La posada Jamaica, de Daphne du Maurier

La posada JamaicaLa posada Jamaica es un libro de 1936, les mentiría si les dijera que leída hoy día sus giros argumentales resultan sorprendentes o que hay algo en ella que a nuestros ojos pueda resultar nuevo, no ya escandaloso, pero les mentiría aún más si les dijera que pese a eso les va a resultar fácil despegarlos de sus líneas, si no reconociera hasta qué punto he disfrutado con su lectura, dinámica y absorbente.
Daphne du Maurier gozó de un notable éxito en su época, algunas de sus novelas, singularmente Rebeca pero también La posada Jamaica, fueron llevadas al cine por Alfred Hitchcock y eso hace que la trama suene conocida. Probablemente la hayamos visto todos en algún momento u otro, aun sin recordarla, pero créanme, es indiferente. Se disfruta del libro y de la historia como si se leyera con ojos nuevos porque sus virtudes literarias son más que suficientes para lograrlo.
La ambientación es extraordinariamente brillante, los páramos de Cornualles son un personaje más, omnipresente y opresivo, y es posible que sea además el más brillantemente construido porque el resto son sumamente eficaces pero, aunque tienen sus aristas, un tanto evidentes. También da igual. Se disfruta como un niño con la lectura. Y es una historia dura, incluso muy dura. Aún hoy el retrato del trato brutal que reciben las mujeres en ambientes rurales resulta sobrecogedor y hay momentos en los que la reivindicación de la libertad y la autonomía de la mujer es gratificante, especialmente por estar escrito hace tanto tiempo, aunque lógicamente no puede evitar ser hijo de su época.

La posada Jamaica es una historia imaginada en un escenario real y al leer la descripción del paisaje y la época resulta evidente qué es lo que llamó la atención de la autora. El paraje más de un siglo antes debía resultar inhóspito y fértil para la brutalidad y la violencia, en cualquier ámbito pero especialmente contra las mujeres. Y la parte de suspense o de aventura es tan inherente al paisaje descrito que resulta sorprendente que no haya sido un tema recurrente en la literatura inglesa.
La autora demuestra un talento especial para transmitir las contradicciones de una mujer fuerte en ese ambiente, logra que suframos con ella y que corramos por los páramos tan aterrados por la ténebre presencia de La posada Jamaica como ella, que tratemos de averiguar qué es lo que ocurre entre sus paredes y que nos espantemos cuando lo descubramos.
También merece unas palabras la edición: es un libro precioso desde la cubierta a la última página, con un cuidado del detalle que incrementa el placer de la experiencia lectora.
Da igual si han visto la película o si conocen la trama, si acompañan a Mary Yellan en sus andanzas por el páramo no lograrán que la pobre sufra menos por la compañía, pero sí que disfrutarán con la emoción y la aventura. Hospédense en La posada Jamaica, serán tan rehenes de sus páginas como la infortunada Mary y su tía lo son de las garras del malvado Joss Merlyn. No tendrán escapar más fácil que ellas.

Andrés Barrero
@abarreror
contacto@andresbarrero.es

4 comentarios en «La posada Jamaica, de Daphne du Maurier»

    • Lucida reseña, sí, señor Andrés Barrero, pero, por todos los dioses que esta novela la ha leído usted en castellano, aunque du Maurier la escribió en inglés. ¿Es que la traductora no merece que se le reconozca ni la autoría de su traducción? ¿Que al menos quede constancia del nombre de la persona que la ha traducido y sin la cual tal vez usted no hubiera podido disfrutar de su lectura?
      Y no lo digo por darme importancia, no. Es, sencillamente, que este ninguneo sistemático consigue que desaparezcamos del mundo y que nuestro trabajo parezca algo insignificante, carente de valor, percepción que afecta directamente a las condiciones que nos imponen la mayoría de las editoriales.
      «Sin traducción habitaríamos provincias lindantes con el silencio», George Steiner dixit.
      La próxima vez que reseñe usted un libro, procure citar siquiera al autor de la traducción, por favor.

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      • Pues tiene toda la razón y le pido disculpas por este error que en mi caso no es un ninguneo sistemático ya que en ocasiones sí que hablo de la traducción, que es una profesión que respeto e incluso admiro, pero es verdad que en otras, como esta, no lo he hecho y es una mala práctica difícilmente justificable. Le reitero mis disculpas así como le aseguro que en futuras reseñas haré lo posible por hacer referencia de una forma u otra a la autoría de la traducción.

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