La mente cautiva

La mente cautiva, de Czeslaw Milosz

No se vence al Mesías con argumentos de personas sensatas, de cuya boca salen palabras, y no espadas de fuego.

¿Saben lo que es el Murti-Bing?, ¿y el Ketman? Ya veo, no es cosa de preocuparse, yo mismo tampoco tenía la menor idea. Precisamente por eso me resulta tan impresionante que Czeslaw Milosz fuera capaz de construir un edificio argumental tan absolutamente brillante con materiales en principio tan ajenos (entre otros). El despliegue dialéctico, sin arrogancia, en tono sereno y alejado del sectarismo, de La mente cautiva es un verdadero espectáculo, ver razonar a este autor es como ver operar a un gran cirujano o actuar a un virtuoso en cualquier campo, algo que a nadie, por ajena que le resulte la materia, deja de causarle admiración.

Czeslaw Milosz trata de explicar la adhesión de los intelectuales del este, concretamente los polacos, sus compatriotas, que son los que mejor conoce, al materialismo dialéctico soviético y al realismo socialista, aunque lo que verdaderamente explica es el proceso síndrome de Estocolmo universal de la libertad de pensamiento bajo cualquier tipo de totalitarismo. Comienza con los conceptos que cité al principio pero narra también ejemplos concretos de intelectuales reales a quienes no se refiere por su nombre pero que asumo perfectamente identificables por los lectores versados en el tema, y este acercamiento a esas figuras, el relato de su adhesión a postulados que no siempre les eran precisamente cercanos, además de apasionante de leer es extraordinariamente ilustrativo. El paso que desde una posición inicial parece antinatural, tras un camino compuesto de pequeños pasos parece hasta lógico.

El propio Czeslaw Milosz no está tan lejos de aquellos a quienes retrata, estuvo en su misma posición ya que ocupó cargos de responsabilidad en el gobierno comunista polaco antes de emigrar a París, pero me gusta mucho el tono firme pero sosegado que emplea. Este tema a menudo es campo abonado para el grito pero La mente cautiva se compone con conversaciones, no desde verdades absolutas sino desde verdades razonadas. Sin revanchismos, sin blanco y negro. Con palabras, no con espadas de fuego. Será porque es poeta.

Todos los temas que trata son sorprendentemente actuales, la seducción del pensamiento totalitario no es algo que haya muerto ni mucho menos, pero hay dos cuestiones que me llaman poderosamente la atención: una es la diferencia entre la emigración, sea por la causa que sea, de la lengua. Exiliarse de su tierra es difícil para todo el mundo, pero para quienes viven en lugares como Polonia, cuya lengua no vive mucho más allá de sus fronteras, el exilio es doblemente doloroso (más aun para los poetas), sobre todo para quienes viven de ella, y uno de los mecanismo que se ven en este libro es ese, el de la renuncia incluso a la propia libertad en favor de la lengua.

El otro es la influencia de los factores externos en el comportamiento de una sociedad, cómo la guerra o la escasez hacen desaparecer las condiciones de vida esenciales y con ellas se evaporan igualmente muchos de los principios que en ella regían. Sobre todo la dificultad de volver a la casilla inicial, cuando uno vive en una situación en la que lo que consideraba civilizado es innecesario o incluso contraproducente, cuando se adapta a la barbarie de la guerra, no se puede volver fácilmente a la situación de antes de la misma y eso favorece cambios hasta entonces impensables. Es interesante preguntarse si la revolución se puede explicar sin la guerra.

La mente cautiva es un libro escrito con la agudeza de un intelectual, la elegancia de un poeta y la serenidad de aquel a quien el conocimiento proporciona la paz que la vida le niega. No sé cómo de efectivo será, pero si hay una forma más digna de elogio de reconciliarse con la realidad que tratar de comprenderla, créanme, yo no la conozco.

 

Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es

 

2 comentarios en «La mente cautiva»

    • Muchas gracias por su amable comentario. Lo cierto es que es un placer leer libros así, no sólo por su interés en tanto que explica un determinado momento histórico brillantemente, sino por la claridad argumental y expositiva.
      Un saludo

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