El último pasajero

El último pasajero, de Manel Loureiro

El ultimo pasajeroCuando me enteré de que con un paisano mío había vendido en Amazon más libros de su trilogía Apocalipsis Z que el mismísimo Stephen King, lo primero que sintió una servidora es alegría. Pues claro que sí. Al fin y al cabo es pontevedrés ¿no? “es uno de los nuestros” que digo yo siempre a quién me quiera oír sacando pecho. Ahora va la confesión avergonzada. Apocalipsis Z va de zombis y qué queréis que os diga, pues que me echó para atrás a la hora de leerlo. Personalmente por mucho que lo intente, ese tipo de literatura no va conmigo. Y repito que es una opinión personal porque lo innegable es que Manel Loureiro (Pontevedra, 1975) tiene legiones enteras de seguidores y eso no se consigue así como así y menos en el ámbito literario.

Hace unos meses, Manel Loureiro dio una conferencia en el Museo de Pontevedra acerca del noble oficio de contar historias. Una gran conferencia he de decir. Finalizó la misma hablando del argumento de su siguiente novela, “El último pasajero”, en la que se arriesgó y se apartó de la fórmula mágica que le trajo el éxito y dejó los zombis a un lado. El caso es que me convenció. Así de simple. Habló de “El último pasajero”, con pasión aunque sin entrar en detalles y dejando todo en el aire así que, inevitablemente, sentí una curiosidad automática por leerla. Es más, no quise leer ninguna reseña, crítica y comentario previo, quería avanzar en la historia poco a poco así que me subí en el Valkirie y surqué el océano Atlántico junto con el pasaje. No me voy a liar más y procedo a contaros de qué va.

En agosto de 1939 el buque Pass of Ballaster surca el norte del océano Atlántico en medio de una niebla especialmente espesa. En un momento dado, avistan un iceberg con el que creen que se van a chocar y, cuando consiguen evitarlo, se dan cuenta de que, en realidad, se trataba de un barco a la deriva: el Valkirie. Deciden remolcarlo a puerto tras subir a bordo y comprobar que se encuentran ante un barco totalmente desierto, a excepción de un carrito con un bebé de pocos meses y algo extraño que no saben muy bien cómo identificar, pero cuya presencia no les deja indiferentes.

Setenta años después, un extravagante multimillonario decide reflotar el Valkirie y una periodista Kate Kilroy, española afincada en Londres, es la encargada de investigar el porqué de esa decisión, lo que la llevará a subirse al buque e intentar descubrir los misterios que esconde.

Y hasta ahí, puedo leer. He decidido dejarlo en el mismo punto en el que lo hizo Manel Loureiro cuando aquel día en el Museo de Pontevedra (casi un mes antes de su publicación), contó de qué iba su novela. Soy consciente de que podría haber sido un poco más…. detallista (vamos a decir) en la descripción del argumento, pero disfruté tanto desentrañando la historia y descubriendo sus detalles poco a poco, que me sentiría totalmente despreciable si privase a futuros lectores del placer de adentrarse en las profundidades del Valkirie.

Es curioso porque a medida que iba leyendo me daba cuenta de que no es el tipo de lectura que, a priori, suelo leer. Supongo que al final mi “yo científico” termina imponiéndose cuando en mis lecturas se asoman las fuerzas sobrenaturales que hace que, normalmente, me decante por los libros en los que la historia siempre tiene una justificación racional. Sin embargo no podía parar de leer. Recuerdo que me decía a mí misma “esto es imposible que suceda” pero quería saber qué sería lo siguiente. Era como cuando alguien hace un puzle y necesita imperiosamente saber donde encaja la siguiente pieza que coge de la caja. Supongo que no os extrañará cuando os diga que tuve que usar un bolso grande porque llevé encima el libro permanentemente mientras duró su lectura (apenas tres días) por si me veía atrapada en alguna cola o quedaba con alguien que me hiciera esperar.

La intriga y el suspense envuelven al lector al igual que la niebla constantemente presente en el libro, de forma que “El último pasajero” se convierte en una droga (legal, por supuesto) de modo que, al acabar la lectura, deja un cierto vacío que bien podría ser denominado como “mono”. Además, el hecho de que la acción transcurra a un ritmo vertiginoso, favorece la lectura ágil y rápida del libro y la sensación constante de querer saber más. Mención aparte merecen, según mi opinión, las detalladas descripciones de los personajes y de los escenarios que facilitan enormemente el embarque del lector en el Valkirie y que desde el primer momento visualicen el barco.

Manel Loureiro me ha convencido como escritor y desde este mismo instante, me declaro fiel seguidora de él hasta el punto de que su trilogía Apocalipsis Z pasó a formar parte de mi ya archiconocida lista de lecturas pendientes desde el mismo instante en el que cerré el libro. Sí, habéis leído bien. A pesar de los zombis, leeré Apocalipsis Z y, es más, estoy segura de que me gustará.

Además de felicitar a Loureiro, me veo en la obligación de hacer una mención de aquella persona que realizó las frases de marketing publicitario que aparecen en la portada pues una de ellas me parece lo más acertado que puede decirse si alguien me pidiera que resumiera la novela en una frase: “Un enigma oculto durante más de setenta años. Un barco lleno de misterios. No te podrás bajar… aunque quieras”

6 comentarios en «El último pasajero»

  1. Hola Margari!

    Como ya dije en la reseña, he aquí una lectora de esas que no suelen leer este tipo de historias y, sin embargo, ¡qué gran acierto haberme decidido! No lo dudes, embárcate en el Valkirie.

    Un abrazo, Margari.

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    • Hola Sonia!

      Lo primero de todo, te pido disculpas por tardar un poco en responder. En verano no dispongo de conexión a internet todos los días y mi móvil hec lo que le da la gana.

      Respondiendo a tu pregunta, yo diría que el género es de intriga-misterio.

      Un saludo.

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  2. Es literatura fantástica, yo no diría que es de intriga y misterio porque, desde mi punto de vista, éstos se resuelven de forma racional y no es el caso. Quizás porque me esperaba otra cosa y porque, en general, no me gusta ni la literatura fantástica ni la de error, me decepcionó.

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    • Es cierto que que la novela gira en torno a hechos no racionales. De eso no hay duda. Ahora bien, yo la califiqué de intriga porque a mi, personalmente, intrigada me tuvo toda la novela.

      Un saludo.

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