Fábulas 3: Edición de lujo

Fábulas 3: Edición de lujo, de Varios Autores

fabulas-3-edición-de-lujoLas sagas de novelas gráficas tienen un inconveniente: son largas y uno se muerde demasiado las uñas esperando el siguiente tomo. Es así, y quien me diga que no, miente. Yo, de normal, me considero una persona calmada, tranquila, sosegada (aunque supongo que si preguntara a mi madre diría todo lo contrario) y aunque me sucede pocas veces, resulta que hasta que no recibí este tercer tomo de Fábulas mis uñas han padecido mordiscos interminables, babeos, y miradas de odio de mi madre por ponerle el suelo perdido (esto lo sufrí yo, no mis uñas). El caso es que es evidente mi pasión por esta saga y no hay nadie que me baje del burro. Presuponer que yo no soy una persona objetiva es… bueno, en realidad es una verdad como un templo, porque aquí nadie es objetivo con sus lecturas, y porque las apetencias de cada uno son las que son. Así que venirme ahora con el cuento de que en realidad no voy a poder hacer una reseña en condiciones de esta serie es como decir que los partidos políticos son honrados a rabiar, es decir, una mentira como un templo de grande. Por eso hoy, más que nunca, y después de haber leído este tercer volumen, me declaro fan incondicional, admirador hasta el extremo, pelín freak pero con orgullo, de una de las mejores series que ha parido la mente de todos los autores que ella contiene… ¿Que queréis más? Pues ale, allá vamos…

 

Cuando Fábulas llegó a mi vida ya era tarde para mí. Entiéndanme, no tarde como si fuera lo último que iba a hacer con mi existencia, pero sí tarde en un sentido de no haber podido disfrutar antes de ella. Casi mejor porque el nuevo formato en tapa dura, con su recopilación, es una delicia que pocas veces agradeceré lo suficiente a ECC. Descubrí esta serie por la recomendación de un amigo, y no pudo estar más acertado. Él sabe lo que me gusta y sabe que imploro por encontrar cosas novedosas y que me hagan emocionarme. Y si ya los anteriores volúmenes supusieron un corte con lo que había leído hasta el momento, resulta que este tercer volumen es, por decirlo de una manera poco fina, pero vosotros sé que me permitís la licencia, la ostia de grande. Uno piensa, ¿pero cómo no he podido conocer antes yo esta serie? ¿por qué me la he perdido todos estos años? Y luego se relaja y piensa que ya está, que ya pasó, si ya la tienes en tu poder, es tuya leche, así que no te pongas a llorar como un niño pequeño. A ver, ¿por dónde empiezo? ¿qué es lo que nos encontramos aquí? Pues a una Caperucita Roja mas mala que la tiña, a un ejército enemigo que está dispuesto a arrebatar a las fábulas su villa, a un Lobo Feroz que en realidad no lo es tanto y que investiga a la pérfida Caperucita porque huele que algo está podrido, a una Blancanieves embarazada teniendo que afrontar ella sola la peor de las batallas para no perder su reino, a un Príncipe Encantador que en realidad es un cabrón con las mujeres, las usa y las tira, todo en un mismo pack y, por si eso no fuera poco, fantasía señores, ¡fantasía por todos lados! ¿No están extasiados? Eso es que no tienen corazón…

Me pregunto muchas veces, a lo largo de mi vida, si la gente me miraría raro por la calle si abrazara a los libros. Supongo que sí, por eso lo hago en la intimidad. Este tercer volumen de Fábulas ha tenido que soportar mis caricias durante un largo período de tiempo, porque después de leerlo no quería soltarlo, como si se me fuera a escapar y yo fuera el carcelero. En todo caso un carcelero muy amable, porque lo dejo todas las noches en su estantería, bien guardado, al lado de sus hermanos, a los que considero como una de esas colecciones que, en un futuro, se convertirán en las próximas lecturas de mi sobrino y de todo aquel que se precie en querer leer algo bueno de verdad. Así que agradezco de nuevo a ECC las molestias, ¿por qué no agradecer a una editorial su labor? A mí no me pagan nada, y además me hacen feliz, ¿qué más puede pedir un lector? Por eso, lo que resta de día, me quedaré pensando en lo que he leído, en la batalla de las fábulas por su reino, y después abrazaré hasta la extenuación a mis queridos volúmenes para que sepan que les sigo queriendo como el primer día y que no pasará un día sin que lo haga. Al fin y al cabo, y sin sonar melodramático (para naaaaada) los libros son las mejores relaciones de amor que he tenido nunca. Aunque ahora que lo pienso, quizá por eso yo duermo solo todas las noches. Es igual, en realidad no lo hago, porque cada noche, cuando cierro los ojos, pienso en mis personajes favoritos de Fábulas y después se pasa la congoja.

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