El zorro y la estrella, de Coralie Bickford-Smith

El zorro y la estrellaSi algo nos ha enseñado El principito es que es muy importante no olvidar nuestra inocencia. Todos tenemos problemas, a nadie nos importaría que nuestras vidas mejoraran. Liquidar la hipoteca, ascender —o, directamente, encontrar un trabajo—. Estudiar otra carrera, o terminar la que empezamos hace años…

Nadie dijo que la vida fuera fácil y, a medida que los años van pasando, los problemas adquieren otro cariz. Es como si fuéramos a ahogarnos en un vaso de agua y no fuéramos capaces de ver que la vida va más allá de nuestros problemas.

Los niños, en cambio, pueden ver un elefante dentro de una serpiente, en lugar de un sombrero normal y corriente. Pueden soñar sin temer el futuro. No se preocupan por el destino, no piensan que puede llegar a ser cruel con ellos. Viven. Ríen. Sueñan. Son felices.

Por eso hay momentos en los que tenemos que olvidar nuestra mentalidad de adultos. Coger todos los problemas, hacer con ellos una bola y meternos dentro de un bote que después tiraremos al mar. Lanzándolo con todas nuestras fuerzas para que caiga lo más lejos posible. Y leer El zorro y la estrella puede hacer que esta tarea sea mucho más sencilla. Coralie Bickford-Smith nos trae un libro plagado de ilustraciones que contiene una fábula preciosa y que podemos aplicar a nuestro día a día. Es un libro que se lee de una sentada y esto facilita que lo releamos con frecuencia. Porque es una historia en la que hay que adentrarse muy de vez en cuando. Y ahora os explicaré por qué: Zorro vive en un bosque rodeado de árboles y maleza. Su vida no es que sea muy divertida, pero tiene a Estrella, que le acompaña en todo momento y hace que su día a día no sea tan monótono. Es su mejor amiga. Pero un día Estrella desaparece y Zorro se queda solo en la oscuridad de un bosque que solo augura malos presagios. Zorro se hunde en un torbellino de desesperación que hace que busque a Estrella por todos los rincones habidos y por haber del bosque. Pero Zorro no la encuentra, así que, después de un tiempo, se da por vencido y deja de buscarla. Pero al poco tiempo descubrirá una iluminación repentina, miles de destellos que le van rodeando poco a poco. Y se dará cuenta de que esas luces provienen de un cielo cargado de infinitas estrellas.

Esta pequeña fábula puede ser interpretada de muchas maneras y me imagino que cada uno de nosotros verá en Zorro reflejado algo de su propia vida. También dependerá en extremo del momento en el que conozcamos a Zorro y, sobre todo, a Estrella. Esta última puede recordarnos a una persona, a un trabajo, a una obligación… algo que muy a nuestro pesar nos está cortando las alas y no está permitiendo que veamos más allá. La luz de una sola estrella puede cegarnos hasta tal punto que impida que observemos lo que tenemos a nuestro alrededor.

No sé si después de leer El zorro y la estrella seréis capaces de ver un elefante dentro de una serpiente. O si sentiréis que el niño que vive en vuestro interior grita desde lo más profundo de vuestro ser, impaciente por salir. Tampoco si decidiréis releerlo en alguna ocasión, cuando sintáis que el mundo pesa más de lo normal. Pero lo que sí sé —y estoy segura de ello— es que algo dentro de vosotros habrá cambiado y que empezaréis a mirar a esa “estrella” con otros ojos.

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