé porqué, como argentino, leo tan poca literatura de mi país; desde los 8 años, y tengo 29, pasaron por mis manos cientos de libros de casi todos los países latinoamericanos y europeos, además de algunos del resto del mundo; pero a la hora de leer libros de mi país, y sobre todo de sus escritores más reconocidos, o me aburren o siguen acumulándose en esa eterna lista de pendientes que todos tenemos.

Intenté leer mil veces Rayuela, de Cortázar, pero me duerme. De Borges leí uno o dos cuentos, pero no puedo evitar pensar que tiene tanto nivel que aun no estoy preparado; de Sábato empecé a leer Sobre héroes y tumbas hace diez años, pero lo dejé por la mitad.

Penoso lo mío. O tal vez no era el momento preciso.

Esto último sentí cuando, hace apenas unos días, empecé a leer El túnel. Ya lo había intentado hace dos años, pero lo dejé a las pocas páginas. Sin embargo, esta vez lo terminé en un día, no pudiendo separarme de él, totalmente atado a ese mundo fabuloso que se presenta entre la portada y la contraportada. Definitivamente aquella vez no estaba preparado y ahora estoy más evolucionado. Porque incluso al leerlo esta vez me pareció tan accesible, fácil, ameno y divertido que me encontré preguntándome por qué me habría costado tanto leerlo antes.

El túnel es uno de los mejores libros que leí en mi vida. Y tal vez, junto con El extranjero, de Camus, el más adictivo.

Juan Pablo Castel, pintor, rememora cómo mató a María Iribarne con el fin de encontrar a algún lector que comprenda el porqué del asesinato. No obstante, y ya marcando su personalidad obsesiva y neurótica, aclara enseguida que solo una persona puede ser capaz de entender porqué la mató: la misma víctima.

Víctima que conoció un día mientras ésta observaba un cuadro que él exponía. A Castel le llama la atención que entre todas las personas que observaban su cuadro, solo ella prestara atención a un minúsculo detalle, que sin embargo representa lo más importante del cuadro para el pintor: una “ventanita” en la que se observa una mujer mirando el mar, que, según Castel, representaba “una soledad ansiosa y absoluta”

A partir de allí Castel comienza a perseguir a María Iribarne, obsesionándose con ella, encontrando en su persona algo más que una mujer, sino el elemento indispensable para darle forma a su  obsesión, que a mi parecer (y hay tantas interpretaciones del libro como personas que lo leyeron) está relacionada con su infancia, con aquellos lejanos tiempos en los que el amor era puro, no contaminado y donde existía una seguridad total, tiempos del amor del hijo a la madre y de ésta hacia el niño, a quien protege bajo su pecho. ¿Pero se puede volver a ese estado de amor absoluto?

¿Qué más decir de un libro que se ha reseñado tanto? Más o menos repetir (o coincidir) con los halagos mundiales que recibió esta novela, publicada en 1948. De todos ellos, me quedo con la crítica de Alfred Hayes, de New York Herald, quien calificó al personaje principal, Juan Pablo Castel, “como alguien que vive dentro de una prisión de alucinada lógica”

Tan lógica que por momento (más allá de que no hay dudas de su locura) uno se ve atrapado por sus opiniones, consideraciones y conclusiones. En fin, por su obsesión. La capacidad de Sábato para hacernos participar de los procesos mentales de Juan Pablo Castel es tan maravillosa que les pasará algo genial: leerán a toda velocidad, sin poder evitarlo, porque como Castel relata sus pensamientos en primera persona, se verán absorbidos por el ritmo con el que piensa. Y si a eso le sumamos que cada uno de los 32 capítulos del libro no sobrepasan las dos páginas, se encontrarán leyendo unos diez o doce capítulos en media hora. Y se olvidarán del mundo. Fabuloso.

Y cuando se den cuenta, ya habrán viajado por las calles de Buenos Aires, conocido la figura misteriosa de María Iribarne, criticado (o no) los celos y perturbaciones de Juan Pablo Castel y sobre todo disfrutado de la única, impactante y adictiva literatura de Ernesto Sábato.

Mientras tanto yo, ahora con más seguridad, intentaré releer Sobre héroes y tumbas, a ver cómo me encuentra ahora.

11 comentarios en «El túnel»

  1. Por mi es lo mismo, estoy leyendo Sobre heroes y tumbas y me cuesta mucho tiempo para terminarlo (Estoy en la última parte) pero El túnel lo terminé muy rápido, y no solamente por estar corto. Es como las principios de Crimen y castigo, escrito en el primer persona de una persona bastante loco pero no puedo dejar de leer porque es tan interesante.

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  2. El túnel lo leí hace ya años y fue una obrita que me atrapó desde la primera página. Luego lo releí y me enganchó aún más. Es una de esas obras imprescindibles. La que aún no he leído es El extranjero de Camus, así que me la apunto.
    Besotes!!!

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  3. Lb: gracias por leer mi reseña! será que aun no estamos listos para Sobre heroes y tumbas? pero siempre se puede volver a él; saludos!

    Margarita: qué haces leyendo esto? cómo no estás yendo a leer El extranjero? es genial!!!!!!!!!!!! luego me cuentas =)

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  4. Bueno este libro lo lei hace ya un rato, pero bueno, siendo Argentino y este interes reciente por escritores de tu pais te recomiendo ampliamente El ultimo lector de R.Piglia, hermoso prologo de Buenos Aires.Y la ciudad. La ciudad.

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  5. yo tampoco me he leido Rayuela despues de varios intentos, en determinado momento creia que me faltaba sensibilidad, y eso que simpre me he entendido de maravillas con los famas y los cronopios!!!!. y con Borges he ido a paso de bebe. pero tratare de conseguir estos que recomiendas, a ver si hago las paces de una vez con tus conterraneos!!!!!

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