La falsa amiga

La falsa amiga, de Christine Drews

la falsa amigaLas huellas que dejan los crímenes son muy variadas: pisadas ensangrentadas, llamadas telefónicas a altas horas de la noche, heridas de arma blanca o de disparo, y un largo etcétera. En el juego entre literatura y realidad, el género policíaco ha vivido sus horas altas porque, dentro de lo que vivimos, en un instante, puede cambiar el rumbo de lo que percibimos sin haberlo pretendido. Quizá por ello, yo observo siempre las reposiciones de una de las series que más me gustan: Mentes Criminales. Y aunque parezca que me voy por otros derroteros, creo importante hablar de este tipo de gustos porque tienen mucho que ver, o al menos así me lo ha parecido a mí, con La falsa amiga. No soy de aquellos que alaban el gusto porque sí ya que al menos intento hacerlo desde una argumentación, dando algunas razones que os muestren por qué esta novela interesa, por qué esta novela parece destinada a sacrificar las horas muertas mientras nuestras uñas van minando su largura. Por ello, entremos en materia. Estamos aquí para hablar de libros.

Katrin vuelve a su ciudad natal. El trabajo de su marido absorbe su tiempo, aunque parece que su hijo ha empezado a hacer amigos, y ella conoce a Tanja, que se convierte rápidamente en su mejor amiga. Cuando el padre de Katrin muerte inesperadamente, es cuando Katrin empieza a darse cuenta que Tanja no es la buena amiga que creía ser y que ha puesto un plan horrible para vengarse.

 

Volver al frío después de haber leído novelas policíacas que se desarrollaban en contextos más calurosos me ha hecho preguntarme si, realmente, no será necesario que de vez en cuando volvamos a estos parajes que hielan la sangre para disfrutar adecuadamente de las historias que los autores nos proporcionan. Christine Drews es una autora que, con su permiso, puede convertirse en una nueva Camilla Läckberg con todos los ingredientes que hace que algunos de nosotros, los que necesitamos historias que nos mantengan pegados a las palabras, necesitamos como agua de mayo. Pero en el fondo, ¿de qué hablamos en La falsa amiga? De una novela que, en un inicio relajado, nos introduce en una vertiginosa carrera para descubrir cómo se ha llegado hasta esa situación, donde los secretos que guardamos nos pueden llevar a tomar decisiones equivocadas y que, como sucede siempre, implican unas consecuencias que están muy lejos de ser positivas. Como ya he dicho al principio, una de mis series favoritas ha sido, de hace unos años hasta aquí, Mentes Criminales. Y lo repito, a riesgo de parecer pesado, porque en esos cuarenta minutos de cada capítulo, descubro mis ojos pegados a la pantalla sin prácticamente respirar. Y lo repito porque esta novela me ha recordado a esos minutos en los que mi corazón, mi respiración, mi mente, y todo mi cuerpo no está para otra cosa que para lo que estoy viendo. En este caso, leyendo.

Las vidas que se viven en este tipo de novelas son como las del juego del gato y el ratón, con giros de argumentos que no te esperas, con persecuciones que pueden dar la vuelta al mundo, con la venganza pegada en los talones, pisándola o incluso saboreándola, y entendiendo que el ser humano guarda en su interior una parte oscura. Todos vivimos en nuestro interior con la parte negra que esconde los peores sentimientos. La falsa amiga es una de esas historias que se viven desde la primera página hasta la última, esperando que haya algún caso más de los protagonistas, deseando que el frío vuelva a hacer acto de presencia y que la nueva historia consiga hacernos sentir esas mismas ansias de conocer qué sucederá, si el disparo que está a punto de sonar a lo lejos dará en el blanco o no, si será posible descubrir al culpable real de todo lo que ha sucedido, si en el fondo nos podremos poner de parte del asesino o de la víctima. Son muchas las partes que han hecho que la historia de Christine Drews me reconcilie con ese tipo de historias que son como un capítulo de una de las series que más me gustan, que se leen de una sentada, quizá de dos, porque es indudable que esta una vez abierta no será posible dejarla.

Los crímenes pueden cometerse por muchas razones. Desde las más novedosas hasta la más antigua, como lo es la venganza. Sin embargo, una de las razones fundamentales por la que nosotros leemos es la siguiente: no podemos no hacerlo. Y eso, gracias a historias como esta, es una suerte.

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