No sé si es casualidad que la versión que publica Impedimenta de La Voz del Amo, primera traducción directa del polaco original, haya llegado a nosotros poco después del estreno de La llegada (Arrival). Lo sea o no, las dos se complementan a la perfección y plantean, con cincuenta años de diferencia, la misma pregunta: ¿cómo se enfrenta la Humanidad al descubrimiento del primer mensaje que llega de las estrellas, a la primera comunicación extraterrestre? Llegan a conclusiones distintas, incluso opuestas, pero ambas, me atrevo a decirlo, son obras maestras en sus respectivos géneros.
Ambientada en un punto indefinido de la Guerra Fría y en una de las dos súper potencias en conflicto, en la novela de Stanislaw Lem, los extraterrestres no tienen una presencia física sobre la Tierra, y lo único que conoce un grupo limitado de la Humanidad es su mensaje, una señal de neutrinos con un patrón de repetición procedente de una constelación lejana. Todo esto lo sabemos a través del relato en primera persona Peter Hogarth, matemático al que recurre el Pentágono para formar parte del equipo que, como se nos cuenta al principio del texto, fracasa en el intento de descifrar La Voz del Amo (MAVO, Master’s Voice según su definición en inglés, que se maneja en el libro).
De hecho el texto de Hogarth se configura como un informe personal del desarrollo del Proyecto desde dentro y, por tanto, como una justificación de su fracaso. Denso, profuso en terminología científica y mucho más reflexivo que narrativo, Lem consigue que su protagonista parezca exactamente lo que es en el libro: una mente preclara, un visionario que sin embargo es consciente de los límites de la raza humana, un científico lúcido en una jaula de grillos. Pero un científico de altísimo nivel al fin y al cabo. Confinado junto al resto en un antiguo complejo nuclear en medio del desierto de Nevada, un paraje inhóspito perfectamente recreado en el libro, y completamente dedicado a la experimentación con el mensaje, Hogarth solo puede trabajar y pensar. De su trabajo nace el tronco narrativo que sostiene el texto, de su pensamiento, las ramas y las hojas que forman el tupido árbol que finalmente presenta ante nosotros La Voz del Amo.
Sería casi imposible enumerar los temas que trata con cierta profundidad, pero algunos destacan sobre el resto. En cuanto a los extraterrestres y al mensaje en sí, encontramos decenas de páginas de digresión que desmontan la mayoría de las concepciones con las que se entra en este libro. Desde la posibilidad de que su física siga unas leyes distintas a la nuestra (y por tanto nos resulte incomprensible) hasta la constatación de que, incluso si nos mandan un mensaje, seríamos incapaces de descifrarlo.
Más allá de MAVO, los planteamientos de Hogarth/Lem sobre los límites del progreso tecnológico o la influencia de las relaciones sociales entre los científicos en el avance de la misma son temas recurrentes y expuestos con una claridad envidiable. La cosmología, la biología, la filosofía e incluso la propia ciencia-ficción (carente de imaginación, según él) son analizadas en profundidad, y no menos resulta leer sus reflexiones sobre temas de importancia capital en el momento en que fue escrita la novela, tales como el equilibrio de fuerzas entre las súper potencias.
Hay un paralelismo entre la experiencia lectora de La Voz del Amo, de Stanislaw Lem, y lo que está propiamente escrito en él. Un sujeto como yo, un lector medio, no alcanza a comprender más que una parte del libro. Un treinta o un cuarenta por ciento se me escapa. A Peter Hogarth y al equipo de científicos que trabajan en MAVO les pasa lo mismo. Y sin embargo, eso no impide que lleguen a unas conclusiones importantísimas, y en mi caso no es óbice para disfrutar tremendamente con la lectura. Se hace difícil durante algunos momentos, y solamente en el tramo final consigue una tensión narrativa que se echa en falta en todo el resto, pero se cierra, si se ha llegado hasta el último punto y aparte, con un gran sabor de boca.
Así que al mismo tiempo que esta reseña recomienda el libro, también contiene un aviso. Absténgase de él los lectores pretenciosos, si no son científicos de cierto rango; aquellos que quieran abarcar el texto por completo, llegar con vida a sus más recónditos recovecos, serán derrotados. Es necesario acercarse a La Voz del Amo con la mente abierta, dispuesto a aprender algunas cosas y a permanecer en la inopia con otras, con la convicción de que en el resto se encuentra una literatura de alta calidad.
La Voz del Amo, de Stanislaw Lem
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