Libros educativos para descubrir el mundo 15
Siempre me ha gustado aprender. Desde pequeño, como niño raro que era, me quedaba absorto leyendo cosas nuevas, datos nuevos que me ayudan a entender un poco más lo que giraba a mi alrededor. Así, desde que yo era un enano, recuerdo que cuando un libro educativo entraba en mi casa, yo corría a sentarme en el sofá y a leerlo con voracidad. Parecía, aunque en el futuro eso no se haya hecho realidad, uno de esos investigadores que iban a resolver la fórmula magistral que nos daría la vida eterna. Y mi madre se apoyaba en el umbral de la puerta y miraba cómo su niño pasaba las páginas y no hacía otra cosa que leer para, poco tiempo después, recitar con una voz aguda: mamá, mamá, mira, ¿tú sabías que…?, y así hasta el infinito y más allá. Por eso siempre que puedo hablo de este tipo de libros que para mí supusieron un punto y a parte en el planteamiento de lo que era la realidad y, lógicamente, una apertura mental que, si se me permite la licencia, hoy en día cuesta encontrar. Por eso, por la libertad que dan los libros, hoy estoy aquí de nuevo para que los niños aprendan, aprehendan, y después salgan al mundo con otra mirada, mucho más limpia.
No lo puedo evitar. Siempre que hablo en estas reseñas infantiles, tengo que hablar de Combel. Mi relación con esta editorial es de amor puro, y además sin ningún tipo de condicionantes. Cualquiera de sus libros me encantan. Así que este El espacio al dedillo, parte de una colección de libros educativos con texturas, no podía faltar en este espacio. Que quizás me repita con ellos, puede ser, pero cuando la excelencia es parte de un trabajo, es indudable que hay que hablar de ella. Uno abre este libro y, aunque sea adulto, puede imaginarse la cara de un niño que lo abre por primera vez y se encuentra el planeta Tierra, que se encuentra un cohete lanzado al espacio y un satélite que da vueltas y vueltas en el espacio, y que se encuentra con que el espacio es algo que no había descubierto hasta ahora, pero que está ahí, muy arriba de nosotros, pero tan maravilloso que sólo puede pasar las páginas y leer lo que el libro contiene en su interior. La luna, el Sistema Solar, el Sol, nuestro Sol que alumbra los días, y todo eso conjugado con explicaciones para que todos lo entiendan y que, después, puedan investigar por su propio camino lo que el espacio esconde, y lo que puede hacerles entender. Lo dicho, este libro es una obligación, no sólo una lectura.
Pero también es verdad que no todo en la vida está encima de nosotros, a millones de kilómetros, sino que hay muchas cosas que podemos observar sin necesidad de irnos demasiado lejos. ¿Os habíais dado cuenta de las diferencias en los colores que tenemos? Es curioso como un verde puede convertirse en un marrón, o como el mismo color, poco tiempo después, puede convertirse en un amarillo. Para todos aquellos que hayan visto la cara de los niños cuando descubren un color, verán que este Colores de Editorial Juventud es perfecto para comprender que los matices son importantes. Y, por qué no decirlo, para ver la cara de asombro de los niños cuando, pasando la página, descubren que los colores pueden cambiar de tono con el simple gesto de mirar una página u otra. Es lo bueno que tienen los libros a veces. Haced la prueba, aquellos que tengáis un niño cerca, de abrir este libro y ver cómo los pequeños disfrutan viendo cómo los colores cambian, como hay diferentes detalles que hacen importante reconocer un color, y la diversión que produce, la risa que les hace exclamar, y los ojos brillantes que dibujan su cara, cuando un color hace acto de presencia y eso es lo único importante. Porque, al fin y al cabo, los niños saben disfrutar de la vida con las pequeñas cosas que nos regalan los libros.
¿Y qué me decís de las aventuras, de esas aventuras que gente que, en un principio parecía corriente, viven y nos descubren que el ser humano es impredecible? Yo siempre fui un niño investigador, pero eso ya lo he dicho. El caso es que saber que había gente que, de mayor, había realizado cosas increíbles, era una maravilla, eso me hacía pensar que cuando yo fuera mayor yo podría vivir sus mismas aventuras. En Historias increíbles, en cualquier de los dos tomos que nos ofrece, de nuevo, Combel, los niños podrán descubrir, por poner un ejemplo, a hombres como Shackleton, o en qué consistía la Kon-Tiki, en definitiva, un mundo extraordinario por el que perderse sin pensar, sabiendo en todo momento que cuando abramos el libro vamos a encontrar aventureros, vamos a encontrar momentos inolvidables de la Historia de las personas, y que contribuyeron a crear la leyenda de ese tipo de gente que fueron héroes, que se convirtieron en mito, hombres y mujeres que son ejemplo y son pasado, pero que forjan el futuro de los próximos valientes que desafiarán a cualquier destino posible para hacer lo que de verdad saben hacer: realizar lo que a todo el mundo nos parecía imposible.