El universo en tu mano, Christophe Galfard

El universo en tu manoTenéis que leer este libro. Siento ser tan vehemente pero, si sentís un mínimo interés por el mundo que os rodea, tenéis que leerlo. Si sois de letras, tenéis que leerlo. Si sois de ciencias, también tenéis que leerlo. Si todavía tenéis un poquito de respeto por el niño que fuisteis y que se preguntaba por qué brillaban las estrellas, tenéis que leerlo, regalarlo, prestarlo y comprárselo a vuestros hijos, sobrinos o cualquier adolescente que tengáis a mano.

Hasta aquí la recomendación apasionada. Ahora me preguntaréis, ¿pero por qué tenemos que leer el dichoso libro?

No es una pregunta difícil. Tenéis que leer El universo en tu mano porque da respuestas. Porque te hace viajar con la mente hasta lugares a los que la tecnología humana no puede llegar. Porque es una cruzada científica contra las falsas verdades sobre el universo y la física que llevamos siglos repitiéndonos (¿os han dicho alguna vez eso de que “todas las estrellas que vemos están muertas”? Pues no es así). Porque ves, realmente ves, con los ojos de la imaginación, estrellas, planetas y agujeros negros. Porque te ríes un montón. Porque aprendes todo lo que no fueron capaces de enseñarte en el instituto y sin tener que empollar páginas y páginas de texto que no comprendes. Y, el argumento definitivo, porque surfeas sobre un asteroide.

En los agradecimientos de El universo en tu mano, Christophe Galfard, físico teórico, discípulo de Stephen Hawking y autor de este libro, dice que le propuso a su editora lo siguiente: escribir un ensayo que contara de manera divulgativa todo lo que sabemos del universo desde el Big Bang hasta hoy. Y, sorprendentemente, ella no le dijo que estaba loco, sino: adelante.

Y fue una suerte. Por que el objetivo del ensayo es colosal. Pero Galfard lo cumple holgadamente. Te coge de la mano y te lleva a galaxias lejanas, le da la vuelta a la idea que tenías sobre la gravedad, te explica la teoría de la relatividad comparando el sol con una pelota pesada sobre una lámina jabonosa, convierte planetas en canicas y agujeros negros en ensaladeras girando a toda velocidad, te pasea con jarrones horteras por el espacio, salta contigo al interior de un protón y vuela por los aires tu concepción del tiempo y el espacio. Y, lo más importante, hace que parezca todo muy fácil.

Otro argumento a favor del El universo en tu mano es que es precioso (la cubierta, el papel, el diseño de interior) y está muy bien trabajado (la traducción, la edición, la maqueta…). Solo puedo agradecer a los editores de Blackie Books que hagan tan bien su trabajo. Instrumental fue uno de los mejores libros que leí en 2015 y El universo en tu mano ha entrado con honores en la lista de 2016.

Pero no todo es bueno. He leído por ahí, creo que en prensa, que El universo en tu mano se lee como una novela. Aquí he de decir que exageran. Es cierto que es un libro ameno y que Galfard se las ingenia para contarnos todo lo que se sabe sobre el universo usando solo una ecuación (E=mc2). También es cierto que usa ejemplos desternillantes (ya lo habéis visto) y que te arranca muchas sonrisas (en un momento llega a decir que todos somos, literalmente, polvo de estrellas, que no es una exageración poética). Pero no es una novela y, por muy apasionante que sea la historia del universo, no es un thriller. Es un ensayo en el que se explican conceptos complejos y hay que dedicarle atención y tiempo. A mí eso me encanta, pero habrá gente que prefiera leer otras cosas.

El universo en tu mano no es el libro que coges cuando estás medio dormido a las dos de la mañana para leer un par de páginas antes de caer rendido con la luz de la mesita encendida. Si hacéis eso, seguramente lo dejaréis. Mi consejo es que cojáis el libro un domingo por la mañana, con la casa en silencio, una taza caliente entre las manos y un par o tres de horas por delante. Así, a grandes sorbos, disfrutareis del ensayo, viajaréis con Galfard a lugares en los que nunca podréis poner los pies y os iréis a la cama sabiendo algo nuevo.

Por último, quería decir algo a todos los profesores de instituto que estén leyendo esta reseña. Usad este libro en clase. Este es el mejor libro de texto que se podría haber escrito para las asignaturas de Física y Ciencias de la naturaleza. Echadle un ojo, regaládselo a vuestros compañeros. Galfard contagia su pasión por la ciencia en este texto. Dejad que se la contagie a vuestros alumnos. No hoy, ni mañana, ni en un año, pero os lo agradecerán.

Laura Gomara @lauraromea

 

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