En el café de la juventud perdida, de Patrick Modiano
Cuando a principios de octubre Patrick Modiano se convertía en el nuevo Premio Nobel de Literatura, propuse leerme alguna de sus obras. Quizá adentrarse en la lectura de un Nobel dé algo de impresión a priori, pues uno no sabe lo que puede encontrarse, ni lo que ha llamado la atención a los académicos suecos para distinguirle con tan alto galardón.
Las grandes novelas de Modiano se caracterizan por ser cortas pero muy intensas, un estímulo bastante alto para conocer la literatura del escritor francés. Y por eso hoy os presento una de sus obras más conocidas, En el café de la juventud perdida, un viaje cargado de melancolía al París de los años 60 donde se reconstruye la figura de la enigmática Louki a través de los que la conocieron.
Todo empieza en el café Le Condé, un lugar de reunión de artistas, estudiantes y escritores. El café es casi su segundo hogar, una extensión acogedora de su casa para un grupo de personas sin un rumbo determinado. En ese grupo encontramos a Louki, el personaje principal, hija de una taquillera del Moulin Rouge, cuya figura conocemos a través de las cuatro historias que conforman el libro, que son los testimonios de tres personas que la conocieron (un hombre sin nombre, un detective y un amigo), más las propias palabras de la protagonista.
Llama la atención el poder de atracción que ejerce la protagonista. Louki embauca a los narradores e incluso al lector. La misteriosa joven tiene un aura mística y angelical, casi divina, que deja una profunda huella en todas las personas con las que se cruza. La reconstrucción de Louki parece un puzle, cuyas piezas encajan según avanza la narración de Modiano y ayudados por un grupo de personajes perdidos en la inmensidad de París, cuyo único propósito es vagar de café en café, ya sea para refugiarse de sus miedos, o para encontrar el cálido hogar que no consiguen tener.
En el café de la juventud perdida es una novela escrita con una sencillez apabullante, un discurso lleno de sensibilidad que embelesa al lector, algo que no es muy común encontrar entre los ganadores del Premio Nobel. Sin embargo, pese a que la historia está bien planteada, el final deja la sensación de que se podía haber alargado o finalizado mejor. La novela es como ese bizcocho que crece lustroso en el horno, pero que irremediablemente se deshincha al sacarlo del mismo. Por suerte su sabor sigue siendo igual de bueno, pero queda la amargura de saber que podría haber sido todavía mejor.
Quizá la obtención del Nobel me ha hecho ser más exigente de lo debido con Patrick Modiano, pero también es verdad que leeré otras historias suyas para hacerme una idea más real de la prosa de este escritor francés. Y aunque podría mejorar, En el café de la juventud perdida es una bella historia, corta pero con un sabor intenso (como los buenos cafés); un canto nostálgico y puro sobre el pasado y lo efímero de la vida, representado magistralmente por un personaje tan potente como Louki.
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